Los gremios buscan hacerse fuertes en el Congreso con un bloque aliado al massimo

La reunión ayer de Moyano, Caló y Barrionuevo con diputados renovadores sirvió a Massa para seducir a la ortodoxia sindical, y a los representantes gremiales para mostrarse como "opositores responsables"

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Curiosa pareja de baile la que quedó consagrada entre los líderes de las tres CGT y el partido que lidera Sergio Massa, para bochar próximamente en el Congreso el proyecto macrista de Ganancias y tratar de imponer uno propio, u otro que se le parezca bastante.

Básicamente, acordaron ir por el doble de los 30 mil pesos que anunció Mauricio Macri como mínimo no imponible (o sea, van a proponer $60 mil para los casados con dos hijos), una cláusula de actualización automática y la reforma de las escalas porcentuales del tributo, que el Gobierno quiere patear para el año que viene.

Pero trasciende a la iniciativa en sí misma la foto de Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Antonio Caló, presentándose ayer juntos en el edificio de Azopardo, como si fueran parte de un mismo colectivo, con la libertad de anudar acuerdos políticos, en este caso con una delegación de diputados nacionales del massismo. El debate parlamentario sobre Ganancias podría ser un banco de pruebas ideal para medir la sintonía del sindicalismo peronista con el ex intendente de Tigre, que va por el liderazgo vacante del justicialismo.

Fue una reunión que sirvió a todos. A Massa, el primero, porque se percibió su mano tratando de seducir a la flor y nata de la ortodoxia gremial, hoy sin claros referentes partidarios. También encierra un crédito para los gremios que el Gobierno vea como una probable futura amenaza el acercamiento de éstos al conductor del Frente Renovador, a quien Moyano juzga como "la cara más amable de la actual oposición a Macri". Una caracterización similar a la que pretende para sí en la interna gremial, la del "opositor responsable".

En cualquier caso, los jefes cegetistas quedaron genuinamente desencantados cuando, bien pasado el anuncio de Macri de la semana pasada sobre Ganancias, se advirtió desde el oficialismo que la solución integral del tributo se postergaba para 2017. Y que al final, más allá del alivio para algunos sueldos, había un nuevo tendal de damnificados por el impuesto al trabajo. "Fue insuficiente", calificó Caló los cambios por decreto en Ganancias, un tema que lo roza de costado, dado que son muy pocos en su actividad, la metalúrgica, los alcanzados por ese gravamen.

También resulta cada vez más funcional a los referentes sindicales mostrarse unidos en la acción. Hay varias estaciones todavía hasta la terminal de una sola CGT, en realidad, pero es un comienzo. Desde ese mosaico en consolidación, los gremios comprometieron a sus hombres en Diputados para asociarse con los massistas.

Hace años que no existen más aquellas legiones de legisladores de extracción sindical, propio de los tiempos en que al movimiento obrero se lo consideraba "la columna vertebral del peronismo". Hoy no son más de una docena, incluidos los de la izquierda. Pero en la atomización que se pronostica para Diputados, todo suma.

Para empezar, el camionero presidente de Independiente, cuenta hoy en el Congreso con una fuerza considerable. En Diputados, controla por lo menos cuatro legisladores: dos son dirigentes del gremio de Camioneros en sus provincias: el sanjuanino Enrique Castro Molina (Compromiso por San Juan) y el chubutense Jorge Taboada (Chubut Somos Todos); proyectados por acuerdos preelectorales de Moyano con Massa y con Mario Das Neves, respectivamente.

También juega en su escudería Omar Plaini, el conductor del gremio de Canillitas (sciolista fervoroso durante la campaña), a quien le quedan dos años de mandato como representante de Cultura, Educación y Trabajo, la fuerza política de Moyano, que no termina de desarrollarse. Con las reservas que amerita la relación entre padre e hijo varón, Facundo Moyano, que cada tanto busca diferenciarse de su progenitor con alguna jugada personal, es otro incondicional del jefe de la CGT Azopardo, pese a formar parte del bloque massista.

Moyano apostó en las elecciones a un Macri ganador, pero como se ve no ha dejado de poner huevos en otras canastas. Este le permite contar hoy con más bancas que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, y apenas una menos que la Coalición Cívica de Lilita Carrió.

Por si fuera poco, los dominios del moyanismo incluyen un escaño en el Senado, el que ocupa el petrolero privado Guillermo Pereyra, a la sazón secretario adjunto de la central que lidera el camionero. Pereyra llegó a la Cámara Alta de la mano del Movimiento Popular Neuquino, hoy inscripto en el interbloque federal del senador peronista Adolfo Rodríguez Saá, otro que con Moyano no tiene ni un sí ni un no.

El bloque de diputados del massismo registra además, como diputados de extracción gremial, a Carla Pitiot, secretaria de Igualdad de Oportunidades de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (Apoc); y al gremialista de la Sanidad Héctor Daer (apadrinado por Carlos West Ocampo, un antimoyanista crónico de la CGT de Caló).

Otros dos legisladores massistas que estuvieron en la cumbre de ayer, pese a que no provienen del sector, son el economista Marco Lavagna (hijo de Roberto) y Graciela Camaño, a quien el sindicalismo cuenta como propia por la sencilla razón de ser la esposa de Luis Barrionuevo.

Caló tiene como suyos al secretario de Prensa de la UOM, Abel Furlán, dirigente de la seccional Campana-Zárate y al mecánico Oscar Romero, del Smata. Ambos integraron desde el cristinismo la lista que acompañó a Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires. Con una particularidad: Romero, ayer ausente, es uno de los que secundó a Diego Bossio en el motín que provocó la sangría del Frente para la Victoria en Diputados. ¿Llenará Massa ahora el hueco que dejó Cristina en esos corazones rotos?

Uno que se quedó sin juego es el titular de la Federación de Petróleo y Gas, el diputado Alberto Roberti, echado malamente del massismo, donde tenía peso, por llamar a votar a Scioli en medio de la campaña. Hoy busca su lugar en ese rompecabezas que es la representación parlamentaria del peronismo.

Difícilmente aparezcan asociándose a ningún bloque sindical, Néstor Pitrola y la dirigente de la CTA, Soledad Sosa, ambos de la izquierda más dura y con reconocida procedencia gremial. Mientras los gremios peronistas coqueteaban con el massismo, Sosa tuiteaba su indignación por la libertad domiciliaria que la Justicia concedió al ferroviario José Pedraza, encontrado máximo responsable del asesinato del militante del PO, Mariano Ferreyra.

A nivel de paritarias, las centrales sindicales ratificaron un piso del 30 por ciento de aumento, contra el 25 de máxima que propiciaba el Gobierno. Sin ir más lejos, esta semana cerraron su acuerdo salarial los panaderos del moyanista Abel Frutos. Arreglaron con las cámaras un 34 por ciento a pagar en tres tramos, el último durante noviembre de este año. El Gobierno cree que si se confirma que hay final feliz en la paritaria docente, lo demás vendrá por añadidura.

Los gremios alternativos de las dos CTA, furiosos de sentirse no captados por el radar de Macri, prometen volver a salir a la calle si no hay acuerdo con los maestros. Este miércoles pasado, huelga de los estatales de Ate mediante, demostraron que no tienen un golpe de nocaut. Pero sí el entrenamiento y la disposición para fajarse todos los rounds que sean necesarios.