Una brecha que excede lo político

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Las tragedias son dolorosas y nos hacen reflexionar respecto a lo que hacemos y a lo que estamos dispuestos a cambiar, pero también dejan a flor de piel muchas realidades. Lamentablemente, existen quienes las utilizan para hacer política, usan el dolor ajeno para sacar provecho y creo que eso, una vez más, ha sucedido en nuestra ciudad. Sin lugar a dudas, tenemos que enfrentar muchos retos por delante como Estado, pero también como sociedad, y ojalá seamos capaces de superar obstáculos egoístas y trabajar por el futuro.


A raíz de los lamentables hechos en el Time Warp, que terminaron con el fallecimiento de cinco jóvenes y otros cinco internados, una vez más la famosa brecha se ha hecho presente. Y es que la doble moral en la política se coló nuevamente en muchos discursos. Como si pertenecer a un espacio político específico fuera capaz de cegar a sus miembros para no ver el problema mayor; porque puede ser discutible si las normativas actuales que rigen los controles son o no suficientes, pero tratar de desconocer que existe un problema mayor, como el narcotráfico, que es real y fruto de una gestión anterior que no se preocupó por generar políticas destinadas a desmantelarlo, es duramente cuestionable.


Esta semana, muchos funcionarios del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires ofrecieron declaraciones y hasta se hicieron presentes en la Legislatura porteña para responder a las inquietudes de todos los legisladores, como en el caso del titular de la Agencia Gubernamental de Control. No lo destaco como algo extraordinario, porque considero que en una democracia es lo que tiene que ser; nuestros funcionarios están a disposición para informar las acciones y las decisiones que toman. Sin embargo, no tardaron quienes, en su rol de opositores, criticaron las explicaciones.


Parecería que no importara escuchar las exposiciones, que sólo la pregunta aparece para alejarse y señalar con el dedo y, en este sentido, utilizarlo como rédito político. Pero hablamos de víctimas y causalidades múltiples, entre ellas jóvenes que no supieron decir que no. Y eso duele.


Queda claro que se puede estar o no de acuerdo, pues, a fin de cuentas, las diversas opiniones fortalecen nuestras instituciones. Lo que realmente me llama la atención es cómo cambian de posición ciertos espacios políticos, donde parecería que lo que toman en cuenta para referirse a víctimas en tragedias masivas cambia conforme al color del partido político de la jurisdicción. En este sentido, pregunto: ¿acaso las víctimas y los familiares de Once no merecían explicaciones, por ejemplo?


Porque no vimos ningún funcionario presentarse al Congreso de la Nación ante los sucesivos pedidos de explicaciones de los bloques opositores, ni mucho menos que el kirchnerismo acompañe o siquiera trate un pedido de informe para que los diputados puedan tener datos de lo que pasó. ¿Cuándo comenzaron a importar más unas victimas que otras? Es una falta de respeto para aquellos que hoy continúan sus vidas sin sus seres queridos y sin explicaciones.


Sí, la brecha va más allá de lo que pensábamos. Toca todos los aspectos de nuestra vida, incluso a las víctimas. Muchos olvidan que cuando sucedió algo bajo tarea gubernamental, no se movilizaron de esta manera, ni siquiera intentaron pedir información, quizás por seguir una orden de arriba. Sin embargo, no tenemos ni tendremos una actitud revanchista. Nosotros somos distintos. Estamos frente a un Gobierno presente, que responderá las veces que sea necesario: por eso votamos a favor del pedido de informes y seguimos siempre comprometidos con la transparencia, para dejar que la Justicia siga su curso a la verdad.


Seguramente falta mucho por hacer y tendremos que trabajar para mejorar y brindar las herramientas necesarias para evitar en lo posible tragedias como esta. Será difícil, pues estamos hablando de emprender una lucha contra el crimen organizado, como es el narcotráfico, un aparato desarrollado, que durante años se ha ido consolidando en nuestro país, sin un Estado que lo contuviera o siquiera combatiera. Además, cuenta con el poderoso recurso del dinero, que ha sido capaz de comprar la omisión y el silencio de muchos. Un aparato que hoy en día nos lleva ventaja, que se transforma y se rediseña para seguir causando daño a los más inocentes.


La política y el papel que en ella tenemos no debe ser un obstáculo para afrontar los grandes flagelos que acarrean en nuestra sociedad. Todo lo contrario. Las distintas posiciones deben enriquecer las propuestas para encontrar soluciones reales, que es la esencia fundante de la política, y despojarnos de la hipocresía, de la que, lamentablemente, estuvimos mucho tiempo acostumbrados.


Desde la Legislatura, trabajaremos junto al Ejecutivo para prevenir este tipo de tragedias, para concientizar a los jóvenes, y también a los padres, sobre este flagelo. Siempre con un Estado presente, que acompaña a los vecinos de la ciudad de Buenos Aires.


La autora es Legisladora de la Ciudad de Buenos Aires (PRO). Presidente de la Comisión de Salud.