Río 2016: una favela resiste la embestida de obras olímpicas

Son familias que se niegan a que sus modestas casas del asentamiento Vila Autódromo sean destruidas con el fin de ampliar el Parque de los Juegos Olímpicos

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En Brasil, hay personas que viven entre los escombros. Son poco más de 20 familias que se niegan a abandonar su favela, ubicada en la frontera del Parque Olímpico de Río de Janeiro. Luchan contra el desalojo a cualquier precio. Los Juegos Olímpicos 2016 están cerca, pero sus convicciones no entienden de plazos.

A sólo un año del evento deportivo, más del 90% de los residentes del asentamiento Vila Autódromo ya aceptaron la indemnización y accedieron a que sus casas sean destruidas. Pero otras familias se rehúsan a dar el brazo a torcer y viven en un pueblo fantasma, donde el agua y la electricidad llegan con poca frecuencia.

Es una favela que hasta el momento permanecía en el anonimato. Es que no posee la violencia de los asentamientos que llegaron a la fama en Brasil. Es una comunidad donde muchos de los residentes han vivido durante más de 40 años. Sin milicia, tráfico de drogas o pandillas. Un barrio tan humilde como limpió de Río de Janeiro.

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Las 450 familias que ya se marcharon de Vila Autódromo son sólo una pequeña parte de más de 20.000 familias reubicadas desde 2009 en el estado de Río de Janeiro, muchos de ellos para dar paso a proyectos olímpicos.

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Los que todavía resisten dicen que están abiertos a negociar con las autoridades pero también creen que este evento es solamente en beneficio de pocas personas.

Penha, de 50 años, ha vivido en Vila Autódromo de casi la mitad de su vida. Tiene la nariz rota por enfrentarse con la policía. "Tenemos el derecho a permanecer y creo que esos derechos deben ser respetados", le dijo al periodista Ricardo Moraes de Reuters, en referencia a los títulos de propiedad otorgados a residentes por el gobierno estatal en 1994.

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El Ayuntamiento dice que algunos de estos títulos no son válidos porque las propiedades están en una zona de protección del medio ambiente. La única certeza es que la favela tiene que ser eliminada para dar paso a las vías de acceso en el Parque Olímpico.

El descontento es similar al que se vivió con la organización del Mundial del año pasado, que generó innumerables protestas callejeras. Por ejemplo, la favela Metro-Maracaná, al lado del estadio Maracaná, fue totalmente destruida.

Aproximadamente 20.000 personas fueron expulsadas de sus casas entre 2009 y 2013. De acuerdo a un informe del Comité Popular de Río, 75% de los 16.700 desalojos en los últimos cinco años han estado vinculados al Mundial y a las Olimpíadas de 2016.

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El alcalde de Rio, Eduardo Paes, se cansó de negociar el reasentamiento y firmó un decreto que considera el territorio de "utilidad pública" y abre la vía judicial para el desalojo de esta comunidad nacida en la década del '70 en Barra de Tijuca.

Todo apunta a que el lugar quede libertado para edificar el acceso al Parque Olímpico. Incluso, los residentes creen que el área será utilizada para construir apartamentos de lujo y hoteles una vez que los Juegos Olímpicos hayan terminado. No hay pruebas convincentes de que las familias deben ser removidas, pero los planes ya son un hecho. Ellos, mientras tanto, resisten la embestida.