El primer oro olímpico de Venezuela: "Morochito" Rodríguez, la gloria vinotinto sobre el cuadrilátero

La historia del humilde boxeador que el 26 de octubre de 1968, con un pulgar fracturado, consiguió la primera presea dorada de su país en los Juegos Olímpicos

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El boxeo es la disciplina que más medallas le dio a Venezuela en los Juegos Olímpicos. De las 12 preseas que ha logrado hasta el momento, cinco –dos bronces, dos platas y un oro- fueron logradas sobre los cuadriláteros. Pero ninguna será tan importante como la obtenida por Francisco "Morochito" Rodríguez, el primer campeón olímpico del país, en la edición de México 1968.

Su historia comienza en la ciudad costera de Cumaná, siendo el segundo de los 14 hijos de Olga Margarita Rodríguez, a quien le debe su apellido porque su padre abandonó la casa antes de que él naciera. El pugilismo apareció en su vida cuando tenía 11 años, y la pasión le brotó con el correr del tiempo.

Mientras vendía pescados con su abuela, este joven adolescente analfabeto demostraba sus dotes en los cuadriláteros cumaneses. Su habilidad con los puños lo llevaron a ganar la medalla de oro de los 48 kilogramos de los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1967, donde anticipó que no pasaría desapercibido un año después.

La hazaña olímpica de "Morochito" en México

Se entrenó arduamente durante seis meses y viajó a la Ciudad de México para disputar los Juegos Olímpicos, donde tuvo que superar muchos obstáculos para que el himno venezolano suene en la premiación y su cuello reciba la medalla dorada.

En su camino a la final, venció al cubano Rafael Carbonell, a Khata Karunarathe –oriundo de Ceilán, actualmente la isla de Sri Lanka– y al estadounidense Harlan Marbley, en una pelea histórica, porque se aseguró la medalla de plata, algo inédito hasta ese entonces para Venezuela, que sólo contaba con dos bronces (del tirador Enrico Forcella en Roma 1960 y del atleta Asnoldo Devonish en Helsinki 1952).

La historia del humilde boxeador que el 26 de octubre de 1968, con un pulgar fracturado, consiguió la primera presea dorada de su país en los Juegos Olímpicos

En la previa a su combate ante el surcoreano Yong-Ju Jee, tuvo problemas con el peso y casi queda descartado. "Estaba unos 600 gramos por encima. Tuvimos que ejercitarlo rápido para que pudiera subir al ring. Sin embargo, poco antes de pesarse, estaba 50 gramos arriba del peso y le dije: «'Morochito' abre la boca», y le quité los frenillos que tenía, se subió a la balanza y no tuvimos problemas", contó Eleazar Castillo, su entrenador junto con Ángel Edecio Escobar.

En el cuadrilátero, "Morochito" Rodríguez también sufrió un contratiempo. El pulgar de su mano derecha se fracturó en el segundo asalto, y sus gestos de dolor hacían que Castillo y Escobar quisieran arrojar la toalla, pero él lo impidió al grito de "aquí está peleando Venezuela".

El combate llegó a su fin, y tras la votación dividida de 3-2 a su favor, Francisco Rodríguez pasó a la historia del deporte venezolano y sudamericano. Fue recibido como un héroe y condecorado por el presidente Raúl Leoni. Su éxito en el boxeo continuó en los Juegos Panamericanos de 1971, donde obtuvo otro oro. Su reconocimiento se prolongó en el tiempo, pero siempre como amateur, ya que se negó a firmar contratos profesionales, a pesar de la presión de la Federación local.

La gloria todavía acompaña a Francisco Rodríguez

Además de ingresar al Salón de la Fama del Deporte Venezolano y de recibir numerosos homenajes, dentro y fuera de su país, hay un colegio en Cumaná que lleva su nombre, un reconocimiento especial para alguien a quien su esposa tuvo que enseñarle a leer y a escribir.

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Su hazaña fue la más importante en el olimpismo vinotinto hasta la última cita en Londres, cuando el esgrimista Rubén Limardo ganó la segunda medalla de oro de su nación.

Sin embargo, los puños de "Morochito" Rodríguez tienen un valor agregado: fueron la inspiración de otros medallistas, como Pedro Rodríguez, plata en Montreal 1976; Bernardo Piñango, plata en Moscú 1980; y Marcelino Bolívar y Omar Catarí, ambos bronces en Los Ángeles 1984.