Por un desarrollo más equitativo de la sociedad

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La violencia de género es un tipo de violencia física o psíquica ejercida contra otra persona en base a su género. Se encuentra motivada en estereotipos culturales que colocan a las mujeres y a las niñas en una posición subalterna con relación al género y a los valores masculinos, lo que crea una relación desigual de poder.


Un desarrollo más equitativo y democrático de la sociedad requiere la eliminación de los tratos discriminatorios contra cualquier grupo.


A lo largo de la historia, las funciones y atributos asignados a lo femenino han preestablecido una posición de subordinación respecto del hombre, que genera desigualdades para la mujer en el ámbito jurídico, económico, social, cultural, familiar. Es importante reconocer que en la interacción entre los géneros, en tanto relación social, interviene la cuestión del poder, produciendo relaciones asimétricas entre el hombre y la mujer a partir de las cuales se construye un discurso hegemónico que reproduce dicha desigualdad y da cuenta del conflicto social existente.


El Sistema Internacional de Derechos Humanos se ha ocupado de la discriminación por género en diversas instancias, en la actualidad se encuentra constituido por un conjunto de normas de nivel internacional, regional, nacional, provincial y local.


A partir del año 2008, he participado como legisladora en la sanción de leyes que contribuyen a prevenir la violencia de género -Leyes Nº 26.171, 26.364, 26.485, 26.210- sin perjuicio de otras normas y tratados internacionales que conforman parte del plexo normativo, y que se pueden consultar en el sitio www.marialauraleguizamón.com


La perspectiva de género implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra cosa son las atribuciones, ideas, representaciones sociales que se construyen tomando como referencia a esa diferencia sexual.


Lo más importante de comprender es que una perspectiva de género impacta positivamente tanto en mujeres y hombres, dado que beneficia al conjunto de la sociedad al establecer condiciones más equitativas. Un ejemplo de ello, fue la ley de matrimonio igualitario y de identidad de género que nos ha permitido tomar como eje el principio de igualdad y no discriminación que definitivamente es la necesidad de repensar en un derecho que nos incluye a todos y todas.


Creo fervientemente que todo esfuerzo serio de un Estado y de la Comunidad Internacional por los Derechos Humanos requiere una atención específica y constante a los derechos humanos de las mujeres, porque en este sistema entramos todos: mayorías y minorías, hombres y mujeres, niños y adultos.


La conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Género nos interpela y obliga a trabajar en la temática.


La autora es Senadora de la Nación por la Provincia de Buenos Aires.