Duro editorial de Charlie Hebdo a un año de la masacre

"Muchos esperaban que nos mataran", denuncia el texto que publica la revista satírica. En su portada negra, un Dios manchado de sangre corre con una ametralladora colgada en su espalda

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"Un año después, el asesino sigue a la carrera", rezan las letras blancas sobre fondo negro en el que se ve la caricatura de un Dios manchado de sangre y con una ametralladora colgada en la espalda.

La portada de la revista satírica francesa Charlie Hebdo que conmemora el aniversario del salvaje ataque terrorista del 7 de enero de 2015 que dejó como saldo 12 muertos, entre ellos los principales responsables de la publicación, deja entrever la desesperanza que concreta en palabras su editorial.

El director Riss acusó a musulmanes y no musulmanes de desearle el infierno a Charlie Hebdo

El director Laurent Sourisseau, conocido por su seudónimo Riss y sobreviviente del atentado, denuncia en el texto que, desde que publicaron las primeras caricaturas de Mahoma en 2006, "muchos esperaban" que los mataran.

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Pero advierte también que en ese grupo no sólo había "fanáticos embrutecidos por el Corán", sino que había fieles de otros credos que les deseaban el infierno: "Por habernos atrevido a reírnos de la religión", sostiene.

Y agrega a este grupo a algunos "intelectuales amargados" y "periodistas envidiosos".

"Nadie se ha sumado a este combate, porque es peligroso. Podemos morir"

"Escandalosa soledad"

La línea de Riss no difiere de las declaraciones de uno de los accionistas de la revista, Eric Portheault, quien reclamó mayor apoyo no solamente en términos de dinero, sino en la línea que la publicación elige para dar cuenta de su visión de los hechos.

"Sentimos una escandalosa soledad. Nos hubiera gustado que otros hicieran sátiras –confiesa–. Nadie se ha sumado a este combate, porque es peligroso. Podemos morir".

Un mes antes del ataque, el semanario estaba al borde de la bancarrota. Las ventas no superaban los 30.000 ejemplares y su humor provocador, heredado de los años 1970, ya no generaba ingresos.

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El público ignoraba que sus periodistas vivían bajo protección policial desde la publicación de caricaturas de Mahoma en 2006 y del incendio intencionado de sus locales en 2011.

Tras el atentado, en el que murieron –entre otros– los dibujantes Charb, Cabu y Wolinski, el diario creado en 1970 se ha convertido en un símbolo mundial de la libertad de expresión y ha conseguido millones de euros en donaciones, así como 200.000 suscripciones.

Un mes antes del ataque, el semanario estaba al borde de la bancarrota

Pero aunque en todo el mundo floreció el lema "Je suis Charlie" ("Yo soy Charlie"), también hubo críticas de los que piensan que no se puede reír de todo y mucho menos de la religión.

El llamado "número de los supervivientes", publicado el 14 de enero, una semana después del atentado, con un Mahoma en portada y el título "Todo está perdonado", simboliza estas tensiones. Aunque se vendieron 7,5 millones de ejemplares en todo el mundo, provocó manifestaciones violentas en varios países musulmanes.

A pesar de todo, el semanario consiguió reaparecer y mantenerse fiel a sí mismo. Cada miércoles publica sus 16 páginas de ilustraciones mordaces, blasfemas o picantes para denunciar el racismo, la intolerancia y los entresijos del poder.

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