Por favor, no se olviden de Venezuela

Por Claudio Zin

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"Reactivan producción de toallas sanitarias". "Llegaron 1.350 toneladas de atún al país". "La población que vive hasta a mil kilómetros de la frontera con Brasil viaja para cruzar y comprar aceite y ampicilina". Estos son los titulares de primera página de algunos periódicos venezolanos por estos días.

Claro que estas primeras planas aparecen, o se escriben, no porque falten otros hechos por contar, por el contrario, son así porque las cosas que hoy interesan son las que la gente no tiene, no consigue, no le dan y son esenciales: papel higiénico, aceite, azúcar, harina, entre otras miles de cosas, incluyendo medicamentos de primera necesidad. Esto ocurre desde hace años en Venezuela, no días o meses.

En otro artículo que escribí aquí mismo, casi dos años atrás, durante mi estancia en Caracas, para evaluar el estado de los derechos humanos de los presos en Venezuela, di testimonio sobre esto que hoy describo. Luego de haber conversado con mucha gente de a pie sobre la situación de todos los días por la calle, en la avenida F. Miranda, pleno centro de Caracas y de haber hecho una fila de una hora y media para comprar un rollo de carta higiénica en un supermercado, que finalmente no me vendieron por ser extranjero.

Esto era y es tan cierto como las expropiaciones de empresas y propiedades que el Gobierno llevaba a cabo arbitrariamente, a precio vil. Recuerdo el caso de una empresa de una familia ítalo-venezolana (construcción) que facturaba dos millones de dólares por año y tuvo que venderse por 400 mil al Estado, o sea, a otros. Porque para muchos, en Venezuela, ese Estado son sólo otros.

Hoy ya falta de todo, y sobran soberbia y necedad en el Gobierno de Nicolás Maduro para justificarlo, negarlo; lo peor, cuando una embajada (por razones obvias, no voy a especificar de qué país) pretende enviar medicamentos para sus connacionales enfermos con riesgo de muerte, no se les permite hacerlo, porque el señor Maduro asegura que hay de todo y que no hacen falta.

El Congreso, hoy opositor en mayoría, sigue peleando sin conseguir más que desaires y amenazas del Ejecutivo, una vergüenza.

En estos días, los cancilleres de la Unión Europea insisten en solicitar diálogo razonable entre las partes en pugna y apoyan los esfuerzos del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, de España, que casi espontáneamente y con el apoyo de Unasur, la pobre Unasur, intenta, intenta e intenta, sin lograr casi nada. Lo mismo hace otro par de ex presidentes centroamericanos, quienes también tratan sin conseguir nada.

La parálisis de Mercosur, que no sabe qué hacer con uno de sus miembros, cuando no cabe duda alguna de que hay que expulsarlo.

Parlasur, que, aún demasiado joven, tampoco hace nada. La inoperancia de la Organización de Estados Americanos (OEA), de quien esperamos alguna medida adecuada a un régimen que hace sufrir a la gente, y todavía busca el camino más adecuado para no hacer nada.

La Unión Europea, a quien no le interesa Venezuela, porque tiene demasiados problemas domésticos que no puede resolver y no le queda energía más que para llorar a sus muertos en atentados terroristas, por ende, tampoco hará nada.

La ONU está en campaña electoral, por ende, ninguno de los candidatos dirá algo inconveniente y mucho menos el secretario general, que se va en poco tiempo, un par de meses no más.

Estados Unidos espera que haya una guerra civil en Venezuela para decir algo, una vez comenzada, claro, para que Nicolás Maduro no les eche la culpa, como ya intentó hacer.

Triste final de esta nota: "Venezolanos, están a su suerte, estamos muy ocupados con nuestras otras cuestiones, resuelvan sus problemas como puedan, la comunidad internacional no atenderá el teléfono, lo siento".

 

@ZinClaudio

 

El autor es senador del Parlamento italiano. Médico y ex ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Periodista científico.