Un cambio de paradigma en los ambientes laborales

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Las nuevas generaciones de trabajadores traen una nueva concepción acerca del sentido del trabajo, que convive con otras generaciones más tradicionales. Así, podemos identificar tres grandes categorías sobre el trabajo que han surgido en este nuevo siglo: workaholics, downshifters y happyshifters.

Los workaholics son personas adictas al trabajo, dispuestas a trabajar extensas jornadas a cambio de una recompensa, un reconocimiento y un estatus. Los downshifters, como contrapartida, son aquellos que se replantean su filosofía de vida y optan por ralentizar el ritmo de vida, disfrutar de tiempo libre. Para ellos, no hay ascensos ni salario que compensen el tiempo no ocupado en otras actividades, así que abandonan y simplifican su vida al máximo. Se trata de centrar los objetivos de la vida en la realización personal y la construcción de relaciones en vez del consumismo y el éxito económico. En una posición intermedia, ubicamos a los happyshifters. Esta es una nueva tendencia dentro del mundo laboral, con profesionales que priorizan la felicidad en el empleo y esto representa un fuerte desafío para las empresas. Estas personas son protagonistas de su vida y deciden ir en busca de la felicidad plena. Prefieren un buen clima laboral, son optimistas, emprendedores y no se conforman fácilmente, no se resignan a buscar su felicidad.

Generalmente, esta tendencia se presenta en universitarios y trabajadores jóvenes. Son considerados los profesionales del nuevo siglo y no hay sueldo o beneficio que los retenga si en el lugar de trabajo no se sienten cómodos. Son personas que se cuestionan su presente en pos de su futuro, las organizaciones en las que trabajan, su carrera, el modelo tradicional de trabajo. En vez de huir, actúan: deciden cambiar su compañía o se van de ella para crear una propia.

En este contexto, el gran desafío para las organizaciones consiste en promover la felicidad. Si ampliamos la mirada hacia las neurociencias, Néstor Braidot explica que un cerebro infeliz es un cerebro menos inteligente, menos productivo, menos creativo. Afirma que si una persona no es feliz, seguramente ríe poco. Si ríe poco, está afectando el desempeño de su cerebro.

Es decir, para la organización es doblemente beneficioso que sus colaboradores sean felices. Surge así la gerencia de la felicidad como una nueva función dentro del área de recursos humanos. Se trata de un esquema inclusivo, que mira a los empleados como personas que necesitan disfrutar sus labores para crecer. Ahora bien, ¿qué hace la gerencia de la felicidad?

A continuación, enunciamos algunas de las prácticas sugeridas para gestionar la felicidad.

Trabajar con los jefes. Expertos coinciden en que es el elemento clave en la generación de felicidad en los colaboradores. El jefe tiene un deber ético con su equipo de trabajo. Según investigaciones, la gente renuncia a sus trabajos por la mala gestión de sus jefes. Es importante generar espacios para formar a los jefes en competencias soft, tales como inteligencia emocional, comunicación empática, escucha efectiva, resolución de conflictos, coordinación de acciones. Bajo la consigna: "Todos son personas, independientemente del cargo que ocupen".

Destinar el tiempo necesario para atender las inquietudes de cada trabajador. La clave está en entender que cada colaborador es distinto, por lo tanto, merece un trato diferente. El primer paso para saber qué es lo que los motiva, cuáles son sus necesidades, es conocerlos. Escuchar para accionar. Luego de hacer este diagnóstico con cada persona, es importante comenzar a elaborar un plan para tomar decisiones sobre cómo recompensar, si es necesario ofrecer capacitación, qué tipo de tareas pueden asignarse.

Generar un espacio para conversar sobre las emociones de las personas que trabajan en la organización. Las emociones y los estados de ánimo son contagiosos. Por lo tanto, reconocerlos es el primer paso para gestionarlos de una manera equilibrada y saludable para todos los trabajadores.

Celebrar momentos especiales y logros. Festejar cumpleaños, ascensos, logros personales y del equipo.

Propiciar la diversión. Disponer de espacios para el ocio, el arte, la música, los juegos, el deporte, la relajación. Entender que la diversión puede ir de la mano del cumplimiento de objetivos será fundamental.

Realizar pausas activas. Proponer series de estiramiento y relajación en el puesto de trabajo mitiga los efectos del sedentarismo al estar tantas horas sentados frente a la computadora.

Abrir canales de comunicación eficaces con los empleados. Fundamentalmente, generar espacios informales para realizar sugerencias y plantear inquietudes. Compartir vivencias, generar integración.

Dar lugar al intrapreneurship. Dado que las nuevas generaciones se caracterizan por poseer un espíritu emprendedor, una práctica innovadora puede consistir en generar un espacio de intrapreneurship en las compañías para que los trabajadores puedan desarrollar sus ideas de negocio, con el asesoramiento de parte de los profesionales más senior de la empresa.

Todo cambio requiere de la firme convicción de los líderes para transmitirlo al resto de la organización. No es posible sin un cambio de paradigma respecto del trabajo ya no como un medio para satisfacer necesidades, sino como un medio para dotar de sentido nuestras vidas. ¿Qué esperamos para ser personas más felices?