El recuerdo y el reclamo de memoria por Alberto Nisman sigue firme e inquebrantable

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Me invadió el recuerdo del escalofrío, la sensación de soledad y vulnerabilidad que sentí exactamente un año atrás, cuando supe -temprano a la mañana- que el fiscal Nisman había muerto. También recorrieron mi mente las imágenes de aquella infinita, triste y silenciosa marcha -bajo la lluvia torrencial- como cuando en el pasado el pueblo en la plaza se juntó para reclamar "saber de qué se trata".

Y me sentí profundamente emocionado de verme una vez más, junto a tantos otros, en un solemne acto de compromiso compartido con la verdad; en un ejercicio colectivo de memoria, que le exige a la sociedad y a la Justicia no olvidar y dar las respuestas pendientes.

El primer y fundamental derecho humano es el derecho a la vida, contra la cual nadie puede atentar. Me preocupa, como ciudadano y como funcionario, el temor instalado en toda una sociedad: no saber fehacientemente cuáles fueron las circunstancias que llevaron al cómo y al por qué de la muerte de Nisman.

Se trata de consagrar nuestras acciones, nuestros pensamientos y decisiones a protegernos, a dignificarnos, a proponernos nuestro desarrollo en todas las dimensiones. Por eso las muertes no nos son anónimas, ni indiferentes. No deben serlo nunca. Que la muerte del fiscal Nisman se mantenga en una nebulosa en cuanto a sus motivaciones y circunstancias, pone en jaque a la Justicia y a la seguridad del cuerpo social.

Se cumplió un año. El recuerdo y el reclamo de memoria sigue firme e inquebrantable. Y es nuestra obligación actuar con firmeza para llegar a la verdad. Y con ello, erradicar el miedo que quisieron instalarnos, como bien lo señaló Iara, la hija mayor de Nisman. Se lo debemos a ella y a su hermana. Nos lo debemos a todos.

Claudio Avruj es secretario de Derechos Humanos de la Nación