Oscar Martínez : "Veo que se apuesta a que le vaya mal al gobierno y eso me desmoraliza enormemente"

El prestigioso actor argentino habló con Infobae sobre su flamante libro “Ensayo General” (Planeta) y sobre la realidad social y política argentina

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El libro trata de encontrar el disfrute en la incomodidad. Dos palabras que se oponen pero que requieren del trabajo del actor…

–Lo más difícil para el actor es, si se puede en cualquier tarea artística, conservar cierta objetividad porque la obra no está fuera de él. El actor es instrumento e instrumentista al mismo tiempo. Entonces la frontera entre uno y otro a veces es muy difícil de precisar. Es decir, cuando aparece la dificultad en la elaboración de un trabajo, (el problema) es el instrumento o es la técnica del instrumentista, que tiene ir por otro camino… Son momentos de dificultad, son momentos en los que uno puede perder el placer por el trabajo, y tiene que recordar que eso forma parte del proceso de crear.

–El maestro Juan Carlos Gené hablaba de dos conceptos: él no les iba a proveer talento pero sí los iba ayudar a confiar en sus instintos y percepciones…

–Lo que yo creo que despierta la vocación es la fascinación por el comportamiento y la naturaleza humana. Yo por ejemplo imitaba, tenía el don de la imitación, pero no era que tenía que ponerme a observar a alguien para imitar sino que la mayoría de las veces y a veces de manera espontánea, yo veía a alguien y salía hablando como esa persona. Eso es por la fascinación que me producía por algún motivo esa persona. Fuera alguien absolutamente desconocido o fuera un actor famoso o un maestro en la escuela o un profesor en el secundario.

–¿Qué personaje le resulta interesante imitar?

–No te podría decir porque me ha pasado con personajes muy disímiles, pero yo creo que tiene que ver con un poder de observación innato y muy profundo. No meramente mental. Es algo casi mágico, si se me permite. El actor lo tiene y lo tiene desarrollado y que después con el ejercicio de la profesión nos ocupamos del comportamiento humano, de la naturaleza humana, de los caracteres humanos, y vivimos tratando de encarnar eso, conductas, de las maneras de pensar, de las maneras de expresar que cada uno tiene.

–¿Al actor lo ayuda a entender más al otro?

–El ejercicio de estar comprendiendo por qué alguien es como es, por qué actúa como actúa, por qué dice lo que dice, por qué calla lo que calla: todo eso ensancha tu capacidad de comprensión de los demás.

–En 45 años de carrera, ¿con qué personaje se identifica o con cuál se sintió más cómodo?

–Es muy difícil decir eso porque yo tuve la suerte de hacer muchos trabajos que recuerdo con mucha gratitud, con mucha emoción y que me complace haber hecho. Te puedo decir muy a grandes rasgos, como pinceladas, en cine El Ciudadano Ilustre desde ya, La tregua. El personaje de Mauricio de Relatos Salvajes. No sé si cómodo pero personajes en los que me sentí instalado y con placer.

–Pienso en el concepto de memoria. ¿Cómo hace para aprenderse tantos monólogos y después avanzar con otras obras?

–Yo tuve la suerte siempre de tener muy buena memoria. Yo no tengo, por ejemplo, memoria histórica. Soy un desastre con eso pero la memoria para los textos es algo que tuve siempre y que siempre fui envidiado por mis colegas por eso, desde jovencito. Yo por ejemplo en televisión jamás estudié un texto. De sentarme a estudiar de memoria, jamás. El hacer eso durante años y años te va ejercitando en un aprendizaje. Yo hablo en el libro de eso: la peor manera de estudiar un texto es de memoria. No se puede estudiar un texto como se estudian las tablas de multiplicar y dividir en el colegio primario. Primero porque es difícil que de esa manera lo memorices y si lo llegas a memorizar no te sirve para el trabajo porque el texto en el actor es un elemento más. Y a veces es la puntita de un iceberg. Mucho más importante es lo que no se dice, mucho más importante qué se propone de verdad el personaje. A lo mejor está diciendo una cosa y se propone otra. Y como en general hay acciones físicas en la puesta en escena, hay una memoria corporal por lo que la letra se va adquiriendo con otras cosas. A tal punto, a mí me ha pasado muchas veces, tuve suerte de estar hasta tres años haciendo una obra, digo suerte porque eso significa que tuvo mucho éxito, pero si vos a esta hora me decís "cómo es Oscar eso que decís en tal momento cuando fulano te dice tal cosa", yo tengo que hacer un esfuerzo enorme para recordarlo porque lo que me estás pidiendo es un ejercicio puramente, racionalmente, y a veces a uno no le viene el texto y en el escenario te viene porque en el escenario están los movimientos, está el compañero. Hay una memoria corporal. A veces, dejás de hacer una obra durante un mes por vacaciones y al mes la sensación que tenés es que te olvidaste de todo y en cuanto estás en el escenario y empieza la representación, el compañero, el lugar físico, te van trayendo de vuelta todo eso que creías que ya estaba olvidado.

