El mal de Alzheimer, una epidemia irrefrenable

La medicina extendió el promedio de vida, pero también la cantidad de años que los adultos mayores sufren enfermedades como el Alzheimer. Su incidencia en la salud pública y la vida emocional crece a toda velocidad

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Un equipo de bioestadistas de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) utilizó un modelo complejo de cálculo para predecir la prevalencia del mal de Alzheimer bajo distintas circunstancias que se espera que puedan prevenir o demorar la aparición y el desarrollo de los síntomas. La razón es una paradoja: al extender la vida humana, la misma medicina que lo logró contribuye a que el impacto de esta enfermedad se cuadriplique hacia mediados del siglo XXI, y cree así una crisis del sistema de salud.

Según el censo de 2010, en los Estados Unidos había 40 millones de adultos de 65 años y mayores; según las estimaciones oficiales, se espera que ese segmento de la población llegue a 71 millones de personas en 2030 y a 98 millones de personas en 2060. La proyección no es diferente en otros países desarrollados, ni en lugares especiales como de China que, por su política —recientemente cambiada— de un solo hijo por pareja, enfrenta hoy una población envejecida.

Cuantos más adultos mayores haya, mayor será la cantidad de enfermos de Alzheimer, que en su mayoría pertenecen a ese grupo (aunque también hay pacientes que presentan síntomas en la juventud).

Y cuanto más se extienda la vida, mayor será la incidencia porcentual de la enfermedad: según una revisión estadística de los estudios del mal de Alzheimer que realizó un equipo liderado por Ron Brookmeyer, profesor de Bioestadísticas en la Escuela Fielding de Salud Pública de UCLA, en las poblaciones mayores la tasa de aparición de la enfermedad se duplica cada cinco años: si el diagnóstico es del 1% a los 77 años, a los 82 es del 2%, y a los 87 es del 4 por ciento.

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En 2050 habrá más de 106 millones de personas con Alzheimer

Razones para el pesimismo

Los investigadores combinaron esos factores con las tendencias en otras causales de mortalidad relacionadas con la edad, como la enfermedad cardiovascular y el cáncer, para proyectar qué pasará con la epidemia del Alzheimer en el porvenir.

Los hallazgos son descorazonadores.

Si en 2005 hubo en el mundo 25,73 millones de víctimas de ese mal (de los cuales más de 14 millones estaban en una etapa temprana, y el resto en una etapa avanzada de la enfermedad, que requiere un nivel alto de cuidado, equivalente al de un hospicio); en 2010 hubo 30,12 millones (17 millones en una etapa temprana) y en 2015 hubo 35,26 millones, (20 estarán en una etapa temprana), las proyecciones de los años por venir no sólo muestran un aumento notable de la población con Alzheimer sino también una variación por la cual cada vez habrá más personas en la etapa avanzada de la enfermedad:

· 2020: 41,27 millones, de los cuales 23 millones estarán en una etapa temprana, y el resto en una etapa avanzada;

· 2030: 56,55 millones, de los cuales 32 millones estarán en una etapa temprana, y el resto en una etapa avanzada;

· 2040: 77.49 millones, de los cuales 43 millones estarán en una etapa temprana, y el resto en una etapa avanzada;

· 2050: 106,23 millones, de los cuales 58 millones estarán en una etapa temprana, y el resto en una etapa avanzada.

Brookmeyer estudia la epidemia de Alzheimer, y la posibilidad de su agravamiento en el futuro, hace 20 años. Su estudio, "Forecasting the global burden of Alzheimer's disease" ("Predecir el peso global del mal de Alzheimer"), proyecta que 1 de cada 85 personas en el mundo vivirán con el Mal de Alzheimer hacia 2050, y que la mitad de ellos aproximadamente necesitará un nivel de cuidado equivalente al de un hospicio.

Años atrás el profesor de UCLA trabajaba en modelos estadísticos de una epidemia diferente, la del hiv/SIDA en la década de 1980; pero desde que comenzó a trabajar en los estudios de envejecimiento, centró su atención en el Alzheimer. "Obviamente no es una epidemia de transmisión como las que estudié antes, pero con el envejecimiento de la población estaba claro que los números iban a explotar", declaró para un artículo publicado en la Oficina de Prensa de UCLA.

"Es una enfermedad larga", agregó. "Una vez que alguien recibe el diagnóstico, puede vivir con ella diez o más años, y la intensidad del cuidado que necesita varía en ese tiempo. Desde un punto de vista de la salud pública, es muy importante observar dónde estará la gente en diferentes etapas de la enfermedad, y las necesidades que enfrentará la sociedad".

