El plan secreto del papa Pío XII para eliminar a Adolf Hitler

Aunque criticado por su presunta pasividad ante los crímenes del nazismo, el Sumo Pontífice fue en las sombras el centro de un complot para derrocar al Führer. Un historiador rescató de la sombras las claves de la trama

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Pío XII carga con la sospecha de que apoyó tácitamente a Adolf Hitler. Por su renuencia a criticar los crímenes de guerra del nazismo y, sobre todo, el exterminio masivo de judíos, fue incluso llamado por sus detractores el "Papa de Hitler".

En un intento por poner negro sobre blanco sobre esas acusaciones, largamente debatidas, el historiador estadounidense Mark Riebling ha dicho que Pío XII ha sido en realidad el eje central de un plan de apoyo a los opositores alemanes al nazismo, a quienes animó a derrocar al Hitler "desde dentro".

En su libro Church of Spies, Riebling ha revelado el contenido de conversaciones secretas en poder de intermediarios de Pío XII. Esas grabaciones han puesto en evidencia que el Papa incluso lideró una negociación para que los Aliados garantizaran una salida negociada en caso de que el Führer fuese asesinado.

Sin embargo, el plan fue un fracaso, en parte porque nunca logró el apoyo total de las potencias extranjeras y por la sorprendente habilidad de Hitler para esquivar los mejores planes en su contra.

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En su libro, Riebling cuenta cómo el Papa atenuó sus críticas públicas al nazismo para no entorpecer su apoyo a una red de espías de la Iglesia que instaban a la oposición alemana a matar a Hitler.

La hipótesis no deja de tener sentido. El genocida alemán ha sido siempre un implacable adversario de la Iglesia Católica, a la que veía como un obstáculo para que el pueblo alemán abrazara el nazismo. Hitler dijo alguna vez que los católicos eran los más propensos a atacando, y se consideró amenazado por "asesinos azotados por los cuervos negros de los confesionarios".

Pío XII atenuó sus críticas al nazismo para no entorpecer su apoyo a la resistencia

En lugar de oponerse abiertamente a los nazis, Pío XII habría optado entonces por encomendar a un alemán católico, Josef Müller, que suministrara información sobre Hitler y ayudara a los obispos alemanes a comunicarse con la Santa Sede en secreto.

Según Riebling, Pío XXI también usó su influencia diplomática para promover las propuestas diplomáticas de los Aliados, sobre todo el Reino Unido. Las negociaciones se realizaron en secreto, a través de intermediarios y registradas en documentos luego destruidos.

Los involucrados en la red de espionaje usaron incluso nombres en clave: Müller fue el "Mr. X" y Pío XII se llamó "El Jefe".

Según recogió el diario Daily Mail, Riebling escribió que Pío XII animó a Gran Bretaña a ofrecer garantías una "paz justa" a Alemania una vez que Hitler fuese eliminado, en contraste con la paz punitiva que Berlín tuvo que soportar tras el Tratado de Versalles en la Primera Guerra Mundial.

"Nadie podría vincular en forma más discreta y creíble a los enemigos internos y externos de Hitler que Pío XII. Como, tal vez, la figura más prestigiosa de Europa, y por encima de presiones partidarias, el Papa tuvo la mayor ventaja que un gobernante podía poseer: él fue un poderoso de confianza en medio de poderosos en los que nadie podía confiar", escribió Riebling, formado en la Universidad de Columbia.

Müller, o "Mr. X", fue el correo de las negociaciones. Voló desde Alemania a Roma en un avión pequeño con cartas secretas. En 1940, una de ellas prometía a los eventuales sucesores de Hitler un trato justo en la pos-guerra.

En la lista de nombres en clave, Pío XII era "El Jefe"

A principios de 1940 se esperaba que un golpe de Estado terminara con la aventura nazi, pero los movimientos militares de Hitler en el frente Occidental confundieron a sus oponentes. La resistencia interna se desvaneció definitivamente tras las victorias alemanas en Bélgica, Países Bajos, Noruega y Francia.

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Los correos de Müller se cortaron abruptamente en 1943, cuando la Gestapo lo detuvo y lo envió a un campo de concentración de Dachau. Müller sobrevivió y luego se convirtió en una figura importante de la pos-guerra.

Fue finalmente la derrota militar la que acabó con el Tercer Reich dos años más tarde. Y poco quedó en la historia de los planes secretos de Pío XII. El trabajo de Riebling ha sido un intento por rescatarlos del olvido.