Los sindicalistas se preparan para el contragolpe del Gobierno

Tras el paro, los gremios que no cerraron paritarias creen que el mix Economía-Trabajo va a endurecerse especialmente con ellos, y se preguntan si conseguirán incrementos más cerca de sus pretensiones

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 DyN 162
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"Tano, agradezco el llamado, pero tenemos que vernos para hablar muy en serio... Entendelo, no es conmigo solo o con los gremios opositores, el Gobierno viene por todos nosotros".

Esto dijo hace unas horas nomás el jefe de los conductores de locomotoras, Omar Maturano, al titular de la CGT kirchnerista, Antonio Caló, que llamó para solidarizarse por la presión que está metiendo el Gobierno al dirigente ferroviario, denunciado como el "cerebro" que estuvo detrás del último choque de trenes. El metalúrgico prometió un café.

La anécdota encaja en el clima de crispación que se respira entre los referentes del sindicalismo opositor desde que acabó el paro del martes. Esta vez, no hubo el más mínimo amague de extender la sobremesa para evaluar las alternativas de una huelga que, al final, dejó mal sabor de boca a sus organizadores. Cada cual está hoy más preocupado por ver cómo blindarse en sus organizaciones que en otra cosa. Esperan con cascos puestos los contragolpes de la Casa Rosada.

La mirada hacia adentro tampoco ayuda. Las imprudentes declaraciones de Luis Barrionuevo sobre la capacidad de diálogo que tenían los militares golpistas, fuera del malestar generalizado, también provocaron daños colaterales entre los propios gremios opositores. Son muchas las organizaciones de ese colectivo que denotan hastío de verse regularmente damnificadas por el fuego amigo del aliado gastronómico.

Pablo Micheli, titular de la CTA combativa, se despegó en el acto frente a la prensa de los dichos de Barrionuevo. Puertas para adentro de su central, dicen que el estatal dio un paso más al asegurar que nunca más emprenderá una iniciativa de lucha en la que tenga que compartir cartel con el jefe de la CGT Azul y Blanca, recluido por estos días en su Catamarca natal.

En verdad, el armado de los anti K no sólo queda en estado de observación por la hipotética fuga de Micheli, que con fuerzas limitadas aporta una brisa de renovación en esos estrados con tanta ortodoxia sindical inoxidable.

De gremios del riñón de Hugo Moyano también salen frases condenatorias para Barrionuevo: "Siempre que habla Luis nos tira por la borda el esfuerzo de una protesta. Logró neutralizar no sólo nuestros reclamos por la inflación y la mala situación laboral, sino que también tapó la burrada que dijo Cristina, al comparar la Argentina con Alemania", se quejaba ante Infobae un moyanista de número que le perdió la paciencia al acuñador de frases célebres de la lengua indómita.

También salieron en fila a atenderlo el "Pollo" Sobrero, desde la izquierda; y Hugo Yasky, desde la CTA cristinista. Más próximo, Facundo Moyano, del gremio de los peajes, volvió a dar cuenta de la particular ojeriza que le tiene al principal socio de su padre. No es la primera vez que el hijo del camionero lo maltrata en los medios. El año pasado, también había salido corriendo a diferenciarse cuando Barrionuevo vaticinó que Argentina iba a estallar en el pasado diciembre. ¿Habla por él solo, Facundo?

Desde el Gobierno muchos reclaman la comparecencia de Barrionuevo para que diga lo que sabe de la última dictadura. En verdad, por entonces, era un dirigente de segunda o tercera línea de su gremio, que tenía como principal galardón haber sido ladero del textil Casildo Herreras, aquel que se borró. Su acceso al corazón del poder era restringido.

Distinto si tuviera que exponer sobre los militares carapintadas, siendo que Barrionuevo fue el nexo principal entre Carlos Menem y el ex coronel Mohamed Alí Seineldín, jefe de aquel movimiento que, hasta su desintegración, puso varias veces en jaque a la democracia argentina.

Los barrionuevistas también están cansados, pero no de su jefe. Sino de que no se haya tomado su idea de instrumentar y sostener un plan de lucha con movilizaciones, que le hiciera algo más que cosquillas a la doctora Kirchner.

"Cristina toma los paros como si fueran parte de los 12 o 15 feriados nacionales que hay en el año", sostienen desde la secretaría general de uno de los gremios que está con Barrionuevo. "Para seguir así, mejor nos vamos todos a casa y volvemos cuando ya esté el nuevo gobierno", decía, resignado, el vocero a este medio.

Tampoco está bien sujeta la permanencia de los gremios del transporte. Fueron los grandes hacedores de los dos últimos paros. Sin embargo, ni en marzo ni ahora aparecieron por la calle Azopardo a la hora del balance de las medidas de fuerza, dejando esa tarea en manos de Moyano y compañía. Algo no cierra. Mientras, preparan una solicitada en defensa de La Fraternidad, frente a las teorías conspirativas del candidato Florencio Randazzo, que el Gobierno ha hecho suyas.

En medio de esta crisis en el espacio opositor, muchos de los gremios que no cerraron paritarias tienen los peores presagios. Ven venir que el mix Economía-Trabajo va a endurecerse especialmente con ellos. Y se preguntan si conseguirán paritarias blue, con mejoras en las cláusulas particulares que lleven los incrementos más cerca de sus pretensiones.

La gran parada brava que viene la semana próxima es la de Camioneros, que anticipa su rechazo de plano al 27 por ciento de facto de Kicillof. "Vamos a firmar por un porcentaje con un 3 adelante", dicen los Moyano todos los días.

No es lo mismo, pero algo parecido afirman en el gremio de la Alimentación de Rodolfo Daer, el ex jefe de la CGT, que ayer tomó la calle. Cuando precalentaban para la negociación anticipaban un reclamo del 42 por ciento, que ahora bajó a 35. Pero que igual suena muy desafinado frente al 24 por ciento que ofrecen al gremio los empresarios del sector. Prometió Daer que, a partir del lunes, que caduca la conciliación obligatoria, harán paros sorpresivos y bloqueo de plantas.