Deuda: 5 costos del conflicto con los holdouts y 5 beneficios que genera la solución

Desde el último canje de deuda en 2010 la economía ingresó en la senda del estancamiento, pérdida de reservas y singular deterioro de los índices de pobreza e indigencia

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El ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay, junto al secretario de Finanzas, Nicolás Caputo. Nicolas Stulberg 162
El ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay, junto al secretario de Finanzas, Nicolás Caputo. Nicolas Stulberg 162

La Argentina pudo transitar el largo camino que comenzó a recorrer desde la declaración del default de la deuda pública a fines de 2001 sin grandes sobresaltos hasta 2007 –salvo la extrema crisis inicial de 2002-, porque fue capaz de mantener viva la expectativa de la normalización de la deuda, en particular después de haber alcanzado el gobierno de Néstor Kirchner una notable aceptación del primer canje voluntario en 2005, pese a una quita nominal inicial de más de 65%.

En los últimos 5 años el PBI dejó de crecer en unos USD 100.000 millones

Pero luego, junto a un cambio del escenario internacional entre fines de 2008 y 2009, y el cierre de cualquier negociación posterior a la reapertura del canje en 2010, donde se logró completar poco más de 92% de aceptación de los bonistas que no cobraron en tiempo y forma en casi una década los intereses y saldo de capital de la deuda, la economía ingresó en la senda de la estanflación –estancamiento o recesión con inflación- porque se terminó de cerrar el mercado internacional de capitales.

Desde entonces y hasta el fin de la segunda presidencia de Cristina Kirchner, la falta de vocación por buscar un punto de acuerdo con los holdouts, en particular después de que el juez de Nueva York, Thomas Griesa, fallara en contra de la Argentina y fuera avalado por la Cámara de Apelaciones y el máximo tribunal, en junio de 2014, tuvo un impacto concreto en la economía: pérdidas de generación de riqueza; destrucción de oportunidades de creación de empleo privado; se disparó la inflación y se derrumbó la posición de reservas en el Banco Central, constituyendo el peor cóctel explosivo para una población que se sumaba de a millones a los bolsones de pobreza e indigencia.

Un acuerdo con los holdouts debe complementarse con mayor disciplina fiscal para potenciar su efecto

Ahora, el acuerdo final con la casi totalidad de los bonistas litigantes, holdouts, que puso al descubierto cómo con un nuevo gobierno, con vocación de encontrar puntos de coincidencia para superar un pleito de más 14 años, y la puesta en marcha de diversas medidas tendientes a normalizar la economía, aunque falta mayor contundencia para reducir drásticamente el déficit fiscal y de ese modo facilitar el camino para disminuir al mínimo la inflación y llegar al objetivo de la "pobreza cero" que se propuso el presidente Mauricio Macri y que ratificará en su mensaje a la Asamblea Legislativa el 1 de marzo, se proyecta un punto de giro sustancial en los resultados de la política económica y social, tales como: