Pellegrino y la crónica de un final anunciado

El equipo perdió el último partido clave de la era Pellegrino. Ya no tiene margen de error y el final parecía escrito aún antes de que la historia comience. Mensajes que el técnico jamás logró escuchar

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"Es fija que a los 40 del primer tiempo nos comemos algún gol boludo"

. El mensaje sonaba extraño en medio del buen partido que estaba haciendo

Independiente

, pero lejos estuvo de parecer chocante. Era la misma idea que estaba flotando por mi cabeza mientras el tiempo corría. Sometido, una mueca se apoderó de mi boca y la respuesta fue afirmativa sin más resquemores que aquellos que generan el sentarse a

mirar una película dramática conociendo el final

. Una conclusión que lejos está de ser con el final feliz de

Disney.

Vaya uno a saber quién fue aquel que colgó una bandera resistiéndolo varias semanas antes de que la dirigencia se decida por Pellegrino, pero fue el primer indicio claro de varios de lo que luego terminaría sucediendo. Las huellas rumbo al declive eran claras, pero imposible de asumirlas. La trama principal de la película pintaba un mundo paralelo con felicidad, casi sin dejar entrever que aquel punto de tristeza que todos sabíamos que iba a llegar podía ser real. Independiente jugaba bien y ganaba. Los partidos de menor envergadura, claro está, pero lo conseguía.


Sin embargo, todos nos mirábamos como sabiendo que el protagonista iba a tener un cierre doloroso. Triste. No iba a haber abrazos y festejos. Tampoco alegrías y sonrisas. Intentábamos cambiar una historia que parecía escrita. Por momentos, creíamos que lo lográbamos. Pocos se animaban a decirle al actor principal que su historia estaba firmada a fuego en Avellaneda. El final estaba anunciado.


Pasó la Copa Argentina, el torneo y la Liguilla. Se deslizaron los clásicos por entre los dedos y las respuestas de Pellegrino parecían no acusar recibo de lo que estaba sucediendo a su alrededor. La historia ya comenzaba a tomar un tono más oscuro, sin embargo sus contestaciones estaban preestablecidas. Como escritas en un guion que había sido escrito y debía respetarse. Jugando mal o bien, ganando o perdiendo, su discurso era uniforme.


En ese aspecto, siguió firme también en este último partido. Mientras su equipo se despedía del torneo, él se defendía con la estadística de haber perdido un sólo juego de los últimos ocho. Una mueca más de ignorar su ya irreversible destino.


El tren venía de frente y la gente, impaciente, empezó a gritarle alrededor que estaba por estrellarse. Pellegrino siguió convencido de su juicio. Con el agua al cuello, ensayó un pequeño timonazo con aquel cambio de arquero primero y luego quitando a Denis de la formación. Ya era tarde. Fue tarde. Independiente se lo tragó. Lo deglutió. No era un rumor, porque no había información que lo fomente. Era un destino sellado.


Quedará la sensación de que el técnico se irá sin poder entender los motivos. Que nunca comprendió los sucesos que estaban enviándole mensajes con este cierre. Él seguirá, pero su historia se acabó mucho antes de empezar.