Un gerente sin techo en Brasil: se quedó sin trabajo y ahora vive en las calles de Río de Janeiro por la crisis

Es licenciado en Administración de Empresas, usa gafas de montura, camisa formal, zapatillas modernas y se conecta a internet diariamente para examinar ofertas de trabajo. Pero duerme bajo las estrellas: "No tengo alternativa", asegura

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Vilmar Mendonça fue gerente de Recursos Humanos de varias empresas en Brasil, pero desde hace un año y medio vive en las calles de Río de Janeiro, como miles de víctimas de la crisis en la "Ciudad maravillosa".

Mendonça perdió su trabajo en 2015 y se mantuvo un tiempo con ahorros, pero, a sus 58 años, duerme ahora en un banco frente al céntrico aeropuerto Santos Dumont, deja algunas pertenencias en una oficina bancaria de la que es cliente, se asea en baños públicos y subsiste gracias a la comida que reparten varias ONG.

Es una situación terrible, pero no tuve otra alternativa

"Es una situación terrible, pero no tuve otra alternativa", contó a la AFP este ejecutivo delgado, divorciado y sin hijos, de Itajaí (Santa Catarina, sur), mientras examina ofertas de trabajo en su computadora gracias al wifi del aeropuerto.

Con gafas de montura, camisa formal y zapatillas modernas, Vilmar no aparenta ser uno de los miles de sin techo de esta bella ciudad de seis millones de habitantes. A finales de 2016, la alcaldía de Río contabilizaba 14.279 personas en situación de calle, el triple que en 2013. De ellos, 70 tienen estudios superiores, como Vilmar, que se licenció en Administración de Empresas en San Pablo  y trabajó para la filial de una multinacional.

Vilmar Mendonca, de 58 años, en el banco donde duerme todas las noches (AFP)
Vilmar Mendonca, de 58 años, en el banco donde duerme todas las noches (AFP)

Su situación refleja la ferocidad de una recesión que dejó 13,5 millones de desempleados, así como el presente de la ciudad que hace solo un año inauguraba con pompa los Juegos Olímpicos.

"En una situación así, nadie quiere estar cerca tuyo", comenta. Como muchos, no contó su situación a casi nadie. Cree que será pasajera y se esfuerza para no decaer.

Nadie quiere estar cerca mío

De día, hace ejercicio, lee en cafés-librerías, escribe en su cuenta de Facebook -donde aparece con traje y corbata- y va a entrevistas de trabajo en las que compite con cientos de candidatos más jóvenes.

De noche, se pone ropas sencillas y una gorra para pasar desapercibido mientras se acomoda sobre el banco, cerca de las cámaras de seguridad del aeropuerto.

(AFP / Mauro Pimentel)
(AFP / Mauro Pimentel)

"Intento estar solo para no perder el foco de mi vida, porque si empiezo a juntarme con otros, puedo empezar a convivir con cosas que no quiero, como alcohol, drogas o suciedad", afirma.

Aunque en Río casi todos desvían la mirada, los turistas que pasean por Copacabana e Ipanema ven personas sin techo en casi cada esquina, una postal muy distinta de la que anuncian las guías.

Así acomoda Vilmar el banco que usa como cama (AFP)
Así acomoda Vilmar el banco que usa como cama (AFP)

En el centro histórico, cerca de los arcos de Lapa, cada noche grupos de hasta 20 personas ocupan calles enteras y decenas dormitan sobre cartones, enrollados en mantas. La imagen impresiona, pero aún más las historias detrás de cada "morador de rua".

La mayoría son negros de origen pobre y muchos son adictos a las drogas, con problemas psicológicos o familiares; también hay vendedores ambulantes y hasta funcionarios jubilados, como Gilson Alves.

Gilson, de 69 años, trabajó 35 como técnico de radiografías en hospitales públicos de Río. Pero debido a los retrasos en el pago de su pensión, tuvo que vender sus enseres y dejar su apartamento de alquiler.

Gilson comparte habitación en un albergue de Ilha do Gobernador con seis personas mayores, entre ellas, Jorge da Cunha, un obrero con problemas respiratorios de 63 años, que perdió su trabajo hace dos.

"La situación es crítica", reconoce la secretaria de asistencia social de Río, Teresa Bergher. Muchos brasileños llegaron a esa ciudad buscando empleo durante la Copa del Mundo-2014 y los Juegos Olímpicos-2016, pero hoy este Estado petrolero está con sus arcas vacías, víctima de la caída del precio del crudo y golpeado por una corrupción endémica.

El ex gobernador Sergio Cabral (2007-2014) fue condenado a más de 14 años de cárcel, acusado de desvíos millonarios de dinero. Una parte de la suma recuperada permitió en marzo pagar los aguinaldos atrasados de unos 150.000 funcionarios jubilados.

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