"Navidad blanca": un ex policía, a juicio por 280 kilos de cocaína

Un ex miembro de la Bonaerense y otras dos personas fueron detenidas en Flores con gran cantidad de droga en un taxi y dólares falsos el 24 de diciembre pasado. La historia detrás del caso

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Era mucha cocaína para un solo baúl. El 24 de diciembre último, en un garaje de la calle Ramón Falcón al 2700, barrio de Flores, la Policía Federal detuvo a José Atilio Brito, un tucumano de 54 años, a bordo de un taxi Chevrolet Spin. La parte trasera del Chevrolet fue requisada rápidamente: tenía 288 paquetes de cocaína prolijamente embalados, un total de 280 kilos.

Brito, de acuerdo a fuentes judiciales, no tardó en hablar. Dijo espontáneamente que el vehículo se lo habían dado otros dos hombres, cerca de la plaza Nazca. Brito luego afirmó que condujo el auto hasta una plaza, donde un tercero cargó la droga, y que iba a entregarles las llaves del auto a Giménez y a Castro, que esperaban en un bar llamado "Dalton", cerca del garaje. Rápidamente, con la descripción física de Giménez y Castro, la Justicia ordenó sus detenciones. Resultaron estar, llamativamente, en ese mismo bar, en la esquina de Rivadavia y Terrada.

Uno de ellos tenía un su poder una valija con 29 fajos de billetes: sólo había 59 billetes de 100 dólares en total, todos falsos. Los fajos eran de mentira; estaban armados con recortes de diarios y revistas. Era, a todas luces, una trampa desleal, una estafa entre narcos. Y para la Justicia y la Policía Federal, fue un golpe automático, demasiado sencillo quizás. No ocurrió luego de una extensa investigación, de meses de seguimiento e inteligencia como suele pasar en grandes incautaciones de droga. Ocurrió, simplemente, por una llamada anónima recibida por la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA, que fue chequeada con éxito y que llevó a los 288 paquetes de cocaína.

Hoy, luego de que la Sala II de la Cámara Federal porteña confirmase sus procesamientos en mayo último, los tres hombres enfrentarán una posible condena por tráfico de estupefacientes. En Comodoro Py, el fiscal federal Federico Delgado, a cargo de la instrucción de la causa con Luis Rodríguez como juez, la elevó a juicio esta semana. Pericias a los teléfonos celulares a cargo de la división Cibercrimen de la Policía Metropolitana indicaron contacto fluido entre los tres imputados. La evidencia es sólida; un fallo condenatorio parece posible.

Sin embargo, el tema no está cerrado, al menos no para el fiscal Delgado. Para él, hay sospechas que persisten. En su elevación a juicio, Delgado razonó: "No se incautan 288 ladrillos de cocaína todos los días, más bien todo lo contrario cuando sucede es una anomalía estadística... En este caso esa circunstancia se ve intensificada porque no se lo hizo en el contexto de una gran investigación donde se observaban en forma encubierta los movimientos de una banda criminal a lo largo de un período de tiempo sino a raíz de una 'denuncia anónima' un 24 de diciembre, que se restringió a dar la información necesaria para encontrar un vehículo en un lugar determinado con un cargamento de droga".

Luego, el fiscal afirma: "Está claro que sólo vemos la punta del iceberg, estas cosas no suceden excepto que alguien quiera que suceda. Las propias bandas criminales administran el "espacio de aparición" en estos casos. No podemos especular sobre el trasfondo de lo que no vemos. Pero sí podemos estar seguros que la intervención estatal es un recorte, el antes y después de la fotografía permanece en penumbras, no sabemos de dónde venía la droga ni hacia dónde iba, sólo un llamado anónimo chequeado con éxito por las fuerzas de seguridad". Es decir, toda esta droga de algún lado viene. Y esa denuncia anónima no deja de ser un enigma.

Los billetes falsos y los fajos de fantasía estaban en poder de un santafesino desocupado de 44 años, que afirmó haber trabajado en el negocio agropecuario y en el mantenimiento de edificios. Este hombre resultó ser un caso peculiar: cuando le pidieron que se identificara, dijo primero ser "ecuatoriano, del Servicio de Inteligencia de ese país", luego manifestó ser argentino y que habría sido policía de Trelew. Al final indicó "ser integrante de la Policía Bonaerense", de acuerdo a un documento de la causa al que accedió Infobae. Y la declaración indagatoria de Giménez del 2 de mayo último llamó poderosamente la atención del fiscal. Delgado, en su elevación a juicio, pidió que a raíz de ella se extraigan testimonios para su investigación y que sean elevados a la Cámara Federal.

Este hombre habló en su declaración de un tercero, del cual dio su nombre y que había conocido ocho meses antes del hecho y con quien había trabado una amistad. Hasta le había revelado a este tercero su situación como ex miembro de la Bonaerense y que había pertenecido al área de investigaciones de esa Policía. Dos semanas antes del hecho, lo contactó para ver si le podía conseguir trabajo, "siempre de forma legal". Este tercero, según declaró el santafesino ante el juez Luis Rodríguez, le dijo que "estaba trabajando con Inteligencia de la Policía en un seguimiento por una mercadería que se estaba ofreciendo en venta, cocaína, y que necesitaba a alguien para hacer el 'entre' en la operación para que la policía pudiera llegar a la cocaína y desarticular a la banda de narcos. Me dijo que me iban a dar de cinco a diez mil pesos, que es lo que se acostumbra a pagar a un informante en este tipo de operativos".

Luego, el tercero lo lleva a conocer a otra persona, también un supuesto efectivo de Inteligencia policial, que se presentó como un ex Fuerza Aérea. Ahí, estas dos personas le dieron una maleta con los dólares falsos y lo condujeron en un Volkswagen Vento al bar "Dalton". Esto ocurrió, según su relato, 20 minutos antes de que lo detuvieran.