Habló la griega acusada de matar a golpes a su marido: "Pueden pedir la pena que quieran"

La Justicia solicitó 16 años de cárcel para Panagiota Alexopoulos, acusada de la muerte de su pareja en llamativas circunstancias. Las pruebas del juicio y los roces con la fiscal, los médicos implicados por encubrimiento y el rol del caniche Aristóteles

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La fiscal de juicio Marcela Dimundo se hartó en la mitad de su alegato de casi tres horas: "¡No me haga más gestos, señora!", gritó. A pocos metros de distancia esta mañana en la sala de audiencias del Tribunal Oral Criminal Nº2 en Lomas de Zamora, Panagiota Alexopoulos la desafiaba con la mirada mientras se mordía el labio inferior, con un rosario ocupándole las manos. Cada punto acusatorio que la fiscal Dimundo mencionaba hacía efecto en Panagiota; causaba una reacción despectiva, displicente. Pero Panagiota solo pudo mirar al suelo cuando llegó el pedido de pena en su contra: 16 años en la cárcel.

El 26 de noviembre de 2011, según la acusa la Justicia, Alexopoulos mató a su pareja, Julio Caprarulo, de una serie de golpes en la cabeza con un objeto "duro y contundente" -se había sospechado de una plancha, en un primer momento- en la casa que ambos compartían sobre la calle Dardo Rocha en Avellaneda. Sin embargo, la muerte no es lo único que importa. Para fundamentar su pedido de pena luego de más de tres meses de juicio y una nutrida instrucción a cargo de la fiscal María de los Ángeles Attarian Mena, Dimundo valoró los sugestivos hechos que marcaron el accionar de Panagiota alrededor de la muerte de su marido.

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Dimundo habló de "la descripción tranquila y pormenorizada, prolija y falta de nervios" de Alexopoulos al pedir el servicio de ambulancia a OSECAC, la obra social de empleados de comercio, para notificar la muerte de su marido. También, el llamativo funeral en el cuarto mismo de la pareja, que fue el escenario mismo del hecho según la Justicia, con "la actitud autovigilante y controladora de las personas que entraban y salían de la habitación"; Caprarulo fue velado a oscuras y deprisa, a la luz de las velas. Alexopoulos buscó dos cocherías para enterrarlo: la primera de ellas declinó el servicio al notar golpes en el cadáver de Caprarulo. También, agregó Dimundo, "las palabras de Panagiota en el cementerio, cuando las personas no sospechaban de la imputada, esa puesta en escena, cuando leyó una carta y lloró, pero lo hizo sin lágrimas".

La fiscal consideró también la insistente serie de llamados a la madrugada del hecho de Panagiota a la ex mujer de su pareja, ya que necesitaba las costancias de divorcio para cremarlo. El cortejo fúnebre, que llegó al cementerio parque Pereyra Iraola de Berazategui, a gran velocidad, media hora antes de lo previsto. También, la serie de manchas de sangre lavadas en la habitación de la pareja y en una pileta de la casa, todas con un perfil de ADN coincidente con el de Caprarulo. Para la fiscal, inequívocamente, la muerte fue traumática: las astillas de hueso en el cráneo inspeccionadas microscópicamente fueron una prueba crucial.

El perfil psicológico de la acusada no fue de gran ayuda, por otra parte. Una perito que la entrevistó "no vio que la misma estuviera transitando un duelo; había una proyección verborrágica y una intención de querer a toda costa dar una versión de los hechos, llegando a los detalles más insólitos. Se encontró, también, con una hostilidad encubierta. Se compatibilizó con declaraciones de algunos testigos que hablaron de situaciones de violencia de Panagiota con parejas anteriores". Otro punto curioso son las supuestas heridas que le habría causado al cuerpo de Caprarulo el caniche de la pareja, Aristóteles; esto a la fiscal le parece imposible.

Pero, a pesar de todo este cuadro, Dimundo no pudo establecer un móvil: aún no se sabe por qué murió Caprarulo. El dinero había sido una hipótesis inicial. Pero Panagiota sorprende al decir a Infobae: "No ganaba nada mi marido; usaba una extensión de mi tarjeta". Hoy, vive bajo arresto domiciliario tras haber pasado casi mil días en prisión; cuida a su madre enferma en la misma casa de Dardo Rocha. Dice, una y otra vez, que es inocente, que su marido murió de muerte natural, que nadie lo asesinó: "No voy a decir nada que no corresponda porque después me dan con un caño. La fiscal hace su trabajo, sí, y está totalmente equivocada", afirma.

-Se habla de un velatorio a oscuras y un viaje acelerado al cementerio, de una premura para cremar el cuerpo de su marido.

