San Lorenzo supercampeón y una realidad inequívoca: cada día más grande

¿Recuerdan las injusticias del último torneo y la Copa Argentina? Sólo participamos de la Supercopa para acomodar las cosas y demostrar que es posible doblegar a la trampa. ¡Crecimiento que no se detiene! Salud al pueblo azulgrana, y vamos por más alegrías...

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Nos habíamos quedado con las ganas en el campeonato anterior, pero fueron demasiados obstáculos en el medio. Una cantidad ridícula de ilícitos que pocos se animaron a denunciar (fracturas a rivales, goles en fuera de juego, penales dudosos, patadas en el pecho, entre otros) nos bajaron de la pelea por el título. Pero mano a mano, y como manda la historia, la realidad es elocuente.

Jugamos la Supercopa solamente para acomodar las cosas y aportarle el manto de justicia que reclamaba el fútbol argentino, después del indignante desenlace de las competiciones del año pasado. Las finales no se analizan, sólo se ganan. Y en Córdoba dijo presente San Lorenzo... ¡El nuevo supercampeón doméstico!

¿Qué se puede decir después de semejante alegría? La verdad es que al Ciclón este partido lo sorprendió en un momento incómodo. Con un nuevo entrenador en el banco de suplentes, con un equipo en construcción, mientras se acoplan las incorporaciones y en plena adaptación de una nueva filosofía de vida.

Imposible, entonces, pasar por alto el peso específico de la marcada paternidad sobre su contrincante de turno, ya sean clásicos por torneos locales o copas, de calibre nacional o internacional. Incluso ellos también lo tienen claro.

Tampoco podemos olvidarnos del entrañable Bauza, un artífice fundamental de esta esperada alegría. Un gran porcentaje del trofeo lleva grabado su nombre, a raíz del trabajo de un ciclo que quedó atrás pero nunca intentaremos olvidar.

El título representa una oportunidad de lujo para reiterar el agradecimiento eterno para los líderes de este plantel ganador, una mochila de oxígeno imprescindible para que la gestión de Guede arranque con el crédito popular encendido y ni más ni menos que la confirmación de que esta institución es cada día más grande.

Después de caminar por la cornisa a mediados de 2012, recobramos el aliento, nos acostumbramos a los lindos momentos y tocamos el cielo con las manos en la Libertadores. Pero lo más valorable es que renovamos el hambre y sumamos otra conquista para poblar la vitrina, remarcando la etiqueta de equipo insaciable. Orgullo.

Transitamos la senda del éxito y conseguimos derribar barreras utópicas porque entendimos que juntos somos más fuertes. Logros futbolísticos y satisfacciones inexplicables con la Vuelta a Boedo. Para envidia de unos cuantos y deleite de millones, vivimos un momento espectacular. Salud. Y vamos por más.


PD: Más allá de nuestro momento de algarabía, desde este espacio le envío toda la fuerza a la 'familia de Huracán' y en especial a aquellos que fueron damnificados con el accidente producido en Venezuela. En este caso, los colores y la eterna rivalidad (sólo en el ámbito del fútbol) quedan en segundo plano. Ojalá puedan sobreponerse de este duro momento y que cuando nos volvamos a cruzar sólo haya que hablar de un partido de fútbol. ¡Fuerza 'Quemero'!