Gabriel Pandolfo: "Hasta las Invasiones Inglesas, la historia de lo que sería la Argentina es casi desconocida"

En "La aventura argentina", el autor recrea "el mundo inverosímil" de los primeros exploradores y colonizadores del Río de la Plata, hasta el Virreinato, la Revolución de Mayo, los ensayos de gobiernos criollos y la Independencia

Compartir
Compartir articulo
  162
162

Al sumergirse en el libro de Gabriel Pandolfo –La aventura argentina. De Pedro de Mendoza a la declaración de Independencia (Planeta, 2015)-, uno no puede menos que pensar en qué miniserie adictiva podría filmarse con las aventuras de los primeros conquistadores y pobladores del Río de la Plata y su región: en ese ir y venir de los primeros tiempos entre Asunción y la Buenos Aires que no terminaba de fundarse, están, como lo dijo el propio autor a Infobae, "todos los condimentos necesarios: intriga, ambiciones, violencia, sexo, personajes heroicos y viles..." Y además, el trasfondo de la lucha de la corona española, muchas veces infructuosa, por controlar sus dominios de ultramar, y el de la corona inglesa por sabotearla, con la piratería como primera herramienta.

La historia de divulgación, esa capaz de atrapar al gran público, tiene un doble desafío: combinar una escritura amena y un relato interesante sin dejar de lado el rigor histórico. Ambos objetivos están cumplidos en La aventura argentina, aunque se pueda discrepar con algunas conclusiones del autor. Es una obra para leer nuestra historia –o la prehistoria del país que hoy somos— como una novela.

En el estilo, y para fortuna de los lectores, a Pandolfo se le nota el oficio de periodista y guionista. No hay chances de aburrirse. Este no es su primer libro –es autor de varios ensayos- pero sí su primera incursión en la historia. A continuación, la entrevista con Infobae:


  162
162

—El período de exploración, conquista y colonización del Río de la Plata y el territorio que luego sería el Virreinato está lleno de personajes fascinantes, unos admirables y otros terribles, pero todos de gran riqueza para la narrativa. ¿Se les ha prestado la suficiente atención? No sólo desde la historia, sino desde la novela o el cine.

—Hasta las Invasiones Inglesas, la historia del nacimiento de lo que sería luego la Argentina es casi desconocida. Se recuerdan apenas las fechas de las fundaciones de Pedro de Mendoza y de Juan de Garay y poco más. Es cierto que es un material apasionante para la narrativa de cualquier género. Tiene todos los condimentos necesarios: intriga, ambiciones, violencia, sexo, personajes heroicos y viles. Si no se le ha dado el debido lugar a esta épica, pienso que es en parte porque Argentina tiene ese sello casi maldito de fugarse hacia adelante. Pero todo encuentra su momento y creo que ya estamos en condiciones de desenterrar nuestro pasado, porque la necesidad de entendernos se hace por momentos urgente. Hay lectores curiosos, críticos y reflexivos, ávidos de conocer el pasado, entendiéndolo como un campo de tensiones que van pasando por la puerta del presente a través de los tiempos. La historia no es aburrida, todo lo contrario.

"Hernandarias fue el primer héroe del Río de la Plata, pero sólo hay un puente que lleva su nombre"

—¿Qué fuentes están disponibles para estudiar esta etapa?

—En las expediciones de conquista y colonización, los cronistas eran tan imprescindibles como los generales. Los hechos debían ser narrados para gloria de sus protagonistas. A estas fuentes se les suman los oficios de los adelantados y sus colaboradores cercanos y funcionarios... Era un mundo tan inverosímil que había gran demanda de estas novedades. Además de la necesidad de notificar cuestiones de orden político, denuncias de atropellos, rivalidades...

  162
162

—Irala, Cabeza de Vaca, Garay, Hernandarias... ¿tiene algún favorito?