Escenarios posibles de mejoría

Además de usar modelos estadísticos para proyectar el número de casos tal como el cuadro se presenta hoy, Brookmeyer trabajo hizo cálculos en diferentes escenarios que consideraron el impacto de terapias futuras y de otras estrategias que puedan prevenir o postergar los síntomas. Por ejemplo: si se hallara un modo de postergar la edad promedio de aparición de los síntomas tan solo un año, el número de casos proyectados a nivel mundial para el 2050 se reduciría en 9 millones.

En los esfuerzos actuales por entender la enfermedad e identificar algunos biomarcadores que puedan ayudar al diagnóstico temprano, existen algunos desarrollos que podrían traer optimismo al porvenir, observó Brookmeyer en el artículo de UCLA: "Entre las intervenciones más promisorias que hoy se investigan se cuentan aquellas que atacan la acumulación de proteínas beta amiloideas en un esfuerzo por demorar la aparición y la progresión del Alzheimer".

Otra intervención posible, que se publicó esta semana en la publicación sobre neurología Brain, es el bloqueo de un receptor, llamado CSF1R, responsable de regular las células de respuesta inmunológica en el cerebro, las microglías. Los investigadores de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, se preguntaron si la mayor inflamación que se ve en los pacientes de Alzheimer no sería una causa —y no una consecuencia, como se creía— de la enfermedad, y lo comprobaron. Su estudio en tejido cerebral de humanos muertos como consecuencia del mal y su experimento en ratones demostró que a menor proliferación de microglías, menor desarrollo del Alzheimer.

Cualquier posibilidad de reducir el impacto de la epidemia es de enorme importancia para la salud pública, según las conclusiones del estudio de UCLA: "Enfrentamos una epidemia global de Alzheimer inminente, dado que la población mundial envejece. Inclusive los avences modestos en los tratamientos y en las estrategias preventivas que lleven a pequeñas demoras en la aparición o el progreso del mal de Alzheimer pueden reducir significativamente el peso global de esta enfermedad".

Según el informe 2015 "Datos y cifras sobre el mal de Alzheimer", de la Asociación contra el Alzheimer, en 2013 los certificados de defunción en los Estados Unidos registraron 84.767 muertes debida a esta enfermedad, lo cual la convirtió en la sexta causa de muerte en el país y en la quinta para mayores de 65 años. "Entre 2000 y 2013 —se lee en el texto— las muertes debidas a enfermedad coronaria, accidente cerebro-vascular y cáncer de próstata decrecieron en 14%, 23% y 11% respectivamente, mientras que las muertes debidas al mal de Alzheimer aumentaron en un 71 por ciento". Se estima, además, que la enfermedad contribuye a muchas otras causales de muerte: "En 2015, se calcula, 700.000 estadounidenses de 65 años o más morirán por Alzheimer, y muchos de ellos por complicaciones" causadas por la enfermedad.

El costo económico, social y emocional

Otro elemento indisociable del Alzheimer, y central en la investigación de UCLA, es el costo económico de la enfermedad. Según el mismo informe de la Asociación contra el Alzheimer, en 2014 familiares y otros cuidadores que no reciben pago brindaron unos 17.900 millones de horas de atención, lo que equivale a unos 217.000 millones de dólares. Se estima que el cuidado médico y la internación en hospicios de estos pacientes durante 2015 haya llegado a 226.000 millones de dólares. El sistema de salud social para mayores de 70 años en los Estados Unidos, Medicare, gastó en promedio en un enfermo de Alzheimer más de dos veces y media la cantidad de dinero que gastó en los beneficiarios que no sufren el mal. En el caso del sistema de salud social para personas sin recursos o discapacitadas, Medicaid, el gasto fue 19 veces mayor.

"La proyección del aumento de los casos de Alzheimer", dijo Brookmeyer, "representa un problema de salud pública enorme si se piensa en los costos asociados al cuidado de una persona que sufre la enfermedad, además del peso emocional para sus familiares."

El informe de la Asociación contra el Alzheimer agregó cifras sobre el peso enorme que la enfermedad pone sobre el sistema, los familiares y los pacientes. El indicador estadístico de años de vida potencialmente perdidos (disability-adjusted life-years, o DALYs), que calcula el número de años vividos con discapacidad y abreviados por mortalidad prematura, puso al Alzheimer como la enfermedad que más velozmente aumentó su carga social e individual: entre las enfermedades con mayores DALYs, este mal pasó del lugar 25 en 1990 al 12 en 2010. "En términos de años de vida perdidos, el Alzheimer pasó del lugar 32 al 9, el aumento más grande entre todas las enfermedades. En términos de años vividos con discapacidad, pasó del lugar 17 al 12".