Secuestros, guerrillas, realismo mágico: "La línea azul", el libro de Ingrid Betancourt

Acaba de salir en inglés la primera obra de ficción de la ex candidata a la presidencia de Colombia que pasó seis años secuestrada por las FARC. Escrita originalmente en francés, aún inédita en español, cuenta la historia de una muchacha que ve el porvenir con el fondo de la violencia armada en la Argentina de los años 70

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La primera novela de Ingrid Betancourt, The Blue Line (La línea azul), acaba de salir en los Estados Unidos con gran expectativa, dado que su memoria de los 2.323 días que la ex figura política pasó secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), No hay silencio que no termine, se mantuvo largamente en la lista de más vendidos del diario The New York Times. Escrita en francés (La ligne bleue) y publicada en 2014 por la prestigiosa editorial Gallimard, la obra no ha conseguido aún una traducción al español, aunque la historia transcurre en esa lengua.

La línea azul cuenta el romance entre Julia y Theo sobre el fondo de la Argentina de la década de 1970. La génesis de la guerrilla Montoneros, el regreso del ex presidente exiliado Juan Domingo Perón y su encumbramiento en el poder, el surgimiento de los parapoliciales de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) y la muerte del cura Carlos Mugica (del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo) son parte de los hechos históricos que se relatan. Con un toque de realismo mágico: Julia tiene el don de ver lo que va a suceder, y así la pareja se salva de la muerte durante la dictadura.

"Este es un momento muy importante, tanto en tu vida como en la mía", le dice Mama Fina, la abuela de Julia, cuando le anuncia esa gracia al personaje, en la infancia. "Te voy a contar un gran secreto, el que me dijo la madre de mi padre hace 60 años, antes de que dejáramos Italia. Yo tenía exactamente la misma edad que vos, porque vas a cumplir seis en pocos días". La abuela le describe el momento en que la niña tuvo visiones. "Lo que te pasó a ti, mi abuela solía llamarlo 'el ojo interior'. Es un don. Como un regalo muy especial. Sólo unas pocas niñas en nuestra familia lo reciben. Yo lo recibí, y tú también, pero nadie más".

Y se lo describió "Nuestro don es diferente. Es secreto porque es único. Otra gente no lo comprende, y se puede asustar. La forma en que trabaja nuestro ojo interior es un poco como mirar por una cerradura: podemos ver cosas, pero nadie sabe que las podemos ver. Es como cuando fuimos a ver las películas de Cantinflas, ¿recuerdas? Nos sentamos en nuestros asientos y miramos la historia, pero no éramos parte de la historia", escribió Betancourt. "Y la mayor parte de las veces lo que vemos no ha sucedido aún. Sucederá al día siguiente, o al otro día, o inclusive después".

La idea es que esas visiones le permiten a Julia, como a Mama Fina, ayudar a las personas: intervenir para prevenir hechos malos. Y si no lo hace, el don se pierde.

Con un toque de realismo mágico: Julia tiene el don de ver lo que va a suceder, y así la pareja se salva de la muerte durante la dictadura.

De la política a las letras y la espiritualidad

En Francia, La línea azul no tuvo el éxito que ganó en 2010 No hay silencio que termine. Las memorias se beneficiaron de que el nombre de Betancourt sonaba con fuerza, porque todo estaba muy fresco entonces: su candidatura presidencial en 2002, cuando fue secuestrada; su liberación —junto con otros 14 secuestrados por las FARC— en la Operación Jaque; la polémica que creó su pedido al estado colombiano de una compensación de casi 7 millones de dólares por el secuestro, del que pronto se retractó; su mudanza a París, donde vive hoy pues es ciudadana franco-colombiana, con viajes regulares a Oxford, donde trabaja en su doctorado en Teología.

"Cuando terminé el primer libro me sentía como en un posparto, con esa sensación de quedar vacía de algo", dijo en la presentación de la edición original, en el consulado de Colombia en París, en 2014. "Pensé: 'Quiero volver a escribir y me quiero volver a meter en esa actividad en la cual uno está sentado en una mesa escribiendo y de pronto está en otro lado, viviendo muy intensamente lo que la mente produce'". Comenzó entonces este libro, en francés porque "me siento más cómoda que en castellano".

Durante la presentación, Betancourt habló de su interés por los temas espirituales que se reflejan en su novela, y también en la elección de sus nuevos estudios universitarios. Se confesó lectora de Paulo Coelho, pero aseguró que no intentó compararse, ni emularlo. Desde esa perspectiva del ser humano enfoca la historia del montonero Theo y Julia: "Por ahora no tengo muchas ganas de volver a la política", advirtió. (Meses más tarde cambió de opinión.)