Oscar Martínez en el Festival de Venecia, premiado por El ciudadano Ilustre (EFE)
Oscar Martínez en el Festival de Venecia, premiado por El ciudadano Ilustre (EFE)

–Ya terminando el libro, dice que estamos en una crisis de significación que nos tiene empantanados. ¿A qué se refiere? ¿Qué quiere decir?

–Hay una crisis de significación que proviene de que hay una civilización entera cuyos pilares culturales están resquebrajándose y cayéndose. La política, la religión, la política que no logra dar respuestas a necesidades básicas. Hoy estamos viviendo un momento complicadísimo a nivel planetario con eso. Donde la democracia, que es el sistema, por supuesto que no es perfecto porque el hombre no puede crear nada perfecto, es falible pero hasta ahora es el mejor sistema que el hombre ha probado de convivencia social y política pero sin embargo, está siendo cuestionada porque no logra dar respuestas a las necesidades de enorme mayorías en el mundo. Las religiones, el hombre hoy por hoy no cree en Dios como hace 200, 300 o 400 años. Hay crisis también de fe. La filosofía da cuenta de esto pero no lo resuelve, no es su tarea tampoco, entonces el arte también es un marco de significación y también está haciendo agua y siendo cuestionado, convoca menos. Yo defiendo la actividad como el servicio en un marco de significación y entonces es una parte del libro en la que hablo de los grandes artistas que me nutrieron, que nos nutrieron, que son pilares de la cultura de Occidente, tanto los antiguos como los modernos. La fe en eso es lo que me hace seguir trabajando de esto, de lo contrario no tendría sentido para nada.

–¿Cómo ve estos 15 meses del gobierno de Macri?

–Los veo un poco como yo imaginé que iban a ser. Entiendo que cualquiera que asumiera después de la catástrofe que nos dejó el kirchnerismo en cuanto, por ejemplo, al estado de las cuentas públicas, por citar solo eso. Se iba a encontrar con lo que se encontró. Creo yo, modestamente, el error fundante del gobierno es no haber explicitado con un espíritu didáctico grande las cuentas públicas de entrada. Esta es nuestra casa, falta esto, debemos esto, cómo hacemos para afrontar lo que viene. Creo que ese fue el primer error. El segundo fue creer o quizás hacer creer que iba a ser más fácil. Quizás el tercero fue que en una crisis que podríamos denominar casi terminal, que viene teniendo la Argentina ya desde varias décadas atrás, me parece que cualquier administración debe explicitar no solo retóricamente sino con medidas concretas que los que más tienen son los que deben ayudar al país a salir de la crisis. Ahora, por otro lado está el peronismo, que no dejó nunca gobernar a nadie que no fuera peronista y veo, obviamente detrás de los reclamos -muchos de ellos legítimos- una intencionalidad claramente política más explicitada porque hablaron de resistencia desde el primer día. Entonces cuesta mucho ser optimista porque más allá de los aciertos y de los errores del gobierno hay que contar también qué hace la corporación opositora y el comportamiento parece ser el que ya hemos vivido otras veces. A Alfonsín se le hicieron 13 paros generales, más de 600 paros parciales. Me acuerdo de las cosas que decía Ubaldini cuando era Secretario General de la CGT, que lo acusaban a Alfonsín, son parecidas a las que dicen de este gobierno. Después vino el menemismo con Ubaldini, el Pj, etc. Cuesta mucho ser optimista porque yo anhelaría un país más maduro, donde las principales fuerzas políticas, sobre todo porque tenemos urgencias políticas muy graves, se pusieran de acuerdo en políticas de Estado en cinco puntos, discutir, consensuar. Es nuestra casa. Tenemos que ponernos de acuerdo. Si nos está entrando agua por el techo, saliendo agua por abajo, se nos prendió fuego la cocina, antes de discutir qué vamos a comer a la noche por qué no nos ponemos de acuerdo en cómo solucionar estas cuestiones que son vitales. Hay 50% o más de la población argentina que no tiene cloacas, la enseñanza pública viene en decadencia desde hace décadas, tenemos 13 millones y pico de gente muy pobre. En fin, tenemos muchos problemas que me parece que tienen que ser prioridad de toda la clase política representativa para que al que le toque gobernar, se lo deje gobernar y se lo deje intentar resolver esos problemas, habiendo consensuado que esos son los problemas básicos, primarios, urgentes. Veo que eso no ocurre sino que se apuesta a que le vaya mal al gobierno y eso me desmoraliza enormemente. Espero que la sociedad argentina no vuelva a cometer el error de creer en los pirómanos que les prendieron fuego y ahora vienen disfrazados de bomberos.

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