Videos: cómo venden droga los narcos peruanos en las calles de La Paternal

Material audiovisual al que accedió Infobae muestra a los delincuentes comercializando cocaína en las principales avenidas de la zona

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Tras la caída de los principales líderes narco de la villa Carbonilla, son las mujeres quienes ahora sostienen el negocio. Una embarazada y una joven, acompañada por su niño, custodian la intersección de las calles Añasco y Álvarez Jonte. Miran con desconfianza, chiflan e insultan a los vehículos que circulan a baja velocidad.

A pocos metros, el ferrocarril San Martín se detiene en la estación La Paternal con la pesadumbre que imprime enero. Cartoneros y adictos descansan al pie de la Virgen María, que custodia una plazoleta de la estación de trenes. Duermen en la sombra de los pocos árboles, junto a las vías. Colchones sucios apoyados en largos paredones, y refugios improvisados con cartón a la vera de las avenidas: La Paternal comienza a tener los rasgos de un territorio ganado por los narcotraficantes.

Con el avance del paco y la cocaína en el asentamiento precario que se instaló entre las avenidas Warnes, Trelles y la calle Añasco, el barrio adquiere nuevas características. Hay menores de edad consumiendo droga en la calle, a cualquier hora del día, y presencia policial permanente en el acceso principal al barrio, ubicado junto a los andenes del tren que circula rumbo a Villa del Parque.

En el barrio porteño de La Paternal, la calle Añasco es el sitio donde se concretan la mayor cantidad de operaciones de microtráfico: una suerte de pasaje casi peatonal que contiene varios accesos al asentamiento. Amparados por el anonimato que entrega el interminable muro de un corralón de materiales, los adictos caminan tranquilos.

En la intersección de Añasco y la avenida Donato Álvarez, hay una pequeña plaza siempre decorada con el olor de la marihuana que fuman los adolescentes de la zona. El movimiento es casi nulo en las horas posteriores al almuerzo y crece progresivamente con la caída del sol. Las cantinas de mala muerte prenden sus luces y, alrededor de la estación ferroviaria, algunos agotados trabajadores beben cerveza hasta caer desnucados sobre desvencijadas mesas de plástico.

Con la oscuridad, también aumentan los arrebatos y robos en la zona, según detallan los agentes de la Policía Metropolitana apostados en los límites de la villa Carbonilla. En cuanto a la Policía Federal, la guardia diaria no baja de cinco agentes fijos en la entrada a la villa.

Hasta que fueron sorprendidos por los recientes allanamientos, los miembros de la principal banda de narcotraficantes de La Paternal operaban directamente en la vía pública.

Hace días, tal como reveló Infobae, los once miembros del grupo delictivo fueron acusados formalmente por la Fiscalía 6 de Comodoro Py.

La investigación realizada por agentes de inteligencia de la Policía Federal y la Policía Metropolitana permite determinar que los narcotraficantes detenidos en villa Carbonilla -la mayoría peruanos- integran una célula que, en realidad, pertenece a una organización mayor.

La droga llegaba a la Carbonilla en taxi, de noche, y era depositada en tres aguantaderos distintos: uno de ellos era destinado al fraccionamiento, mientras que en los otros vivían los lugartenientes de la banda y se guardaban las armas. Al momento de ser detenidos, los cabecillas territoriales tenían en los bolsillos más de tres mil pesos cada uno, y los líderes habían llegado al lugar en automóviles cuyo valor superaba los cien mil pesos.

Según documentos judiciales a los que accedió este medio, el 29 de septiembre se realizaron ocho allanamientos donde las fuerzas de seguridad secuestraron casi dos kilos de cocaína, armas, municiones, dólares, pesos y teléfonos celulares.

La banda tenía tres líderes: uno nació en la ciudad peruana de Lima, otro en la localidad de Trujillo y el tercero, argentino, es oriundo del Barrio Rivadavia I, en el Bajo Flores.

Estaba atento en cualquier lugar que pisaba. La investigación lo describe como un hombre que "permanecía en estado de alerta a todos los movimientos de la cuadra y a las personas que pasaban". Se movía como si supiera que lo seguían: "Se detiene a mitad de camino, realiza 'giros en U' y maneja en contramano", dijeron los agentes federales.

En su casa del barrio Pompeya hallaron más de cien mil pesos y 64.000 dólares.