Claves sobre la inteligencia emocional aplicada a los niños

Lejos de ser considerada autoayuda, esta disciplina puede facilitar la vida de quien la desarrolla. Infobae conversó con Elsa Punset, experta en la materia, quien cuenta sus particularides y sus beneficios en la infancia

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Elsa Punset, licenciada en Filosofía y Letras y Máster en Humanidades, investigó, se especializó y desarrolló la aplicación de la inteligencia emocional, la toma de decisiones y los procesos de aprendizaje de niños y adultos. Por esto, y por su reciente publicación de Taller de emociones –una colección de libros que desarrollan y la ponen en práctica en diferentes situaciones dentro de la infancia–, es que Infobae la entrevistó para conocer más de este tema.

Elsa Punset Crédito: Carlota Lobo 162
Elsa Punset Crédito: Carlota Lobo 162

Los dos volúmenes que salieron en noviembre –Los atrevidos dan el gran salto (El taller de emociones 1) y Los atrevidos en busca del tesoro (El taller de emociones 2)– constituyen, de manera amena, por medio de la narración con personajes con nombre y hasta un perro bellamente ilustrados, una suerte de guía para que los niños enfrenten y transiten diferentes situaciones.

En el primer libro, Alexia, Tasi y su perro Rocky, los protagonistas, afrontarán sus propios miedos; mientras que en el segundo, desplegarán la autoestima.

A partir de claves, de dinámicas propias de los talleres –al final del libro–, los chicos podrán desarrollar su inteligencia emocional. Pero, ¿de qué se trata esta herramienta tan, pareciera, poderosa?

Infobae, entonces, decidió indagar y fue a la fuente que más conoce del tema aplicado a la infancia.

¿Qué es, exactamente, la inteligencia emocional?

—Hoy en día, cuando hablamos de inteligencia emocional, estamos reconociendo que el cerebro es un órgano que funciona CON las emociones, y no al margen de ellas, como se creía hace muy pocos años. En la base de cada pensamiento racional, ¡hay una emoción! La "inteligencia emocional" no es una moda o una etiqueta. Tenemos un cerebro emocional. ¡Vivimos, decidimos y nos relacionamos con nuestras emociones! ¡Y podemos educarlas! ¡Manos a la obra!

¿Cómo se puede aplicar en los niños?

—Las emociones siempre se "educan". La diferencia es que pueden educarse por sí solas, para bien o para mal... o bien puedes incidir conscientemente en el capital emocional del niño, ayudándole a comprender, transformar y regular sus emociones. Hay padres que actúan como buenos "guías emocionales" de sus hijos. ¿Qué hacen estos padres? ¿Cuál es su secreto? Empatizan, es decir, se fijan en las emociones de sus hijos y son capaces de ponerse en su piel, de comprender su perspectiva; no temen ni evitan las emociones, aunque sean negativas, porque las ven como una oportunidad para la intimidad y la superación; estos padres también saben escuchar serenamente, sin juzgar. Permiten, así, la expresión libre de las emociones de sus hijos, y el niño al que se escucha se siente respetado, y puede bajar la guardia y confiar en sus padres.

Los padres enseñamos instintivamente a nuestros hijos pequeños a comprender y nombrar sus emociones, decimos a los niños pequeños, por ejemplo: "Tienes sueño, ¿verdad? Te voy a mecer así, despacio... y te vas a relajar y a dormir". Poco a poco, si los padres les ayudan, los niños aprenden a poner nombre a sus emociones y a autorregularlas, es decir, a calmarlas por su cuenta, sin tanta ayuda de los padres. ¡Es el principio de la autonomía del niño...! Y una de las funciones básicas de la educación emocional y social del niño.

¿Cuál es el objetivo? ¿Y cuáles, los resultados?

—El objetivo es alfabetizar a las personas, darles las herramientas para vivir y convivir mejor. Durante siglos, como no disponíamos de la tecnología para medir las emociones, no éramos conscientes de su importancia: lo afectan todo, desde nuestra salud física hasta nuestro cociente intelectual, nuestra forma de relacionarnos con los demás, cómo tomamos decisiones, nuestra creatividad...

¿Y los resultados? Depende de cada persona y de cada colectivo. Pero los estudios (por ejemplo, véase casel.org) muestran que los niños que tienen padres y madres emocionalmente inteligentes tienen mejor salud, mejor rendimiento académico, mejores relaciones con los demás y menos problemas de comportamiento.

Estrictamente referido a los libros sobre este asunto, ¿podrían ser considerados como un género nuevo de Autoayuda para niños?

—No. El propio concepto de autoayuda no me parece útil, porque se viene aplicando popularmente (y a veces de forma despectiva) a cualquier conocimiento que pretenda inspirar o enseñar a las personas a mejorar sus vidas. Podría aplicarse a cualquier cosa, desde un tratado de filosofía, un libro de psicología, una canción o un libro de texto.

¿Por qué se habla tanto de autoayuda? Porque gracias a la psicología y a la neurociencia, somos más conscientes que nunca de que tenemos un cerebro entrenable y que podemos influir en nuestros pensamientos, emociones y toma de decisiones.

En el caso de los Atrevidos, articulo los cuentos en torno a emociones y habilidades concretas que jalonan el desarrollo humano, sobre todo en la infancia, y expongo al final de cada cuento estrategias para ayudar a padres y niños a gestionar estas emociones y mejorar estas habilidades sociales y emocionales. Si eres niño, ¡aprender estrategias de inteligencia emocional puede ser tan divertido como un juego! Es psicología aplicada, explicada de forma concreta y muy práctica. Y espero que ayude a las familias a comprenderse y a convivir mejor.

¿Cuál es la acogida que tiene a inteligencia emocional aplicada a los niños?

—Puedes aprender a gestionar tus emociones a cualquier edad, pero si aprendes de pequeño a entrenar tus emociones, a ponerles nombre, a tener a mano recursos para clamarlas o excitarlas... ¡ganas tanto tiempo! Ser emocionalmente competente no te garantiza una vida sin problemas, pero te ayuda a saber lidiar con ellos y a superarlos mejor.

Cuando somos niños, aprendemos imitando a los adultos que nos rodean. Me encanta imaginar ese momento en el que los padres se acurrucan con sus hijos para leer juntos las aventuras de los Atrevidos. Espero que los niños y los padres puedan charlar, interrumpir el cuento, preguntar "¿Y tú qué harías? ¿Cómo crees que se siente?"... y que los niños vayan mejorando su inteligencia emocional sin darse cuenta, disfrutando... No hay mejor política preventiva de salud mental que la educación emocional y social de los más pequeños, en casa y en el aula.