Hugo Moyano se posiciona como el interlocutor de Mauricio Macri en el mundo sindical

El líder de la CGT opositora mantuvo una reunión con el presidente electo que le sirvió para mostrar a sus pares que es él quien tiene llegada con el nuevo gobierno. Malestar en los gremios tras la designación de un ex Techint como secretario de Empleo

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Se recordarán los actuales como los días en que la Argentina bailó al ritmo de una transición que en un punto, aunque con motivaciones y modales diferentes, igualó a todos: la incertidumbre por lo que vendrá, desvela tanto a los que llegan como a los que se van. En el sindicalismo nadie está pensando en irse, pero sin embargo también los gremios buscan su propia readaptación para acomodarse al nuevo escenario que plantea la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia.

Por lo pronto, la dirigencia sindical protagonizó esta semana un auténtico raid de entrevistas con funcionarios del gobierno entrante para, además de tantearlos, imponerlos del catálogo de demandas que viene de arrastre del ciclo K: recomposición salarial en paritarias libres y sin techo, de acuerdo a la inflación; cambios sustanciales en materia de política impositiva; recuperación del sistema de recaudación de las obras sociales y mejoras de emergencia para los jubilados, etcétera.

Al tiempo de estas aproximaciones, también crecieron en intensidad los contactos en la interna para tratar de apurar la reunificación gremial en una sola CGT, en la creencia de que así contarán con mayor poder de fuego para negociar con el macrismo. Algo les dice a los barones del sindicalismo que a partir del jueves que viene, tendrán un protagonismo que, por modesto que sea, será mucho al lado del ninguneo al que los sometió Cristina.

Este paquete de demandas e intenciones fue el que ayer planteó Hugo Moyano al Presidente electo, quien al recibirlo a comer en su todavía despacho de la Jefatura de Gobierno porteño, blanqueó al camionero, tal como éste pretendía, como su interlocutor de cabecera en el mundo gremial. Fue un encuentro más bien breve, cordial y relajado, aunque no profundo.

Al jefe de la CGT opositora, que en la mesa agradeció la convocatoria, igual le sirvió: pasó el aviso a Macri de su diagnóstico y, de paso, pudo mostrar ante sus pares que hoy por hoy sólo él tiene llegada directa al Presidente electo.

A la salida, Moyano, que venía malhumorado porque Macri no lo atendía, devolvió gentilezas con su anfitrión, al señalar que la devaluación no es una supuesta iniciativa del próximo gobierno, sino una dolorosa realidad por culpa de la política económica de la administración kirchnerista. También bajó violentamente de tono al referirse al designado ministro de Trabajo, Jorge Triaca, al que inicialmente había caracterizado de "pibe con poca experiencia".

Macri impuso condiciones para el encuentro: tendría que ser público y no reservado, como quería Moyano. Lo acompañarían, y así fue, Triaca, su jefe de Gabinete, Marcos Peña, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich y Diego Santilli.

Uno de esos hombres confió a Infobae: "Mauricio bajó la orden de nada de jugar a las escondidas. Todo tiene que hacerse a la luz...", sostuvo la fuente. Semejante visibilidad para un almuerzo con tantos testigos, provocó que el sindicalista reprimiera cualquier comentario destemplado que, en un marco de secretismo, quizás hubiera hecho, como volver con sus observaciones sobre el nombramiento de Dietrich, a quien resiste.

Nadie supo develar si también fue por instancia de Macri que Moyano llegara ayer al edificio de Parque Patricios con tres de sus colaboradores más cercanos, y no con ninguno de los dirigentes sindicales que suelen acompañarlo como su misma sombra.

"Pasamos de mostrarnos los dientes a almorzar juntos. Parecemos una pareja", comentaban jocosos en el entorno moyanista cuando su jefe, puesto en el papel de presidente de Independiente, se encaminaba ya a la crucial votación en la AFA, que al fin devino en fiasco.

Repetían además lo que siempre dicen: que ese sector sindical acompañará al Gobierno de Macri en la preservación de la paz social en tanto y en cuanto no se vehiculicen iniciativas que atenten contra el bolsillo de los trabajadores.

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El récord de reuniones con gremios lo alcanzó Triaca. Ayer, terminada la comida con Moyano, el futuro jefe de Trabajo se dirigió de inmediato a otro almuerzo, en este caso con los jefes de las organizaciones del Transporte. Si los gremialistas esperaban definiciones tajantes de Triaca, se quedaron con las ganas: apenas si repitió los eslóganes de campaña del macrismo en materia laboral, más allá de asegurar que habrá políticas de fomento al empleo y que estudiaban "cambios profundos", que no especificó, para actualizar Ganancias y reducir el IVA.

Triaca también tuvo que poner oídos a los transportistas. Roberto Fernández, jefe de la UTA, narró afligido cómo el Ministerio de Trabajo K sacó de la jurisdicción del gremio colectivero a los trabajadores del subte, para darle ese atributo a los metrodelegados. Triaca puso cara de nada cuando Fernández anticipó que la UTA declarará "persona no grata a Carlos Tomada", el jefe de la cartera laboral que acompañó al kirchnerismo de principio a fin.

En Trabajo, precisamente, la transición fue civilizada. Tomada y su viceministra Noemí Rial, atendieron a sus respectivos sucesores, Triaca y Ezequiel Sabor, brindándoles información imprescindible para arrancar en ese organismo.

La proyección de Sabor a la secretaría de Trabajo fue celebrada por Moyano, con quien logró entablar una relación de confianza mutua. Tal vez esa designación atenúe la bronca del camionero –y de otros sindicalistas- si se confirma, como revelaron fuentes del macrismo, que la Secretaría de Empleo quedaría a cargo de Juan Pablo Ponte, un hombre que proviene de la empresa Techint.

Mientras, continúan a todo vapor los acercamientos entre las distintas tribus del sindicalismo para lograr la unidad. El martes, tal como anticipó Infobae, moyanistas, "gordos" e independientes se pusieron de acuerdo en Upcn para convocar a un plenario para el 17 de diciembre. Pero tanta es la desconfianza que subyace, que los avances deben medirse por día.

Hay dos obstáculos grandes a la vista: uno, la resistencia al consenso de los ultra K, como el metalúrgico Antonio Caló y el taxista Omar Viviani, que ven en la reunificación sindical un anticipo de su propio ocaso. Ayer una delegación concurrió a la UOM para buscar convencerlo a Caló. El otro gran problema que se ve venir son las renovadas aspiraciones de Moyano para seguir al frente de una CGT unificada, que se da de cabeza con la idea de algunos de una unidad "con todos adentro", pero con caras nuevas en la conducción.