A falta de brillo, bienvenida la efectividad para que San Lorenzo siga creciendo

El equipo se trajo un triunfazo de Bahía Blanca, un lugar siempre hostil para los que desean desplegar un estilo vistoso. Guede rota y los jugadores responden. Esta vez, la contundencia fue determinante

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Los antecedentes siempre advierten que la excursión a Bahía Blanca supone dificultades de diversa índole. Para San Lorenzo, acostumbrado a jugar en un campo de inmensas dimensiones como el Nuevo Gasómetro, no resulta sencillo trasladar sus formas al pequeño rectángulo del Roberto Carminatti. Allí solamente había ganado dos veces en la historia y, para colmo de males, las condiciones climáticas sumaron un factor extra.


Pero la rotación que puso en marcha Guede trajo resultados extraordinarios; si bien el Ciclón no se lució demasiado ante un adversario inferior, la jerarquía y la efectividad para golpear en los momentos justos terminó inclinando la balanza en favor de los planes azulgranas. Hasta la apertura del tanteador no se recuerdan situaciones propicias para convertir, pero Blandi madrugó a todos y encaminó un juego complejo.


Un escenario similar tuvo lugar en el complemento, aunque la cintura de Cerutti y el oportunismo del goleador que volvió a ser de la noche a la mañana finiquitaron las acciones antes de lo previsto. Después, con el correr del período final, San Lorenzo justificó la ventaja en el marcador, mostró buenas asociaciones en la mitad de la cancha con sus jugadores de buen pie y hasta merodeó el tercero para coronar otra paliza.


Más allá del olfato vital de Blandi y la habilidad del Pocho, Belluschi y Mussis se erigieron como las figuras que explican por qué el supercampeón atraviesa un presente que ilusiona. El primero expone una simpleza que enamora, mientras nos sorprende con un óptimo estado físico pese al escaso rodaje de los últimos meses; por su parte, el ex Gimnasia ratificó su imagen renovada y paulatinamente se afianza como dueño del puesto.


Las principales falencias, otra vez, tuvieron epicentro en el sector defensivo. Los centrales manifestaron ciertos desacoples que obligaron a Torrico a varias estiradas para mantener la valla en cero, lo que posiblemente resulte lógico por tratarse del debut oficial de esta dupla. El chileno Díaz pareció incómodo e inseguro, pero debemos garantizarle tiempo para amoldarse a las exigencias de una camiseta tan importante.


Lo valioso del caso es que el plantel se aprovisionó de serenidad después de la conquista de la Supercopa Argentina y combina esa bonanza anímica con la calidad reinante para encadenar triunfos, avisar que está dispuesto a buscar más consagraciones y entusiasmar a los millones de cuervos que sonríen en cada rincón del mundo. Tenemos que seguir así.