Diabetes y alcohol: ¿y si no fueran enemigos?

El vino deja la lista negra. Un estudio estableció que su consumo en moderación beneficia el control del azúcar en sangre para los pacientes de tipo 2

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 AFP 163
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El vino tinto en cantidades moderadas podría ayudar a controlar la diabetes tipo 2, según una nueva investigación, "Efectos glicémicos del consumo moderado de alcohol entre pacientes con diabetes tipo 2", publicada en Annals of Internal Medicine (Anales de Medicina Interna). Los pacientes que participaron siguieron la misma dieta mediterránea, con una sola variación, que reveló los resultados: aquellos que bebieron alcohol en moderación tuvieron mejor control del nivel de azúcar en sangre que los que bebieron cerveza sin alcohol con la cena.

El estudio —el primero de largo plazo enfocado en la patología desde el punto de vista de la alimentación y el estilo de vida— contradijo el mensaje popular de que toda clase de alcohol es mala para quienes padecen de diabetes tipo 2. La investigadora Iris Shai, del Departamento de Salud Pública de la Universidad Ben Gurion, en Israel, confirmó que el vino tinto tiene mejor efecto que el blanco en los niveles de colesterol y descubrió que ambas clases ayudan al control del nivel de azúcar en sangre en aquellas personas que metabolizan el alcohol lentamente.

El estudio contradijo el mensaje popular de que toda clase de alcohol es mala para quienes padecen de diabetes tipo 2

"Había investigaciones anteriores y ensayos clínicos de corto plazo que vinculaban la ingesta moderada de alcohol, en general, con la salud cardiovascular y la diabetes", dijo la doctora Shai a Infobae. "También lo vimos en nuestro ensayo previo, de tres meses. Sin embargo, se necesitaba un ensayo más prolongado y más amplio para encontrar realmente la prueba médica sobre este vínculo casual".

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Mejoran los lípidos, mejora la glucosa

Así Shai comenzó el primer estudio de largo plazo —dos años— y gran escala —224 pacientes, entre 41 y 75 años— para ver si el vínculo era sólido. El grupo de voluntarios no sabía que algunos beberían alcohol, sólo que eran parte de una investigación para el mejor control glicérico. Durante esos dos años, los pacientes dejaron por completo la comida chatarra y adhirieron a la dieta mediterránea (con muchas grasas saludables, como el aceite de oliva o las almendras), sin restricción de calorías. Cuando comenzó el estudio, el cuadro diabético de todos los pacientes se encontraba bajo control.

Los 224 voluntarios se dividieron al azar en tres grupos: uno tomaría una copa de vino tinto con la comida a la noche (150 mililitros, que contienen 13 gramos de alcohol); el otro, una copa de vino blanco; el último, cerveza sin alcohol. Shai y los demás investigadores del equipo midieron los niveles de colesterol, el azúcar en sangre, la presión arterial, el ritmo cardíaco y otros indicadores de salud cardiovascular y control de la diabetes, al comienzo del estudio, a los seis meses y al final.

Al cabo de los dos años se confirmó que, en comparación con el grupo que bebió cerveza sin alcohol, los que bebieron vino —tanto tinto como blanco— se beneficiaron con mejoras en el control del azúcar en sangre. Los que bebieron vino tinto, además, mejoraron sus niveles de colesterol bueno, HDL, en un 10 por ciento en comparación con los demás.

—¿A qué se lo atribuye?

—Encontramos que, en el largo plazo, el vino tinto resultaba mejor para optimizar el perfil de lípidos y, en particular, para incrementar de manera moderada el colesterol bueno, HDL. Dado que los vinos tintos y blancos son comparables en contenido calórico y de etanol, suponemos que la interacción del alcohol con los polifenoles (que son siete veces mayores en el vino tinto) son la razón principal de esas diferencias.

Los pacientes en el grupo de alcohol redujeron visiblemente la circunferencia de la cintura y los niveles de colesterol malo, LDL. Parece que en la población diabética, que toma medicaciones para bajar la glucosa y los lípidos, el alcohol multiplica la capacidad de baja de la glucosa.

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La clave: el metabolismo lento

Un aspecto llamativo del estudio —que se realizó en colaboración con investigadores de las universidades de Harvard, en los Estados Unidos, y Leipzig, en Alemania, y el Instituto Karolinksa, en Suecia— fue que, a los efectos de mejorar el control de la diabetes, no importó tanto la clase de vino que tomaron los pacientes como la predisposición genética de cada uno a metabolizar con rapidez o con lentitud el alcohol.

"El consumo intenso de alcohol es, desde luego, un gran factor de riesgo de salud, por muchos aspectos", recordó Shail. "Nosotros nos referimos a vino seco, sin azúcar, que se bebe con moderación y como parte de una dieta saludable".

—Si tanto el vino blanco como el vino tinto son benéficos en el control de la diabetes tipo 2, ¿qué diferencias encontró el estudio?

—El efecto benéfico sobre el azúcar en sangre se obtuvo sólo entre aquellos que tienen la enzima lenta, que metaboliza despacio el etanol. La implicancia de la baja de azúcar no es general sino para aquellos que metabolizan con lentitud. Como por ahora el estudio genético de este rasgo no está disponible de manera amplia, sugerimos que los diabéticos controlen de modo muy ajustado su glucosa específica.

El estudio de Shai, que hizo ese control genético, estableció que uno de cada cinco pacientes metabolizaban el alcohol demasiado rápidamente como para beneficiarse de estos efectos. Para la mayoría, en cambio, el hallazgo era una buena noticia: entre los pacientes con diabetes tipo 2 que no tengan riesgo de abuso del alcohol, agregar una copa a la dieta traía beneficios de manera directa.

Los efectos en apariencia benéficos para la enfermedad cardiovascular probablemente están mediados por los efectos en el metabolismo de los lípidos, la coagulación y la sensibilidad insulínica, argumenta el ensayo, el primer estudio en investigar estos beneficios en el caso específico de los pacientes de diabetes tipo 2.

La otra diferencia visible fue la de género, ya conocida.

—¿Es igual para varones que para mujeres?

—Para las mujeres, los 150 mililitros asignados en el estudio resultaron óptimos y obtuvieron mejoras mayores (casi del doble) en el panel de lípidos. Sin duda, las mujeres deberían detenerse en una copa. Los varones podrían considerar hasta dos copas, pero tendrían que tomar en cuenta la cantidad de calorías y el aspecto de salud de la dieta.