—El héroe villano, sin duda, es Domingo Martínez de Irala. De soldado raso de Pedro de Mendoza a jefe supremo. Alvar Núñez Cabeza de Vaca es otro personaje increíble, curioso. Curaba con imposición de manos. Decían que en México había revivido a una indígena. Tenía buenas intenciones, pero Irala lo doblegó con su falta de escrúpulos. Si visualizamos la lucha entre estos dos caudillos, podríamos darle una especie de génesis a la demagogia y la corrupción. Pero el primer héroe del Río de la Plata, sin duda fue Hernandarias, un personaje fabuloso, valiente, honesto. Y sólo hay un puente que lleva su nombre.

"La falta de justicia trajo consigo el 'no te metás', porque los denunciantes y fiscales honestos terminaban presos"

—¿Qué rasgos de lo que fuimos luego como país están inscriptos o definidos por esta etapa inicial de la colonización?

—La corrupción. Se dice que existió en todo el mundo. Y es cierto, pero en cada región o país tuvo características diferentes. En el Río de la Plata fue descarada. Apenas 20 años después de la segunda fundación, lo único que generaba interés en esta parte del mundo era la persecución de bienes materiales. El objetivo era hacerse de oro y volver a Europa en la mayoría de los casos. Clérigos, sacerdotes y obispos no se quedaban afuera. No había cohesión social, salvo el interés económico. Esto generó envidia y resentimiento entre los privilegiados y los desplazados, con los subproductos de la obsecuencia y la violencia. La falta de justicia, que era más que nada una herramienta para favorecer el enriquecimiento ilícito, trajo consigo el "no te metás", porque los denunciantes y fiscales honestos terminaban presos. Los desplazados, por su parte, se vieron empujados a encontrar atajos. La venalidad era la religión del momento. No existía ciencia, arte, nada. Sólo avaricia y codicia. Un caldo de cultivo explosivo, que haría efecto generaciones más tarde.

"Me embarqué en esta aventura para saber por qué éramos así, por qué la Argentina vive estas tensiones"

—¿Qué lo motivó a escribir este libro?

—Lo urgente tiene el poder de aplazar lo necesario. Y el interés mayoritario siempre hace prevalecer la actualidad en busca de respuestas. Yo me embarqué en esta aventura para saber por qué éramos así, por qué la Argentina vive estas tensiones. ¿Qué es ser argentino? ¿Por qué nos cuesta tanto llegar a un camino que nos conduzca a la plenitud? Las tensiones del presente no surgieron por generación espontánea. Tienen un origen preciso que está en el pasado. Y hasta que no lo asumamos y hagamos una reflexión profunda sobre él, seguirá el ciclo del eterno retorno del desencuentro... No sé si la palabra es "atormentándonos", pero seguirá sobrevolando nuestro inconsciente colectivo. Podemos querer distintos futuros, pero tenemos el mismo pasado. Escribí para entender a la Argentina. Nació de una pregunta sencilla: ¿por qué?, ¿por qué los conflictos del país vuelven constantemente sin resolución? ¿Por qué no podemos desarrollar las grandes posibilidades que tiene Argentina? Y las respuestas que encontré fueron iluminadoras y apasionantes, las que me generaron otras preguntas.

"Por Paka-Paka, hay chicos que no tienen como héroe al Hombre Araña sino a San Martín"

—¿Qué opinión le merece el revisionismo más reciente? ¿Instituto Dorrego, Paka-Paka...?

