La aberrante historia del abusador que violó a sus hijas y que la Justicia benefició

En 2011, un tribunal de Quilmes condenó a Sergio Delgado a tan solo 3 años de cárcel en suspenso. Tiempo después, una de sus hijas lo denunció por amenazarla. Una reconocida fiscal tomó el caso el mes pasado y lo detuvo en apenas dos horas

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"Quiero resultados", le dijo con su usual tono firme la fiscal general ante los Tribunales Orales Mónica Cuñarro a un alto jefe de la división Delitos Contra la Salud de la Policía Federal el 26 de febrero último. El tono sirvió: Cuñarro, en tiempo récord, los tuvo. A la funcionaria, una de las mayores expertas en narcotráfico y delitos complejos del país, le había llegado poco antes una llamativa notificación a su correo oficial: su intervención en una causa por amenazas coactivas radicada en el TOC N°1 de la calle Talcahuano contra Sergio Marcelo Delgado, de 48 años, que trabajó como vigilador privado, con domicilio fiscal actualmente en San Francisco Solano. Su propia hija mayor era la denunciante: Delgado le habría dicho, sin más, que iba a matarla. Sin embargo, la causa por amenazas era solo una parte de algo más oscuro, que venía detrás en el expediente. Delgado era un prófugo de años. En septiembre de 2011, el Tribunal N°5 de Quilmes lo había condenado por el delito de abuso simple, una condena en suspenso obtenida tras un juicio abreviado.

Había abusado, precisamente, no solo de la hija que lo denunció sino también de su hija menor, durante toda la infancia de ambas, en la casa familiar de la calle 1350, en Florencio Varela. Fue su ex mujer y madre de sus hijas la que lo reportó. En mayo de 2013, dos años después, la condicionalidad de su pena fue revocada; Delgado jamás se había presentado al Tribunal, el cual ordenó su captura, algo que ya figuraba en el sistema del Registro Nacional de Reincidencia. Sin embargo, nadie jamás fue a buscarlo. En la causa por amenazas, insólitamente, Delgado fue citado judicialmente a pesar de estar prófugo.

Los dos efectivos de la PFA despachados a pedido de Cuñarro no tardaron demasiado en encontrarlo; Delgado terminó preso en apenas dos horas. No estaba en un lejano e inaccesible aguantadero, sino en el último domicilio que había declarado, conviviendo con una nueva mujer. Fue ella quien atendió la puerta. "Sí, está acá, en el patio", le dijo a los agentes. Así, a poco de ser notificada de su intervención, esta fiscal encarcelaba a un prófugo que ningún otro funcionario se molestó en capturar. Una lectura completa de más de una década de prueba recolectada en contra de Delgado fue lo que motivó a Cuñarro; lo que encontró entre fojas fue escalofriante, no solo por el nivel de ultraje y violencia contra menores de los hechos denunciados, sino por la permisividad de una Justicia provincial que lo condenó leve y lo mantuvo libre.

"Me atacó ferozmente delante de mis hijas tirándome de los pelos y golpeando a mi bebé de menos de 2 años contra la pared"

El pedido de exclusión del hogar en contra de Delgado formulado por la madre de sus hijas, que en ese entonces trabajaba como ayudante en un edificio porteño, es, línea por línea, el racconto de un calvario. Le exigió no solo alimentos a su ex pareja; le instó a la Justicia que lo lleve a un tratamiento psiquiátrico y que interveniera el Equipo Técnico de un Tribunal de Familia. La mujer vivía en ese entonces junto con sus dos hijas en el living de la casa de sus padres; Delgado, aseguró ella, "me ha expulsado de mi hogar... diariamente me molesta en mi trabajo... ya no sé qué hacer para salir de esta pesadilla, puede entrar en la casa de mi madre y pegarnos a todos y nadie hace nada", "mis hijas están aterrorizadas cuando él viene". Es decir, Delgado, a quien definió como "una persona sumamente agresiva, violenta y aparentemente un psicópata sexual" le había usurpado, según el informe, su propia casa, en donde la violencia física que sus hijas presenciaban era frecuente. Además de sus dos hijas mayores, habían tenido otro hijo, apenas un infante al momento de los ataques. "Me golpeó ferozmente delante de mis hijas el 5 de octubre de 2005 tirándome de los pelos y golpeando a mi bebé de menos de 2 años contra la pared", aseguró. Este es apenas un ejemplo de varios.

