Aquello que negamos nos somete. En cambio, lo que aceptamos, nos transforma.
Creemos que al negar un problema, va a dejar de existir. Reprimimos, tapamos, miramos para otro lado, negamos.
Finalmente, sigue ahí, agravándose y condicionando nuestra vida.
Es mejor reconocerlo, aceptarlo, para desde ahí ver qué hacemos con esa realidad.