Vivimos convencidos de nuestras ideas. Tenemos razón y certezas.
El problema es que esas certezas pueden estar muy lejos de la realidad.
Por eso, es mucho mejor estar abierto a la realidad, para poder percibirla lo más parecida a lo que es.
Cuando las ideas de los hombres chocan con la realidad, los que inevitablemente sufren son los hombres, nunca la realidad.