Tras un primer intento que debió se cancelado el miércoles instantes antes de la hora prevista, el nuevo cosmódromo Vostochni vivió su primer lanzamiento exitoso de un cohete Soyuz con el que el presidente ruso Valdimir Putin busca relanzar una industria marcada por recientes fracasos.
"Quiero felicitarles. Podemos estar orgulloso. Ayer la técnica pasó por mal momento y el lanzamiento fue suspendido, pero esto sucede. Es un fenómeno normal", dijo Putin, que se desplazó hasta el extremo oriente de Rusia, donde fue construida la nueva base, para presenciar el evento.
El miércoles, en cambio, la reacción del mandatario no fue igual y lamentó el gran número de fallas del polémico programa, que tuvo un presupuesto desde 2012 estimado entre 300 mil y 400 mil millones de rublos (entre 4.000 y 5.300 millones de euros) y cuyo desarrollo estuvo marcado por la corrupción. "Tiene que haber una respuesta oportuna y profesional", advirtió luego de la cancelación.
Pero el jueves finalmente el lanzamiento fue un éxito. "A pesar de todos los fracasos, Rusia sigue siendo la potencia dominante en términos de número de lanzamientos espaciales", consideró el mandatario.
Vostochni reemplazará a la famosa base Baikonur, en Kazajstán, desde dónde la Unión Soviética lanzó la mayoría de sus cohetes durante su programa espacial. El gobierno ruso la alquila ahora en 115 millones de euros anuales.
La importancia del lanzamiento de los cohetes Soyuz radica en que son el único medio para llegar a la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés), después del pase a retiro de los transbordadores utilizados por Estados Unidos.
En tanto el sector espacial ruso tuvo un 2015 negro tras perder una nave mercante Progress y por el fracaso del programa de lanzaderas Proton. Con el despegue del jueves, Putin espera dejar atrás las humillaciones y recuperar el prestigio del programa espacial ruso.