Originalidad frente a los problemas

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¿Qué nos dirían nuestros hijos o nietos si en el año 2072 los problemas de la Argentina fueran los mismos? Es así como estamos en este momento.

Hace 57 años el presidente Arturo Frondizi anunció su Programa de Estabilización y Desarrollo orientado básicamente a sincerar la economía del país, atacar la inflación y terminar con la pobreza.

Cualquier parecido con los problemas actuales de la Argentina no es pura coincidencia. Que los desafíos que afrontamos hoy sigan siendo los mismos de hace más de cinco décadas da cuenta de nuestra incapacidad de crecer y desarrollarnos.

En ese discurso, Frondizi anunció un programa económico que apuntaba a racionalizar el gasto, principalmente la política de subsidios para orientar la inversión social hacia aquellos que realmente lo necesitaban. También procuraba el sinceramiento de las tarifas de los servicios públicos, establecía un tipo de cambio único, libre y fluctuante según la oferta y la demanda, la abolición de los controles de precios (a excepción de los bienes de primera necesidad) y la planificación de una política monetaria que defendiera el valor de la moneda nacional.

Esto cobra mayor relieve cuando observamos los logros del Gobierno desarrollista. La industria logró salir de la recesión, se alcanzó por primera vez en la historia el autoabastecimiento de petróleo, el producto bruto nacional creció un 5,9 % en tan solo un año, las reservas de oro y divisas aumentaron significativamente debido al extraordinario ingreso de inversiones extranjeras y se logró dejar atrás la inflación, que se redujo del 150 % al 9 %.

Argentina necesita hoy un programa como el que Frondizi y Rogelio Frigerio pensaron en su momento. Pero, ¿por dónde empezamos? El punto de partida es un buen diagnóstico de la realidad. ¿Parece obvio, no? Pero en la actualidad el Estado nos miente en la cara en todas las estadísticas públicas. Lo hace para ganar elecciones, pero en este caso no pierde la oposición, perdemos todos los argentinos.

Cuando nos dicen que no hay pobreza, hay más pobreza. Que en Chaco hay pleno empleo, hay más desempleo. Que la inflación es baja, hay más suba de precios. Que solo somos un país de tránsito, hay más narcotráfico. En cada caso lo que intenta hacer el kirchnerisimo es bajar de peso falseando la balanza.

Al final del día, con esta práctica se hipoteca el futuro de las nuevas generaciones, en pos del buen pasar de unos pocos. No hay ningún remedio si primero no se acepta la enfermedad. En palabras de Frondizi: "No hay arte de magia que permita al país eludir su propia realidad".

Si en el 2072 no queremos seguir discutiendo sobre los mismos problemas, hay que empezar a hacer las cosas diferentes. Cambiar, porque si no cambiamos los ingredientes, la comida siempre va a tener el mismo gusto.

En las últimas décadas, se repitió en Argentina el péndulo que va del populismo al liberalismo, haciéndonos cometer una y otra vez los mismos errores. Pasamos de gastar pensando en el corto plazo, sin ningún tipo de estrategia ni política pública, al ajuste feroz en el que todos terminamos pagando la fiesta que disfrutaron unos pocos.

A diferencia de lo que ocurrió en 1962, cuando la dictadura militar decidió en lugar de los argentinos y clausuraron arbitrariamente la experiencia desarrollista, en octubre y noviembre de este año el protagonismo de la película lo vamos a tener cada uno de nosotros en el cuarto oscuro. Vamos a decidir si seguimos siendo lo mismo o algo mejor. Si en 2072 discutimos todavía sobre la inflación y la pobreza, o si habremos logrado fundar definitivamente los pilares del desarrollo nacional.

El autor es presidente de la agrupación Jóvenes Desarrollistas. Asesor de Rogelio Frigerio en el Banco Ciudad. En Twitter: @MauricioColello