Los pocos sindicalistas que acompañaron a Mauricio Macri ahora quieren hacer valer su apoyo

Hugo Moyano y el puñado de dirigentes que acompañaron al PRO se ilusionan con el escenario que vendrá

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Barajar y dar de nuevo. Por estrecha que haya resultado, la consagración de Mauricio Macri como nuevo Presidente electo establece un nuevo escenario para la reorganización del sindicalismo peronista, que llegó al ballotage de ayer sin haber cumplido su propósito de articular una CGT única, con todos los sectores adentro. El proyecto podrá seguir adelante, pero en medio de las dificultades que inevitablemente van a surgir cuando los gremios que apostaron por el líder del PRO pretendan hacer valer su condición de ganadores.

El caso más emblemático es por lejos el de Hugo Moyano, que hasta antes de las elecciones del 25 de octubre (la primera vuelta), cuando la hipótesis de un posible triunfo de Daniel Scioli era todavía la más considerada, parecía encaminado a la puerta de salida. Sin embargo, la victoria macrista revitalizó el liderazgo del dirigente camionero, que ahora está lejos de considerar el suyo un ciclo cumplido. Siente con argumentos valederos, si se quiere, que hoy es el principal interlocutor de Macri en el mundo sindical.

Todo un caso el de Moyano: el mismo papel que pretende para sí en la nueva etapa que se inaugura el 10 de diciembre, es el mismo que le tocó interpretar durante los dos primeros gobiernos kirchneristas, cuando se lo consideraba el máximo referente sindical, con potestad para marcar el rumbo de las paritarias o vehiculizar cualquier demanda que tuviera la dirigencia obrera.

La muerte del ex Presidente significó el final de aquella buena sintonía con el dirigente camionero, que siguió adelante con una CGT opositora, a la que la administración de Cristina nunca reconoció. Es más, hasta acá la Justicia sigue sin resolver un contencioso que dio margen a la doctora Kirchner para retacearle a Moyano la definitiva certificación de autoridades de esa central.

"Ese asunto quedó anoche sin vigencia", dijo a Infobae, exultante, una fuente muy cercana a Moyano. Siempre según esta campana, el camionero sería el hombre indicado para garantizarle a Macri la paz social necesaria para llevar adelante la gestión. Se trata de una relación construida sobre una base de acuerdos que los encontró del mismo lado en política, en la recolección de basura en la Ciudad, en el fútbol, y que también incluye intereses económicos: hace dos años ya, Moyano movilizó los ahorros de Camioneros del Banco Provincia al Banco Ciudad.

En más de una oportunidad, Macri, siendo aún candidato, fue más que explícito con los jefes gremiales al decirles que sin ellos no podría gobernar. Pero como a los sindicalistas no se los conforma solamente con palabras bonitas, el Presidente electo prometió darles juego en el marco de un Pacto Social o de un Consejo Económico y Social –también con presencia empresaria–, para la discusión de las políticas económicas y sociales que implementará el macrismo.

Esa alternativa debería incluir intercambios sobre inflación, régimen impositivo, trabajo en negro, nuevas fuentes de empleo y políticas de crecimiento con inclusión social. Con todo, la promesa más importante que les hizo Macri fue que no daría alas a ningún proyecto o medida política que pretendiera cambiar las características del modelo de organización clásico de la ortodoxia sindical peronista. Un ofrecimiento que seguramente ayude a mitigar la desazón de los gremios que auspiciaban la candidatura del actual gobernador bonaerense.

Moyano pretendía reunirse hoy mismo con Mauricio Macri, igual a como sucedió el lunes siguiente a la primera vuelta electoral. Este nuevo encuentro, sin embargo, se postergaría si efectivamente la Presidenta Cristina recibe hoy al ganador del ballotage, de acuerdo a la información que manejaban anoche en la CGT opositora.

Macri dio su palabra a Moyano que le dará injerencia en la designación de cargos de algunas áreas consideradas vitales por el sindicalismo. Esto es, el Ministerio de Trabajo, el de Transporte y la Superintendencia de Servicios de Salud, el organismo que controla la vida interna de las obras sociales sindicales.

Pero en vista de que el macrismo tiene que completar en menos de dos semanas los elencos de tres gobiernos (el nacional, el de la provincia de Buenos Aires y el porteño), el moyanismo también quisiera colocar hombres de su confianza en esos espacios. Por ejemplo, en el ministerio de Trabajo bonaerense, que cuenta con poder propio de policía laboral. Existiría además el compromiso de reservar un casillero en alguna dependencia laboral para Hugo Moyano hijo ("Huguito"), un abogado que hoy cumple funciones de asesor legal en la CGT de su padre.

El sindicalismo que por convicción o conveniencia acompañó a Cristina hasta el final, y que jugó todo lo que pudo para que se impusiera Scioli, empezó esta misma mañana a reclamar "la unidad del movimiento obrero" para inaugurar el próximo período presidencial.

La derrota del candidato oficialista supuso un duro golpe para ellos: Scioli les había prometido atender todas las demandas (Ganancias, 82% a jubilados, paritarias "sin techo", etc) y hasta ponerles un ministro de Trabajo a su medida, como era el caso de Oscar Cacho Cuartango. También estaba el compromiso de designar a José Luis Lingeri, jefe de Obras Sanitarias, como titular de la Superintendencia de Salud. Pero el triunfo de Macri acabó con ese dulce sueño.

Fuera de Moyano, fueron muy pocos los dirigentes que se alistaron en forma explícita en el bando ganador: el petrolero Guillermo Pereyra, el gastronómico Dante Camaño, el panadero Abel Frutos y el líder de los trabajadores del campo, Gerónimo "Momo" Venegas, que volvió a acertar en una elección presidencial. Vale recordarlo: hasta que se peleó a muerte con los K, el "Momo" había sido un baluarte del sindicalismo kirchnerista.

La última reunión de todos los sectores para buscar la unidad estableció que a fines de este mes se haría un plenario para seguir avanzando con esa iniciativa. Con todo, ahora parece más que difícil que ese cónclave pueda realizarse, hasta que no baje la espuma por el resultado del ballotage. Por lo pronto, Moyano no tiene el mismo apuro que sus colegas de la central aún oficialista. ¿Seguirá en pie la cita después de las acusaciones a Moyano de traición por pactar con Macri?

"Traidores son ellos, que negociaron sueldos de hambre para sus representados", replican los moyanistas. Lo único seguro es que hoy arrancan las negociaciones, sean formales o reservadas, entre los gremios peronistas y el nuevo gobierno elegido ayer por los argentinos.