Los pedidos de los expertos para evitar otro Germanwings

Los expertos de la aviación francesa confirmaron que se trató de una tragedia "voluntaria" y publicaron un informe con las recomendaciones para catástrofes de este tipo no vuelvan a ocurrir

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Los expertos de la aviación civil francesa recomendaron este domingo reforzar el control médico de los pilotos en su informe final sobre la catástrofe de Germanwings, que provocó 150 muertos en marzo de 2015 en los Alpes franceses.

El informe, hecho público en conferencia de prensa en Le Bourget, cerca de París, confirma definitivamente que el piloto alemán del aparato, Andreas Lubitz, que padecía problemas psíquicos, estrelló voluntariamente el avión. Esta catástrofe había suscitado inéditos interrogantes en materia de seguridad aérea.

El informe de la Oficina de investigación y análisis para la seguridad de aviación civil (BEA, por sus siglas en francés) emite recomendaciones "para efectuar un análisis regular sobre las incapacidades de vuelo, en particular por problemas psicológicos o psiquiátricos".

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La Agencia europea de seguridad aérea (EASA) ya recomendó, de forma provisional, la presencia permanente de dos personas en la cabina de pilotos durante el vuelo.

La BEA aboga asimismo por la adopción de "normas claras para saber cuándo es necesario romper el secreto médico". "Muchos médicos privados tenían la información (de que Lubitz) estaba enfermo" y "esta información no llegó a las autoridades aeronáuticas ni a Germanwings", añade la BEA.

El 24 de marzo de 2015, Andreas Lubitz, copiloto del vuelo GWI18G Barcelona-Düsseldorf de Germanwings, filial de bajo coste de la compañía alemana Lufthansa, aprovechó la ausencia temporal del piloto de la cabina para encerrarse en ella e iniciar un descenso del Airbus, media hora después del despegue.

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El avión, que transportaba a 144 pasajeros y seis miembros de la tripulación, se estrelló diez minutos después en el sur de los Alpes franceses. En su informe preliminar de mayo de 2015, la BEA había confirmado que Lubitz "programó intencionadamente el piloto automático para hacer descender el avión hasta que se produjo la colisión" con un relieve montañoso.

Las cajas negras del avión permitieron establecer que el copiloto había rehusado abrir la puerta de la cabina pese a las reiteradas demandas del resto de la tripulación y "los golpes a la puerta" por parte de ésta.

El informe médico de Andreas Lubitz demostró que este alemán de 28 años padecía depresión, pero las "restricciones especiales" que se le imponían no le impedían pilotar un avión de pasajeros.

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Querella en Estados Unidos

Christof Wellens, un abogado de familiares de las víctimas --entre ellas 72 alemanas y 50 españolas-- anunció a principios de marzo que quiere interponer una querella en Estados Unidos contra una escuela de pilotaje de Lufthansa cerca de Phoenix (Arizona), donde fue formado Andreas Lubitz.

"Es ahí donde el copiloto interrumpió un tiempo su formación de piloto debido a problemas psíquicos. Nunca debieron admitirlo otra vez" dijo.

Los abogados de los familiares, que consideran demasiado baja la indemnización propuesta por Lufthansa (25.000 euros por cada víctima, además de una primera ayuda de 50.000 euros), han amenazado con querellarse en Estados Unidos, donde las reparaciones financieras son potencialmente mucho más elevadas que en Europa.