Mentira, esas son pavadas que dijo la familia de mi marido. Nada que ver. Ni sé en qué auto iba yo en el cortejo, con eso digo todo.

-Una evidencia tomada en cuenta es la cantidad de manchas de sangre en la habitación.

Esos son mentiras y te lo puedo asegurar. Hay una mancha de una pared que es sangre que salió de un mosquito, que no la ves a simple vista. Cuando le ponen luminol, se ilumina, no dice el tamaño de la mosca. Es un mosquito que le habré pegado hace no sé cuánto tiempo. Que le hagan un ADN a ver de quién es la sangre.

-Lo mismo las supuestas heridas causadas por el perro.

Ay, ¡pero por favor! Pero si un médico que no conozco constata que mi marido no tiene nada en la cara y después a las 16:30, que ya habían venido todos, veo que está lastimado, salgo a los gritos y digo: "¡Algo pasó a mi marido!" Y lo había lastimado el perro. Ahora listo, ya está.

-¿Cómo vive hoy?

Sigo en la casa de Dardo Rocha, tranquila, con mi familia, sola con mi mamá. Mi abogada defensora alega mañana. Y la verdad es la que cuenta el perito de parte, el doctor Tursi: mi marido murió de una muerte lenta, natural.

Algo que la fiscal de juicio contradice totalmente, basada en los peritos que hicieron la autopsia.

No es así como lo dice ella, eh. Porque hubo dudas. Ella saca puntitas de todo. No está contando toda. Dijeron en el cementerio que la mortaja y el cajón estaban manchados. En el cementerio lo vi a mi marido boca abajo, en la camilla de acero inoxidable, cosa que el dueño del cementerio negó cuando vino acá. Estoy repitiendo lo que dijeron testigos.

Su marido no tenía ninguna patología previa como para morirse de repente.

Era muy fumador, dos atados de puchos por día. Y tenía dolores de cabeza muy intensos. Vivía tomando aspirinas. Había ido a una médica china por sus dolores. Juli tenía las manos muy rojas, la médica le dijo que tomaba mucho alcohol. ¡No tomaba ni para el brindis!

De nuevo, ¿no le da miedo volver a la cárcel?

¿Qué me va a dar miedo? Soy una persona inocente. Acá la verdad es una sola. Pueden pedir la pena que quieran. Después la van a tener que sostener.

Otros acusados

Junto a Panagiota, hubo otros tres acusados: Hilda Zulberti, íntima amiga de Alexopoulos y los médicos Omar Rossi y José Pinto García. A Zulberti se la acusó de ayudar a acondicionar el cuerpo de Caprarulo; dado el vínculo de íntima amistad con Panagiota, la fiscal Dimundo no pidió pena para ella y creyó en su buena fe. Pero para Rossi y Pinto García, la fiscal pidió tres años de prisión en suspenso y un curso de ética profesional. Al primero lo acusó de falsedad ideológica; firmó el certificado de defunción de Caprarulo. Al segundo, de encubrimiento agravado: declaró el óbito en la casa de Dardo Rocha.

Los abogados de ambos alegarán el viernes en la sala del TOC Nº2. Pablo de Fazio, letrado de Pinto García adelanta que su cliente: "Fue negligente; no constató las lesiones, lo revisó mal, superficialmente, ya cuando sale con la ambulancia le transmiten un código rojo que significa peligro de muerte inminente, la mujer le dice que ya estaba fallecido, impresionaba óbito. Le tomó el pulso y lo auscultó sobre la ropa. Esto surge del debate". Para el abogado, la inocencia de su cliente es clara: Dimundo no habló de un vínculo entre Pinto García y Panagiota que pudiese sugerir un pacto, pero remarcó su omisión en informar. Horacio Marcovich, letrado de Rossi, ensaya una defensa todavía más sorprendente: "Rossi firmaba certificados de defunción en blanco, dada la falta de médicos habilitados para hacerlo en el sistema de salud. No existe ningún tipo de elemento para imputarlo."

Patricia Anzoátegui, abogada defensora de Panagiota, hará su alegato mañana. "Nosotros habíamos sostenido inexistencia de delito que no había homicidio y las lesiones vitales salieron después de la casa. Nosotros sostenemos hubo una mala praxis en la declaración del óbito. Caprarulo estaba ensangrentado en el cementerio y los muertos no sangran. Se les cae y lo terminan de matar ahí. Es terrible lo que le pasó. Posiblemente llegó con vida. El médico tuvo contradicciones", afirma. Por lo pronto, Anzoátegui evalúa denunciar por falso testimonio a varios testigos del juicio.