No obstante, una mujer argentina presente en el consulado le dijo que la política no parece dejarla del todo: "Yo estuve en el entierro del padre Mugica. Usted describe el momento en su libro y quiero decirle que es fiel a las cosas que ocurrieron. Que todo el tiempo mientras leía lo que le pasa a la protagonista sentía mi propia historia de detenida y torturada durante la dictadura".

La historia en la ficción

El asesinato del cura Mugica, que tuvo lugar el 11 de mayo de 1974 al salir de celebrar misa en la iglesia de San Francisco Solano, en el barrio de Villa Luro de la Ciudad de Buenos Aires, se narra primero como una visión de la protagonista. "Julia exprimió su cerebro con intensidad dolorosa. '[El automóvil azul del sacerdote] no estaba estacionado en una villa. Puedo ver la calle claramente, y no queda en la Villa 31 [donde él se ocupaba de la Capilla Cristo Obrero]. Parece más una calle en Liniers... o en Mataderos. No sé, quizá es un barrio donde nunca estuve'.

—¿Qué pasa con el hombre de bigotes? ¿Podrías reconocerlo?

—Sin duda, si estuviera frente a mí —contestó Julia sin dudar —. Pero estoy segura de que nunca lo vi antes. Podría tratar de dibujarlo si quieres".

La abuela sabe que es el asesino de Mugica. También que Julia intentará advertir al sacerdote, en vano.

Betancourt entretejió la historia de sus personajes con la de los protagonistas del surgimiento de Montoneros: "Theo era muy cercano a su hermano, Gabriel, cinco años mayor. Su admiración por Gabriel no tenía límites. Ambos se habían graduado en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Allí Gabriel se había hecho amigo de Carlos Gustavo Ramus, un compañero de clase que luego tendría un destino trágico. En 1964, apenas a los 17 años, Ramus se había vuelto el líder de la organización de estudiantes católicos de Buenos Aires. A los 23 había ayudado a lanzar un movimiento revolucionario opuesto a la dictadura militar: los Montoneros".

Betancourt entretejió la historia de sus personajes con la de los protagonistas del surgimiento de Montoneros

También ubicó a los protagonistas de La línea azul en episodios históricos de la vida argentina, como el tiroteo y la masacre que sucedieron el 20 de junio de 1973 cuando Perón regresó definitivamente a su país. "Cuando Theo se detuvo para buscar a Julia de camino a la manifestación de bienvenida en el Aeropuerto de Ezeiza, los intentos desesperados de Mama Fina por disuadirlos no igualaron siquiera el entusiasmo que tenían". La abuela sabía que corrían peligro. Cuando llegaron a las inmediaciones del aeropuerto supieron que, por la tensión entre las fracciones del peronismo enfrentadas en esa manifestación el avión de Perón había sido desviado: "Entonces comenzó el tiroteo. Las balas volaban en todas las direcciones. La multitud entró en pánico y comenzó a compactarse y balancearse, y tragó a Julia. Su mano se había soltado de la de Teo, y lo perdió de vista".

La libertad y el perdón

El romance es breve, ya que los protagonistas son detenidos, torturados y separados. Pero antes interviene el don de Julia: "Ella logra ver el futuro a través de los ojos de los demás. Es más telepatía que visión", dijo Betancourt en el Consulado de Colombia al hablar de La línea azul. Luego, Julia —que ha tenido un hijo de Theo— se exilia en París y los tiempos de la novela se multiplican: a la infancia y la juventud de la protagonista se suman las décadas de búsqueda de su amor.

En el libro se repite la narración, como verdad o como visiones, de secuestros. "Tuve esa experiencia. Las FARC tienen sus carreteras", dijo, y describió qué percibe una persona encerrada en el baúl de un automóvil, o arrojada en el piso del asiento trasero. Cuando le preguntaron por su proyección personal de los hechos que vivió, dijo que algo de eso había, pero que más había de perdón: "El rencor y el deseo de venganza nos atan a quien nos hizo daño; son cadenas que le dan al otro la facultad de dictarnos nuestra agenda emocional, porque lo odiamos tanto que se vuelve una especie de obsesión".

No hay libertad posible de ese modo, agregó. Y su novela —que toma como modelo de Julia a una amiga argentina que sobrevivió a la dictadura, pero cuyo marido sigue desaparecido— se trata sobre la libertad, enfatizó. "El gran debate es: si hay destino, no hay libertad", dijo Betancourt en la presentación. "Pero independientemente de todo lo que le puede suceder a uno en la vida, la libertad no es tanto en frente al hecho, sino a cómo enfrentamos ese hecho que no podemos cambiar".

Su creencia: "Es posible transformar las cosas que nos suceden en oportunidades de felicidad, siempre y cuando haya perdón". Se sabe que Betancourt, aunque desde lejos, ha apoyado el proceso de paz en Colombia, entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las FARC.