El insólito viaje al Festival de Cannes de una militante de La Cámpora con dinero del Estado

Bárbara Grané dirigía el centro de propaganda que el kirchnerismo montó en Fabricaciones Militares. Decía que quería hacer una película sobre el organismo, que estaba intervenido por su novio

Compartir
Compartir articulo
  162
162
  162
162

El centro de propaganda política que La Cámpora montó en el seno de Fabricaciones Militares (FM) tuvo su cuota de delirio: una comisión encabezada por la novia del interventor Santiago Rodríguez, de La Cámpora, viajó al Festival Internacional de Cine de Cannes, en Francia, para aprender de cine y filmar una película sobre Fabricaciones Militares.

Un breve repaso. La Cámpora tomó el control de Fabricaciones Militares en 2011 a través de Rodríguez, un economista de apenas 34 años y con nula experiencia en la dirección de empresas. Una de sus primeras medidas fue poner a su actual esposa, Bárbara Grané, como directora de Comunicación, Relaciones Institucionales y TIC's, un sector que tenía apenas 5 empleados, pero que convirtió en un verdadero centro de propaganda que incluía un estudio de televisión y una radio, tres revistas, un diario, costosas cámaras, un drone y un ejército de tuiteros. El objetivo era exaltar la gestión del que por ese entonces era su novio, que aspiraba a ser ministro de Defensa.

Según reveló ahora el blog PeriodismoyPunto, Grané viajó en 2014 a la sexagésimo séptima edición del Festival de Cannes, encabezando una comitiva de 5 personas, con la increíble excusa de muñirse de herramientas para filmar una película que jamás se rodó. El cepo cambiario no fue obstáculo para que los viajeros compren euros. Uno de ellos fue el fotógrafo Leonardo Muzzopappa, a la vez ex novio de Grané. Fue el encargado de retratar a su ex junto a las estrellas de Hollywood.

La idea de hacer una película o un documental sobre FM se enmarcaba en la función de Grané: exaltar la gestión de su novio con la misma impronta que el kirchnerismo hacía propaganda a nivel nacional, es decir, planteando que el pasado era lo peor y el presente, el mejor momento de la historia.

Al parecer, los pasajes fueron imputados a la cuenta "viáticos". Sin embargo, ocultar gastos difíciles de justificar no era una "misión imposible" para los camporistas de FM, no sólo porque la empresa no presenta balances desde hace años, sino porque Rodríguez controlaba las compras a través de la directora de Administración, Laura Sarafoglu, una amiga de sus padres.

Además de su novia y la amiga de sus padres, Rodríguez nombró a lo largo de su gestión a unos mil empleados. Sólo en el edificio central se multiplicó por cinco la planilla de trabajadores. Todos y cada uno, militantes políticos, la mayoría de ellos de La Cámpora. Y veinte afortunados, con la máxima categoría y un sueldo de 60 mil pesos por mes.

Los resultados del despilfarro están a la vista: el déficit superó los mil millones de pesos el año pasado y las exportaciones cayeron un 50% en el lustro que La Cámpora tuvo el poder.

Por estos días, siguen los reclamos de los 142 militantes que fueron despedidos en enero. Ayer llevaron sus reclamos al Congreso. Denuncian un vaciamiento de la empresa, pese a que todavía tiene 2.500 empleados. E iniciaron una campaña con el hashtag #NoSoyÑoqui. La culpa, en su lógico, no la tuvo quien los empleó, sino que el que puso fin al despilfarro. Rodríguez puso a muchos jóvenes sin título universitario a darles órdenes a profesionales con décadas de experiencia. Había que empoderar a los jóvenes y en Fabricaciones Militares, La Cámpora lo hizo.