El pedido de exclusión era solo un punto más en el camino. La mujer ya había pasado no solo por entrevistas en la Unidad Central de Fortalecimiento Familiar en Florencio Varela, sino también por la Comisaría de la Mujer local, donde denunció penalmente a su marido. Afirmó, incluso, que hasta le había hecho firmar bajo amenaza recibos de pagos de cuotas alimentarias.

Fue en el colegio de las niñas en Florencio Varela donde los síntomas surgieron: en 2005, la mayor, la que una década después lo denunciaría por amenazas, en ese entonces de apenas siete años, comenzó con dolores de cabeza y problemas en brazos y piernas. Generaba peleas con sus compañeros, buscando protección en personas mayores y únicamente mujeres. Ambas decían que no querían que su padre las fuera a buscar.

La menor, según consta en documentos de la causa, fue la primera en hablar en ese mismo año, precisamente en casa de su abuela materna. Reconoció, con solo seis años, "que su padre le había enseñado a tocarle el pito, que cuando la bañaba le tocaba la cola" mientras su madre salía por la mañana a trabajar y "que no le había dicho antes, porque pensaba que no le iba a creer". La mayor ya había comenzado a defecar con presencia de sangre. La niña misma admitió que era así "porque su padre le había tocado la cola". Todo esto quedó asentado en una oficina de denuncias de Florencio Varela, en donde pidió la intervención de un juez de menores y un pediatra para sus hijas.

La calificación que pesaba sobre Delgado era de "delito de abuso sexual simple agravado por el vínculo"

La primera audiencia preliminar para Delgado llegó en agosto de 2011 para el juicio ante el Tribunal Oral N°5. Sin embargo, todo fue por un carril al menos rápido. Alfredo Samprón Noel, fiscal de juicio, pidió un procedimiento abreviado y mantener, por otra parte, la calificación que pesaba sobre Delgado de "delito de abuso sexual simple agravado por el vínculo de parentesco en concurso real con exhibiciones obscenas". Consideró que Delgado merecía la pena de tres años de cárcel. En el medio del procedimiento, el abogado que patrocinaba a la ex mujer de Delgado renunció a representarla.

El 15 de septiembre de ese año, los jueces que en ese entonces integraban el TOC N°5, Juan Martín Mata, Gustavo Farina y Mónica Rodríguez de Piuma acordaron de forma unánime un juicio abreviado para Delgado. El juez Mata, presidente del tribunal, consideró acreditado, de cara a las pruebas compiladas que el acusado abusó de sus hijas "mediante tocamientos en la zona genital, para luego chuparse los dedos y bajarse los pantalones y calzoncillos, exhibiéndoles sus genitales" mientras su mujer se iba a trabajar.

La declaración en cámara Gesell de las niñas fue lo que fundamentó su razonamiento. La mayor declaró que su papá les pegaba "con la cachiporra", que a la hora de los abusos ella era la favorita. La menor detalló azotes "con un cinturón, con una zapatilla o con la mano... que su padre le metió algo en la cola y no sabe qué fue, pero eso le pasó muchas veces y le dolía y una vez le salió sangre".

El informe psicológico de una perito tras la cámara Gesell, altamente valorado por el TOC N°5, validó los dichos de ambas: la forma en que declararon y el lenguaje empleado dio cuenta de que vivieron "situaciones traumáticas de abuso sexual infantil". Los síntomas al hablar eran clásicos: vergüenza, nerviosismo.

De cara a todo esto, Delgado recibió los tres años que pidió el fiscal, no de cumplimiento efectivo. La pena, decidió el Tribunal, quedó en suspenso. La jueza Rodríguez de Piuma, por su parte, objetó no solo el monto de la pena, al considerar la existencia de un concurso real sino también que no se hubiesen valorado agravantes y la ejecución condicional misma de la pena. A Delgado solo le impusieron someterse al Patronato de Liberados, una típica formalidad, y apenas fijar un domicilio, el mismo en que cayó preso por supuestamente amenazar a su hija diez años después de abusarla brutalmente.