Mientras Ganancias amenaza al aguinaldo, las paritarias se amoldan al tope del Gobierno

Del 60% de los trabajadores que actualizó sus sueldos, sólo unos pocos lograron traspasar la línea del 27%. Los gremios prevén un aluvión de quejas por el impuesto que se llevaría hasta un 35% del aguinaldo

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La profundidad del impacto que sufran, a fin de este mes, los aguinaldos de los sueldos alcanzados por el impuesto a las Ganancias, determinará cómo sigue la pelea del sindicalismo opositor en las postrimerías de la administración K. Fue ése el mensaje subliminal que dejó el encuentro -más bien informal- de esta semana entre los referentes de los gremios del transporte, donde precisamente se siente con mayor fuerza que en otras actividades el poder de daño salarial del gravamen de la AFIP.

Desde la caracterización de "sexta central sindical" que ellos mismos se adjudican, por haber llevado el peso de los dos paros generales que se hicieron este año, el grupo de los "22" transportistas se siente con espaldas para imponer agenda y volver a la carga con el reclamo crónico ya de cambios en el intocable régimen de Ganancias.

Descuentan quejas en cantidad en el sector por aguinaldos barridos en hasta un 35% por el largo rastrillo del Estado. También se esperan idénticas reacciones malhumoradas entre aquellos inscriptos en la franja del 10% de los trabajadores que, reconoce el Gobierno, paga el llamado "impuesto al trabajo".

Perfilan por eso un plenario que se haría bien entrado el mes que viene, para revisar la impositiva y las otras cuestiones pendientes de siempre con el Gobierno (precarización laboral, jubilaciones, obras sociales). Así funcionó la dinámica de lucha de los opositores en las huelgas de marzo y del 9 de este mes: las asambleas de los gremios del transporte hicieron punta con las medidas, y a ellas se acoplaron luego las centrales de Moyano y Barrionuevo y la CTA de Micheli.

Pero esa fruta, la de un sexto paro en la era Cristina, está verde todavía. El clima de campaña que todo parece envolverlo, conforme se va acortando la cuenta regresiva hacia las PASO de agosto y las presidenciales de octubre, pasando por las próximas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires, desaconseja embarcarse en proyectos de lucha que, con justicia o no, quedarán automáticamente tildados de oportunismo electoral.

Los gremios del transporte esperan por un contacto con los candidatos que todavía no sondearon: Scioli, De la Sota, Altamira. Tal vez ellos tengan la repuesta sobre por qué sólo han caído unas pocas migas, para la dirigencia gremial, de las mesas partidarias donde se confeccionaron las listas de candidatos.

En cualquier caso, no sólo será por culpa de la política que el sindicalismo vea demoradas sus reivindicaciones. La dirigencia gremial anti-K ya puede ir borrando de su discurso la principal demanda que le había hecho al Gobierno para llamar a la última huelga: la de "paritarias libres" prescribió.

Los acuerdos salariales van cayendo uno a uno, como brevas maduras. Terminaron al final acomodándose a las reglas de juego que impuso la doctora Kirchner, vía Kicillof, para las negociaciones 2015. Apenas un puñado de gremios, como aceiteros y bancarios, pudo romper el esquema del techo salarial.

Se esperan chisporroteos aún de parte de algunas organizaciones levantiscas con el tope oficial del 27 por ciento. En cualquier caso, el Gobierno siente que el partido paritario ya lo tiene ganado con el 60% de los trabajadores que actualizó ya sus sueldos. A los que se suman militares, gendarmes, prefectos y policías.

Esta semana que se va marcó el final feliz de las negociaciones salariales de portuarios (SUPA), marítimos, empleados de la construcción, textiles, perfumistas y gráficos. La mayoría de esos acuerdos orilló entre el 27 y 28% y se pagarán en dos y tres veces; con la excepción de los trabajadores navales que cobrarán el incremento de una vez. Además, todos, acordaron ventajas convencionales que les permite darle un poco de lustre a los porcentajes conseguidos.

También pasó al bibliorato de archivadas la paritaria de la Alimentación de Rodolfo Daer, que pintaba dura pero que al final hubo acuerdo por un 33% pagadero en dos veces. Otro gremio que traspasó la delgada línea roja del 27 por ciento.

La gran incógnita pasa por ver cómo se cierra la paritaria de los camioneros de Hugo y Pablo Moyano, que otrora, durante los tiempos de Néstor Kirchner presidente, marcaba al resto el porcentaje por el que se debía negociar. A última hora de anoche, los ahora encarnizados opositores seguían negociando por una cifra "con un 3 adelante".

También están más cerca de un arreglo los colectiveros de Roberto Fernández, quien se desdijo días atrás del paro que, se filtró, llevaría adelante la UTA para presionar.

Otro que se puso en combate es el barrionuevista Alberto Roberti, jefe de la Federación del Petróleo, Gas y Biocombustibles. Desde una postura confrontativa reclama un 32 por ciento. Mientras, el Ministerio de Trabajo ordenó que en el sector se cumplan "guardias mínimas" en la producción de gas en garrafas.

También arrancó el martes la paritaria en el sector ferroviario. Los líderes de los dos grandes gremios del sector, el kirchnerista Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), que busca reinventarse tras la declinación como presidenciable de Florencio Randazzo, y el opositor sin partido Omar Maturano (La Fraternidad) mantienen un duelo que los lleva a no hablarse. Pero en el sector nadie considera a ese factor como un impedimento para que ambos sindicalistas congenien una propuesta con el Ejecutivo.

El fin de semana podría ser propicio para un mínimo acercamiento de tribus del atomizado mundo sindical: todas las centrales prometieron asistencia a la versión 2015 de la semana social que anualmente, para esta fecha, organiza la Pastoral Social en Mar del Plata. El sindicalismo peronista jamás esquiva sus compromisos con los obispos locales, que este año proponen debatir sobre un eje: "¿Globalización de la indiferencia o globalización de la solidaridad?".

Dicen que podría comunicarse Francisco. Se descuenta que no va a preguntar nada de aquella promesa que había hecho el sindicalismo, el año pasado en el mismo escenario, sobre una CGT única antes de que se hagan las PASO.