El nuevo y el "viejo" gobierno se trenzaron en las últimas horas en una disputa mediática que parece increíble. Todo comenzó el martes por la noche, luego de la reunión que mantuvieron Cristina Kirchner y Mauricio Macri en Casa Rosada.
El futuro ocupante del sillón de Rivadavia se quejó en público por el trato que había recibido por parte de la Presidente. "La reunión no valió la pena", declaró. La respuesta no se hizo esperar. A primera hora del miércoles, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, dio otra versión de los hechos.
"El presidente electo pidió colaboración para conocer algunas cuestiones de la administración. La Presidente lo único que pidió fue discreción porque los temas políticos no se pueden debatir por los medios", relató Fernández.
Y reveló: "Anoche la Presidenta me citó a Olivos y me pidió que lo convoque a Marcos Peña para una charla con estas características. Lo llamé para encontrarnos y me dijo que no. Que habían estado hablando con el presidente electo y que este tipo de encuentros debían ser públicos".
Cerca de Peña reconocieron que existió un ofrecimiento para hacer una reunión pero lo que no gustó fueron las condiciones que quiso imponer el funcionario kirchnerista: "Nos ofrecieron una reunión prácticamente clandestina y Marcos quiere que los actos de gobierno sean públicos".
El ministro coordinador aseguró que el diálogo político entre el Gobierno y la nueva gestión ya comenzó en distintas áreas. A modo de ejemplo, Fernández contó que Ricardo Echegaray mantuvo reuniones con Alberto Abad, el hombre que habría designado el PRO para asumir en la AFIP.
Tras sostener que el presidente electo y su equipo no son "serios", el jefe de Gabinete remarcó que "no han tenido vocación de hacer una transición". "Si la vocación es hacer una transición para las cámaras, porque la intención es hacer un showcete televisivo, no es nuestra vocación. Queremos aportar datos, pero sin este gesto de chiquilines", disparó.