—No tengo demasiada información, salvo que el Instituto Dorrego generó seminarios y algunas otras actividades un poco intrascendentes. La utilización política del pasado ha sido una constante "histórica". El ascenso post mortem del coronel Manuel Dorrego a general fue un gesto algo sobreactuado, teniendo en cuenta que sus ascensos fueron postergados por indisciplinas fehacientes ante jefes como Belgrano y San Martín. Era un patriota valiente, más bien temerario, por algo le decían "el loco". Peleó contra los federales con crueldad, caso de su campaña contra Artigas bajo órdenes de Alvear, pero luego de su destierro en Filadelfia abrazó el federalismo al ver lo bien que funcionaba en Estados Unidos... Fue honesto, desprendido, y luchó contra la corrupción, lo que lo puso frente al pelotón de fusilamiento, luego de denunciar a Rivadavia, presidente y al mismo tiempo socio de los ingleses. Un hombre ejemplar que merece aún mucho más reconocimiento, pero en plan de restaurar el honor de nuestros patriotas, antes que ascender a Dorrego hubiera dado sentencia absolutoria a Juan José Castelli, quien murió en el oprobio, con juicio sin sentencia, ya que el cáncer de lengua lo mató durante su transcurso, en octubre de 1812. Vaya paradoja para el orador de Mayo. Sus últimas palabras, que escribió porque no podía hablar, fueron "si ves al futuro, dile que no venga". Esa escena me conmueve. Paka-Paka, aunque no sé a quién se le ocurrió ese nombre horrible, me parece en cambio un logro que deseo que no sea cancelado. Los chicos aprenden y se relacionan de una manera muy pedagógica con nuestra historia. Tal es así que he visto chicos que no tienen como héroe al Hombre Araña sino a San Martín. Eso me parece muy bueno y más cercano a la realidad.

  162
162

—¿Es posible relatar esta etapa de tanta violencia, crímenes, turbulencias, asonadas y lucha civil, evitando dos posiciones extremas: el anacronismo de juzgar con criterios del presente y el relativismo de considerar que todo se justifica por el contexto histórico-temporal?

—Creo que para internarse en cualquier clase de investigación, debe haber una ausencia de intenciones más allá de lo que se intenta dilucidar. Uno debe estar libre de condicionamientos para investigar, no tener preconceptos ni prejuicios. Tomar los hechos y sacarles toda animosidad, mirarlos sin fanatismos. Las querellas intelectuales y políticas que obligan a tomar partido deben estar alejadas de la intencionalidad del investigador. Es evidente que vienen a zanjar en muchos casos tensiones del presente, pero debe ser el resultado positivo de la investigación y no su causa. Con respecto al contexto histórico-temporal, hay que trabajar en su establecimiento para comprender costumbres, valores morales, qué se comía en la época, cómo se vestía la gente, qué pensaba, cómo se transportaba y todos esos detalles correspondientes a la forma de vida de un momento histórico determinado. Pero, en general, se trata a muchos personajes con indulgencia, porque en esa época "tal cosa era común" y otras estrategias similares. El hombre sigue siendo el mismo desde hace casi cinco mil años con respecto a lo que consideramos bien o mal. Para simplificar: Confucio, Pitágoras, Porfirio, Jesús, Platón y otros tantos han pavimentado la historia de la civilización, dejándonos referencias muy claras de lo que era bueno o malo en los últimos tres mil años. La brutalidad y la violencia, la codicia, existieron siempre, y por lo que vemos, seguirá por varias temporadas, pero esa indulgencia de que "en aquella época" se pensaba tal cosa, es un atajo, una simplificación. La esclavitud fue el motor de la economía del Imperio Británico, pero siempre fue cuestionada. Si se sostuvo, fue por la fuerza.

—Pero, por ejemplo, ¿no es exagerado llamar golpe de Estado al derrocamiento del Triunvirato por la logia de San Martín (y entonces también de Alvear), considerando que no había una constitución ni un orden institucional aceptado por todas las provincias?

—No había constitución, pero si un orden institucional en Buenos Aires, que trataba de imponerlo al resto de las provincias, y era el Triunvirato quien detentaba la autoridad. Fue el primer golpe militar de la historia nacional al poder establecido. La logia y sus miembros, San Martín y Alvear entre los más descollantes, tenían indicios de que Rivadavia, secretario de Guerra, actuaba contra los intereses de la patria naciente — entregar a los realistas el Alto Perú, como había hecho la Junta a cargo de Domingo Matheu con la Banda Oriental— y actuaron en consecuencia. Lo que emergió, desequilibrante, fue la disputa por el sentido y la evidencia de las fuerzas en pugna. La dialéctica del poder. Tampoco hay que olvidar que San Martín y Alvear hacía apenas siete meses que estaban en Buenos Aires, después de haber dejado el ejército español con falsos argumentos, al cual habían pertenecido toda su vida.

