La verdadera historia de por qué no querían a Los Monos en Ezeiza

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La llegada a las 6:30 de la mañana del camión del Servicio Penitenciario de Santa Fe, escoltado por la policía de esa provincia, sorprendió a la guardia del Complejo 1 de Ezeiza: no tenían ninguna orden de admisión.

A bordo del celular estaban Ariel Cantero, conocido como "Guille", y Emanuel Chamorro, las cabezas de "Los Monos", la banda de narcos más renombrada de Santa Fe, pero también la que está en decadencia.

La orden de traslado la había dado la jueza de ejecución María Isabel Mas Varela, pero no hubo aceptación desde Buenos Aires. Antes de alojarlos, debían decidir a qué penal los enviarían porque son más vulnerables que los hermanos Lanatta y Schillaci.

"Guille" Cantero y Emanuel Chamorro son blancos móviles. "Tienen fecha de vencimiento", según la jerga tumbera. Esto significa que estén en la unidad que estén, siempre habrá un sicario que recibirá un llamado telefónico para matarlos. La cabeza de los dos internos tiene precio.

Este es el verdadero problema que se le presentó el miércoles a la mañana a Emiliano Blanco, el titular del Servicio Penitenciario Federal. "Esto es como si yo consigo una orden de un juez de acá y les mando seis presos a Coronda (el penal más importante de Santa Fe)", dijo un allegado al funcionario que no sabía cómo hacerse cargo del problema.

Al no tener la autorización, los dos integrantes de los Monos debieron haber ido directamente a la Unidad 28 en el Palacio de Tribunales.

Acomodarlos en Ezeiza no fue fácil. Los alojaron en el Módulo 3 y en el 4. Absolutamente incomunicados y con vigilancia las 24 horas. Tomaron los mismos recaudos que con Martín y Christian Lanatta y Víctor Schillaci.

Por ahora, la incomunicación es tan estricta que los hermanos Lanatta, por caso, hablan por separado con su madre en cada visita.

A Cantero y Chamorro les dieron una celda individual en distintos módulos. Están distanciados por más de cien metros. Ambos pueden salir al patio amurallado y enrejado de la celda. Desde allí no tienen visión de los vecinos. Tampoco pueden hablar con ellos. No poseen televisión, computadora, celular, ni radio. Les abren la celda para darles de comer o los llevan a una sala especial cuando deben entrevistarse con sus abogados o si recibieran visitas. Algo más complicado porque sus parientes o amigos deberán trasladarse desde Rosario.

El sistema celular, es decir una persona por celda, nació en Filadelfia en el siglo XVII. Los cuáqueros querían que los presos estuvieran en soledad sin entablar diálogo. Creían que así se iban a acercar a Dios. Pronto apareció la depresión, la locura y el suicidio. El sistema se mantuvo pero se les permitió hablar con otros internos.

Los rigurosamente vigilados, viven un proceso similar. Los integrantes de los Monos, van a padecer los perjuicios de la soledad como lo padecieron los tres prófugos.

En las conversaciones de pasillo hay dos datos que no parecen alocados. Dicen que el tiroteo en el Penal de Piñero fue una puesta en escena porque en Santa Fe querían sacárselos de encima y aprovecharon para pasar facturas por la doble captura de Christian Lanatta y Víctor Schillaci en Cuatro Bocas.

La banda de Los Monos, dicen, no tiene el poder que acumuló y hay orden de exterminarlos.

El lunes, Elizabeth Cantero, hermanastra de "Guille", murió en el Instituto de Recuperación de Mujeres de Santa Fe. Había sido golpeada por otras reclusas que la acusaron de "infanto" como se denomina a quien mata o golpea salvajemente a sus hijos. Las "infanto" en las cárceles de mujeres, tienen la misma categoría que los violadores en los penales de hombres. Lo que no se entiende es por qué la hermanastra de Cantero, con ese antecedente, no tenía vigilancia estricta o estaba en un pabellón de refugiados.

La historia de los dos integrantes de Los Monos no terminó con el ingreso a Ezeiza. Alguien pensó en Andrés Segovia, el rey de la efedrina, detenido en el mismo penal. "Con ese no hay problemas, es de otro palo", señaló uno de los guardias para marcar las distancias.