Había que ganar y pese a que se repitieron varias fallas, esta 'final' se festeja el doble

Fue un partido muy raro desde el comienzo. Por el pésimo estado del campo de juego, por el riguroso y por momentos antideportivo juego de Gimnasia y Esgrima de La Plata y por sobre todas las cosas porque Boca volvió a demostrar esos altibajos que ya hicieron perder puntos increíbles, como pasó ante Unión.

El equipo por momento se pierde, se vuelve ciclotímico y ante la chance clara, neta y palpable de ponerse en ventaja frente a un equipo que se quedó con un hombre menos, comete serios errores en defensa, le convierten un gol y para colmo sufre por la expulsión de Jonathan Calleri.

Tenía todo para ganar y de nuevo apareció ese nubarrón que hizo tambalear hasta el mismísimo campeonato. Porque si se perdía, casi que estaban enterradas las posibilidades de campeonar. Sin embargo, esta vez, el equipo tuvo un momento de lucidez, movió el balón criteriosamente y en la agonía logró sumar de a tres. ¿Merecido? Ya eso no interesa, porque lo único que importaba en esta 'final' era ganar.

También quedará para más adelante analizar los cambios de Arruabarrena, que terminó aprobando por el gol del final de Andrés Chávez. Sin embargo, no ayudó para nada la salida de Lodeiro, de quien se necesitó mucho. El uruguayo fue el autor del tanto del empate y aunque estaba cansado, con su salida el equipo no tuvo más una referencia de juego.

Carlos Tevez, quien muestra síntomas de cansancio pero deja el corazón en la cancha, tuvo que ocupar el lugar vacante de Calleri y con el desgaste a cuestas no podía ni debía retroceder. Pasaron muchos minutos en donde la pelota deambuló sin destino preciso.

Pero claro, poco importa si la última bola entra. Y más si ese gol sirve para un triunfo que vuelve a dejar a Boca en lo más alto, presionando a San Lorenzo, al que se recibirá en la próxima fecha en la 'Bombonera'. Aún con mucho por mejorar, este triunfo se festeja el doble.