"Todas las personas, el Gobierno, la presidenta, todo el mundo tiene que estar orientado por un principio, el principio de la estabilidad del país", comentó la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, durante una entrevista concedida a un grupo de radios del estado de Paraíba (noreste).
Cuestionada sobre la tensa relación entre el Gobierno y el Congreso, la presidenta brasileña resaltó que "en una democracia es absolutamente natural que haya debate" y que existan "divergencias".
"Sólo hay calma en los cementerios, fuera de la calma de los cementerios las personas tienen derecho a discrepar, a decir lo que piensan", sostuvo la jefa del Estado.
Para la mandataria, la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo es "respetuosa" y "constructiva", a pesar de las trabas impuestas por el Congreso para aprobar proyectos de gran relevancia para el Gobierno.
Rousseff se abstuvo de comentar las declaraciones realizadas por el vicepresidente brasileño, Michel Temer, quien admitió que será difícil Rousseff "resista" hasta el fin de su mandato, en 2018, con tasas de apoyo del 8%.
"Hoy realmente el índice es muy bajo", reconoció Temer en alusión al 8% de aprobación que le atribuyen las encuestas a Rousseff, y apuntó que "nadie puede resistir tres años y medio" con un apoyo tan escaso e índices de rechazo en torno al 70%.
El vice de la mandataria es parte del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) que apoya la coalición del oficialista Partido de los Trabajadores (PT).
El ministro de Información, Edinho Silva, salió al paso de la opinión de Temer, primero en la línea de sucesión en caso de una renuncia o destitución de la presidente".
"Esas expresiones, si se usan fuera de contexto, pueden ser malinterpretadas, pero en el contexto queda claro que el objetivo del vicepresidente es unificar al Gobierno en búsqueda de una mejoría de su popularidad".