  162
162

—¿Su visión del mestizaje -que finalmente fue el principal método de poblamiento de la conquista española- es positiva o negativa?

—El mestizaje fue inevitable, y así en todo el mundo. No es ni bueno ni malo, nadie es mejor que nadie, ninguna vida vale más que otra. Pero para que sea efectivo y desarrolle el territorio en el que vive, debe ser sustentado por condiciones sociales y políticas que lo incluyan y lo hagan sentir orgulloso de pertenecer a una tierra tan propia como para defenderla. El racismo sigue operando de manera activa. Aún siguen siendo marginados y humillados, sin darnos cuenta que todos, de alguna u otra manera, somos producto del mestizaje. Garay fundó Buenos Aires por segunda vez con muy pocos blancos y unas doscientas familias guaraníes.

"El honor y la gratitud a nuestros 'Padres de la Patria' no deben ser indiscriminados. No es lo mismo Mariano Moreno que Carlos de Alvear..."

—La historia "oficial" ha ido borrando todas las discordias entre los patriotas que actuaron en la Revolución de Mayo y posteriores luchas civiles (Saavedra-Moreno, San Martín-Alvear, San Martín-Rivadavia, etc), al punto de volver incomprensibles muchos procesos. ¿Su libro apunta a una historia más real, más humana, en suma, más creíble?

—La historia no se hizo sola. Más allá de la inercia de procesos que se van dando en el tiempo, los actores, los que la hacen, son hombres y mujeres de su tiempo. El eje de mi trabajo es justamente ese. Los hombres, con sus acuerdos y desacuerdos, sus virtudes y defectos, fueron sus artífices. Hombres tan humanos como nosotros, que no tenían mucha conciencia de lo que estaban haciendo. Nada estaba escrito. Los movía la sangre y las emociones, las simpatías y todos los contrarios posibles. Claro que el contexto y las influencias los impregnaba, no eran extraterrestres. Algunos héroes que imaginamos hermanados, se odiaban cordialmente. "La aventura argentina" no es un museo, más bien quise que sea como un viaje en el túnel del tiempo. Y observar que los debates de antes siguen siendo actuales. ¿Por qué se los quiere cancelar? ¿Por qué el tiempo busca vaciarlos de contenido? No había nada sellado, pero para hacer la historia, ayer, hoy, mañana, se necesita voluntad, valentía y audacia. Pero el honor y la gratitud que les dispensamos a nuestros "padres de la patria" no deben ser indiscriminados. No es lo mismo Mariano Moreno que Carlos de Alvear, por caso.

—El año próximo se celebra el bicentenario de la Independencia. ¿Considera que se les hace justicia a todos los actores del Congreso de Tucumán en la historiografía?

—A lo que no se hace justicia es a lo que realmente pasó en aquel Congreso, que terminó con un dislate mayúsculo, con Belgrano llorando y promoviendo una monarquía constitucional con un inca al mando, que por aquel entonces tenía 70 años y estaba preso. Como su propuesta había tomado cuerpo, los diputados porteños, Tomás de Anchorena a la cabeza, decidieron apoyar a la mayoría para que el debate fuera postergado y luego dormirlo, ya que sabían que el Congreso debía trasladarse a Buenos Aires o a dónde estuviera el director supremo nombrado, Pueyrredón, ya que Buenos Aires por aquellos días estaba al borde de la guerra civil, con posibilidades de secesión. Fue, como está claro, una declaración. Lo de independencia vendría mucho después. Para algunos, el corrimiento de los velos resulta antipático, prefieren quedarse con la historia de la escarapela del 25 de mayo, que no es cierta, pues eran blancas y rojas, que aceptar que hay algo que continúa en disputa.