Ignacio de los Reyes es español y trabajó en la Argentina como corresponsal de la BBC. Tras casi tres años en el país, regresa a Europa no sin antes revelar cómo fue su experiencia siendo "gallego", como cuenta que lo llamaron a pesar de que no es de Galicia.
"El mundo se divide entre Boca y River, entre Charly y Gustavo, entre Macri y Cristina, entre el interior y la capital, entre los que dicen "publicidad" y los que dicen "propaganda", entre el periodista Jorge Lanata y el programa kirchnerista 6,7,8, entre las rochas y las chetas, entre las divas televisivas Mirtha Legrand y Susana Giménez", amplió.
El arte del "atado con alambre", explicó, "ha vuelto a este país creativo e ingenioso, sobreviviente y con una capacidad infinita de adaptarse a la montaña rusa que es este fascinante lugar".
El periodista observó que en Argentina "lo que hoy es seguro puede cambiar radicalmente al día siguiente" y confesó que "le costó entender que muchas cosas no son lo que parecen y que muchas otras necesitan buena dosis de perspectiva y contexto".
En estos casi tres años, De Los Reyes notó que por momentos los argentinos ven su propio suelo como "un país de mierda" y creen que "no hay manera de ser normal", pero dijo que disfruta cuando "desafían al resto del mundo: 'Decime qué se siente'".
Agregó que el argentino "reparte abrazos y dice te quiero a menudo" y que "se interesa por saber más de quien viene de fuera". Además, en BBC Mundo, definió a los argentinos como "mujeres y hombres para los que el asado del domingo es sagrado, que golpean cacerolas para protestar y para celebrar, que han hecho un arte de la costumbre de hacer fila y esperar, para los que la amistad está por encima de todo".
Para el español, este concepto es algo que todo extranjero debe aprender "para entender que detrás de cada historia hay un conflicto, una rivalidad, una tensión" entre grupos y opina que es "el reflejo de una sociedad que ama el debate y la discusión y una trampa para el que crea que en este país todo es como parece".
El corresponsal destaca el concepto de "chamuyo" al tiempo que repudia "el drama y el histeriqueo". "Ahora te cansa el chamuyo, pero te has convertido en un dramático histérico y vivirás con esa divertida maldición por el resto de tu vida", comentó.
"Los argentinos no responden al estereotipo de seres arrogantes ni se creen superiores", aseguró, sino que "sólo son conscientes de que viven, sin lugar a dudas, en uno de los mejores lugares del mundo".