El espejo de Grecia

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Tener contacto con las noticias de la crisis financiera griega, para los uruguayos es, inevitablemente, recordar lo sucedido en 2002. Más allá de diferencias y semejanzas, vale la oportunidad, para repasar algunas pinceladas de aquella salida.


Nuestro país soportaba una fuerte presión del Fondo Monetario Internacional, para que cayéramos en cesación de pagos, como lo había hecho Argentina meses antes. Encabezada por el chileno Eduardo Aninat, la misión del Fondo era hacer lobby para ello. Había declarado a medios de su país que Uruguay no podría ser nunca más plaza financiera.


El actual presidente de la República, Tabaré Vázquez, por aquel entonces líder de la oposición, se alineó con esa postura y pidió el tan temido default. A la postre, terminó siendo asesor del FMI.


Pero el gobierno que presidía Jorge Batlle no se quedó sólo. Y el sistema político dio señales de unidad en los difíciles momentos que se vivían. Aebu, el sindicato bancario, trabajó a la par del Ministerio de Economía para encontrar las mejores salidas a la crisis. Esto fue reconocido por los ministros del ramo que se sucedieron en el cargo.


Los legisladores que conformaban la coalición de gobierno (Partido Colorado y Partido Nacional) tuvieron los votos necesarios para apuntalar legalmente la salida. Sin embargo, los que representaban al novel Nuevo Espacio Independiente, luego Partido Independiente, liderados por Pablo Mieres, también acompañaron la solución propuesta. Y Danilo Astori, que sería después el primer ministro de Economía del Frente Amplio, dijo públicamente que, más allá de que su partido había resuelto no votar la ley de estabilidad financiera, que permitía el oxígeno necesario, si faltaban votos, estaba dispuesto a que su sector rompiera la disciplina partidaria y levantarían sus manos.


Unos diez años después de la crisis, el economista Carlos Sténeri, uno de los artífices de la salida, publicó "Al borde del abismo", donde cuenta las peripecias desarrolladas en aquellos duros meses. Astori fue uno de los presentadores del libro y reconoció la exitosa solución uruguaya.


En este recuerdo, no pueden faltar algunos de los protagonistas principales, que cargaron sobre sus hombros la responsabilidad de salvar al país: Alejandro Atchugarry, Max Sapolinski, Isaac Alfie (Ministerio de Economía), Julio De Brun (Banco Central), Ariel Davrieux (Oficina de Planeamiento y Presupuesto), Hugo Fernández Faingold (Embajador en Estados Unidos), el ya mencionado Sténeri; entre tantos buenos funcionarios que evitaron el descalabro económico.


Se discutió con los organismos internacionales de crédito, se negoció con los tenedores de deuda uruguaya, se recibió la ayuda del gobierno de Estados Unidos.

La premisa fundamental que predominaba en todos los ámbitos del gobierno era honrar los compromisos. Lo que se necesitaba era volver a gozar de la confianza que siempre nuestro país representó. Y para ello, se imponía el cumplimiento de la palabra y asumir las obligaciones contraídas.


Esa fue la hoja de ruta, a pesar de las presiones internacionales. Ojalá Grecia, como en tantos otros momentos de su historia, pueda salir lo mejor posible de esta compleja coyuntura y dentro de poco tiempo, vuelva a tener la estabilidad financiera necesaria para avanzar con tranquilidad.


El autor es licenciado en Ciencia Política y ex diputado del Partido Colorado de Uruguay.