Inmóvil, con los ojos cerrados y una pierna afuera de la bolsa de basura, apoyada sobre una calle de Filipinas. Así encontraron al bebé abandonado.
Pensaron lo peor. Pero cuando se acercaron, empezó a mover los brazos y la cabeza.
No se sabe cuánto tiempo pasó a la intemperie. Tampoco quién es la madre, ni dónde puede estar.
El bebé tenía aún el cordón umbilical. Junto a él, en la bolsa estaba también la placenta. Eso le permitió seguir alimentándose por tiempo, y fue probablemente lo que lo mantuvo con vida.