La vista del papa Francisco recuperó el espacio de la Iglesia en Cuba

Compartir
Compartir articulo

En Cuba, por más de 50 años, el culto católico fue descartado de la sociedad, tras un enfrentamiento entre la jerarquía eclesiástica que respondía a Fulgencio Batista y Fidel Castro. En esa época, los máximos referentes de la iglesia eran funcionales al poder político. En Cuba y en todo el mundo. Estamos hablando de décadas de oro metal. En la Argentina, hay testimonios de fieles que llegaron a hacer donaciones a diferentes sacerdotes, obispos, monseñores a cambio de un pedazo de cielo. Hubo medidas extremas.

El pueblo de Cuba quedó huérfano de Jesús, María y José. No se podía celebrar la Noche Buena, Reyes, Pascua y ni que hablar de las fiestas patronales. Cinco décadas. Los memoriosos contaban a sus nietos de esos tiempos felices de fogatas y alabanzas a la patrona que es esa imagen milagrosa de la virgen de la Caridad del Cobre. Extrañaban como a un familiar al Jesús resucitado, " el promesero" peregrinando para los sábados de gloria.

Pasaron 17 años, de la primera visita de Juan Pablo II a Cuba, después Benedicto y ahora Francisco para recuperar ese espacio perdido. Los tres llegaron a Cuba a evangelizar. A trabajar de curas. Se abrieron las puertas de los templos de par en par y como a cada paso me daban testimonio: "Volvimos a las procesiones, a ganar la calle".

Se recuperó el espíritu de la fe que dejó de ser, eso que era tener fe para los cubanos, que se había reducido al concepto material de donde tener fe en Cuba era "FE: familiar en el exterior".

Los días de Francisco en Cuba fueron una fiesta divina en el sentido evangélico, celestial de la palabra. A Raúl Castro lo vi una y otra vez persignarse. Seguir las misas, acompañar los coros.

A Francisco le reprocharon su encuentro con Fidel Castro por el enfrentamiento con la iglesia. El tuvo una respuesta justa: el arrepentimiento es algo muy privado. Tantas veces me lo dijo a solas: "Si Dios perdona, quién soy yo para no perdonar". El resultado de la visita de Su Santidad no puede mirarse desde las interpretaciones ideológicas. La religión no es una ideología.