Oposición: emocionanos con un discurso propio y sincero de una vez

Por Germán FermoUna forma de medir el progreso de un país es a través de la evolución de sus problemas. Resulta imposible comprender cómo la oposición no pueda definirse ante la evidente lista de dificultades que enfrenta la Argentina

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Soy tan liberal, pero tan liberal, que nunca me sentí ni me sentiré representado por ningún político de los que pulula en este planeta. Es más, creo que este mundo sería infinitamente mejor sin políticos. Y aclaro, mi definición de liberalismo implica: ortodoxia fiscal, disciplina monetaria, énfasis en políticas públicas que instauren crecimiento potencial de largo plazo, un Estado concentrado primordialmente en educación, salud y justicia, que con su intrínseca ineficiencia no moleste al único sector capaz de generar riqueza e innovación sistemáticamente: el privado. Nada de todo esto es antisocial, muy por el contrario, resulta evidente lo cruel que el populismo suele ser con sus pobres, a quien sólo les ofrece una alpargata regalada como alternativa.

Y en este contexto tuiteaba la semana pasada: "Si hay cambio climático entonces, deberíamos haber 'hedgeado' al cambio climático hace tiempo: ¿capisci? Los shocks exógenos son 'hedgeables'". Una forma de medir el progreso de un país es a través de la evolución de sus problemas. Parecería quedar claro que como sociedad estamos estancados en dilemas muy serios, con nefastas consecuencias sociales y de larga data, a los cuales no hemos podido darles solución. Las inundaciones son sólo un ejemplo de este proceso. Me resulta casi imposible comprender cómo la oposición no pueda definirse claramente ante la larga y evidente lista de dificultades que actualmente enfrenta el país. No he podido ni siquiera escuchar una lista ordenada de los problemas que actualmente nos aquejan, eso debería ser básico para un opositor: si no tenés claridad para decirnos hacia dónde ir al menos, exhibí el pragmatismo de indicarnos cómo estamos hoy en el spot.

Esta es una elección de tristes. Nadie habla, nadie debate, nadie propone cosas nuevas, todos con la cabeza bien adentro del hormiguero y hasta por momentos es una elección cómica: todos dicen estar ganando mientras existe un tremendo temor al sincericidio aun cuando paradójicamente, no ser sincero te acerque tanto al otro que termines perdiendo por ser una copia berreta del original. ¿En dónde está escrito que para ganar una elección tenés que dejar de ser vos mismo? ¿En dónde está escrito que para ganar tenés que sonar parecido al otro? ¿En dónde está escrito que estamos tan degradados como sociedad que lo único que nos seduce es el fútbol y el choripán caliente? ¿En dónde está escrito que para ser Presidente tenés que ser una ameba y encima, muda? Oposición presidenciable: ¿sos consciente que estás 2 a 0 en contra?

Yo me revelo a esta estrategia perdedora. Soy de los que cree que si te plantás en una tribuna, te ponés la mano en el corazón, te inspirás y empezás a contarnos con el alma hacia dónde querés ir, una avalancha de argentinos te va a seguir, pero para eso primero tenés que estar vos convencido y dejar de ser un copión populista. Antes de emocionarme con tu discurso, quiero verte a vos emocionado con tu sueño, con tu concepción de país, con tu capacidad de convencerme de que podemos imaginarnos una Argentina sustancialmente mejor, que tome como costumbre la capacidad de autodesafiarse para logros socialmente históricos. Soy todo oídos, me quiero emocionar al escucharte decir con tus ojos llenos de lágrimas que es posible que un pibe carenciado pueda imaginarse universitario a 20 años vista, que podemos articular un proceso de inversiones en infraestructura de largo plazo para evitar shocks climáticos y no tener que rezarle al sol, como hacían los indios del far west, para zafar del problema, que el "no social" puede con esfuerzo, sacrificio y convicción convertirse en un "sí social". Abandoná la permanente retórica de especular con un voto más o un voto menos, sacá pecho de una vez, intentá hacer la histórica y si te sale mal tomá la pérdida, andá a tu casa con la frente bien alta y con la firme convicción de que fuiste y hablaste con tu propio mensaje, no con el de al lado prestado. Los grises no quedan en ningún libro de historia y tampoco parecerían querer ganar elecciones en Argentina.

Todos dicen estar ganando mientras existe un tremendo temor al sincericidio

Si uno cree en uno mismo, si uno tiene un mensaje contundente para comunicar, yo digo que la mejor estrategia política es hacer público tu discurso, es abandonar la interminable sanata gris e ir de una vez a seducir a una nación entera que por ahí anda con ganas de enamorarse de una propuesta diferente, de algo que nos saque de esta dinosáurica mediocridad en la que estamos embalsamados. Hay una parte grande, bien grande en Argentina que es todo oídos y está esperando a ese líder opositor que se plante y empiece a hablar de una vez, que nos empiece a enamorar con su propio sueño, con su propio proyecto. No creo que vivamos en un país de sordos, tampoco creo vivir en un país de insensibles, pero la sinfonía de un nuevo mensaje tiene que hacerse camino desde quien lo propone. Con tu discurso, con tu propuesta, empezá a llamarle la atención a una sociedad que perdió casi por completo su capacidad de imaginar un sueño, una metáfora que nos extrapole del status quo a cosas ex-ante inalcanzables. Plantate de una vez, contanos cómo estamos hoy y hacia donde nos querés llevar, convencemos de que un proyecto de mediano plazo es posible y por sobre todo, que es absolutamente necesario.

Uno de los aspectos que como humanos nos distingue del resto de las especies es la emoción. Entonces con todo respeto a vos, tenue opositor, que seguís calladito mirando las encuestas y no te das cuenta que en las PASO del domingo 9 te fue mal, te digo, ¡EMOCIONAME!, hay una parte grande de la sociedad que está esperando de vos algo diferente, algo que te haga presidenciable, algo que finalmente supla este formidable vacío de mensaje, debate y convicción que estamos padeciendo en lo que por el momento han sido las elecciones más mediocres de la historia de la República. Escribí vos tu propio capítulo en la historia, proponete vos como querés quedar, corré al estratega político de turno, sacate el miedo y salí a buscar a una nación entera que por ahí anda con ganas de subirse a tu proyecto, a tu mensaje, a tu idea pero para ello es necesario que hables, nos cuentes, lo hagas público y demuestres que verdaderamente tenés ganas de ser Presidente. En la recta final hablanos con convicción, con firmeza y con huevos, y sacate de una vez el miedo a ser sincero y a hablarnos con el corazón, eso también paga en política: ¿capisci o non capisci?



(*) Germán Fermo. Ph.D. in Economics, UCLA, Máster en Economía CEMA. Actualmente se desempeña como Director de MacroFinance y como Director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella.