En su noche estreno, Hannibal Lecter recibió invitados con un menú extra carnívoro

El célebre caníbal usó el restaurante "Elena" del Hotel Four Seasons de Buenos Aires para adelantar la tercera temporada de su serie. En una mesa refinada, invitó a sus comensales a probar algunos de sus escalofriantes platos preferidos

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No se podía esperar menos para la noche estreno de Lecter (Sí, Hannibal). La invitación del célebre médico insinuaba misterio y llegó a manos de unos 15 comensales a los que nos desafío a compartir su mesa para festejar el pre-estreno de la tercera temporada de su serie. Saben de lo que hablo. Tarjeta roja (casi ensangrentada) con la leyenda: "It will be a pleasure to meEAT you".

Conociendo sus exquisitas mañas, no hizo falta aclarar que sería una ceremonia de gala, refinada y exótica. A las 20, la mesa del restaurante "Elena" del hotel porteño Four Seasons reconstruyó a la perfección algunos rasgos de clase de canibalismo. Vajilla inglesa de plata, copas de cristal y platos (aún) vacíos a la espera de un menú escalofriante.

El clima era provocador: luces tenues iluminaban su rostro que (a lo Big Brother) observaba todo desde un cuadro. Entre copa y copa, llegó el momento, la prueba. Media docena de mozos (impecablemente uniformados) entraron a la exclusiva sala con sospechosas bandejas de plata. Solo se veía carne. "Buenas Noches. Espero que tengan apetito porque la entrada de hoy es ´La razón...su cabeza´", informó sin mucho detalles Juan Gaffuri, el chef con la velada a cuestas. Simplemente pegó media vuelta y se fue. Con instrumental quirúrgico los mozos servían sin dar demasiadas explicaciones. El aspecto de los cortes era dudoso, raro.

Todos queríamos saber qué estábamos comiendo, pero era anónimo. De eso se trataba la noche: misterio y anonimato. El desafío de quedar rendidos a los gustos de Lecter. Con tenedor en mano, se me vino a la mente el "Toca, pero no pruebes. Prueba, pero no tragues" de Al Pacino en El Abogado del Diablo. Pensé una y mil veces llevarme ese bocado a la boca. Los hombres, valientes, limpiaron sus platos sin mucho escándalo. Otros simplemente no nos animamos y decidimos ver qué nos depararía en el siguiente plato. "Menú principal: ´Los sentimientos...su torso´", lanzó al aire el cocinero. La escena se repitió. Dejó la bandeja con unos trozos de carne y nuevamente abandonó la sala en silencio.

Nunca me sentí tan insegura. La textura indicaba que se trataba de órganos: hígado, corazón, intestino, riñón y el fácilmente reconocible ceso. Me hice de coraje y atiné a probar un poco de lo que más se parecía a una molleja entre tal abundante oferta. No puedo quejarme. Debo reconocer que el sabor era exquisito. Los gestos del resto eran de placer absoluto, de paladares ansiosos por más sabores carnívoros. "Mmm, prueben esta delicia, ¿Qué será?", "¿miren la presentación, ¿saben qué carne es", preguntaban en la mesa.

Los anuncios del chef, que espiaba de tanto en tanto, subían su calibre. El suspenso se me tornó un poco irritante. Esto de cenar a ciegas era confiarle a Lecter demasiado de mis preferencias gastronómicas. Nunca fui coartada de mi libertad. Podía probar y superar su desafío, o dejar el plato en blanco con la incógnita e irme frustrada. "Señores, espero disfruten La movilidad...sus extremidades". Una nueva bandeja llegó a la mesa y esta vez sí la presentación fue shockeante. Un puré de papas decoraba unos huesos pelados. A su lado, la carne finamente braseada. Mi comensal vecino notó mi desconcierto y preocupación. Se acercó a mi oído y reveló: "Come tranquila. Puede darte impresión, pero estoy seguro que es ossobuco". Intenté restarle trascendencia a la presentación del plato y accedí.

Llegaba el postre y me ilusioné con la posibilidad de aliviar mi apetito cobarde con algo más tradicional dulce. Pensé que lo extravagante ya había pasado. Pero otra vez el chef sorprendió con la rareza Lecteriana: "Helado Dolce Morte ... La sangre". Cucuruchos negros con una deliciosa crema de queso azul bañado en un líquido púrpura y ¿trozos de esponja aereada Red Blood? Sí, unos pedacitos de bizcochuelo rojo que simulaban ser carne humana adentro de un helado. El veredicto fue superador.

Por último, y acompañados de champagne, llegaron los Petit fours, presentados como "Una mirada al corazón". Pequeños recipientes con variedad de chocolates salados. A esta altura, ya me había relajado. De a poco se iban develando los ingredientes del increíble menú que habíamos probado: mollejas grilladas con emulsión de limón; lengüitas de cordero a la vinagreta; beignets de sesos con salsa picante; lomo madurado; bifes de hígado con mermelada de cebollas; chicarrón de chinchulín; ossobuco braseado fueron las alternativas del chef para recrear una ficticia cena caníbal. La noche pre-estreno de la tercera temporada de la serie que trasmite AXN concluyó con un contundente y exitoso "Espero que hayan disfrutado del exclusivo cuerpo de Hannibal Lecter".