Estamos en una guerra y tenemos que defender al fútbol

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Estamos en medio de una guerra y tenemos que defender al fútbol. El escándalo de la FIFA que salió a la luz hace pocos días es apenas la punta del iceberg de la corrupción que se practica generalmente en las asociaciones de fútbol de todo el mundo.

Gran cantidad de pases son hechos en la más absoluta oscuridad, en negociaciones cerradas, sin que se sepa en cuánto se vendió a un jugador. Hay que investigar el lavado de dinero asociado a los miles de millones de dólares que se paga en las transferencias de jugadores en un mercado oscuro gobernado por la FIFA.

Este escándalo se descubre en Estados Unidos porque allí se empieza a investigar a empresas norteamericanas que estuvieron involucradas en el pago de comisiones y de ahí en más se comienza a desatar el hilo de la corrupción. Todo esto está podrido y no han llegado a los demás aspectos del fútbol simplemente porque el país del norte no es futbolero, no está involucrado muy fuertemente en el mundo de los pases. Las mafias del fútbol residen principalmente en Europa y en el resto del mundo.

Un esquema generalizado de corrupción no se construye en una semana. Esto se ha venido sofisticando durante décadas.

Se han hecho muchos cuestionamientos sobre Fútbol para Todos, pero imagínense si no estuviera interviniendo el Estado. Cuánta razón tuvo el gobierno en intervenir en este tema. Los negocios oscuros en Argentina han tenido un límite con la presencia de Fútbol para Todos. El escándalo de la FIFA nos está invitando a plantear más seriamente el fútbol, de modo que el Estado tenga una injerencia en la reorganización.

El Fútbol está podrido en su dirigencia. Nosotros necesitamos cambiar eso completamente. Uno de los problemas reside en que los mecanismos son cerrados, es una verdadera Omertá. ¿Por qué esto explotó ahora y no hace 40 años? Porque cuando hay una cofradía cerrada con códigos propios, donde para poder llegar a presidente y entrar en el juego hay que tener el aval de otros clubes y hay que tener trayectoria como dirigente, el único que puede entrar en ese ambiente es un trucho. Y cuando entra, lo único que trae son nuevas prácticas cada vez más corruptas.

Nos vemos frente a reglamentos que están construidos para que solamente aquellos que han hecho el Cursus Honorum de distintos niveles de mafia lleguen a la dirigencia. Se han armado reglas tales que si uno no garantiza pertenecer a la runfla, no llega. Propongo que exista una revisión, una reorganización institucional del fútbol, considerando que ya no es solamente un deporte sino algo que está profundamente inserto a nivel sociocultural con grandes ídolos nacionales como Maradona, Messi, Tévez, el Kun Agüero, Di María y Mascherano.

Es sabido que hay historias oscuras con el pase de los jugadores, con un valor real del pase que no supera el 30% de un valor ficticio anunciado en los medios de comunicación, y que la dirigencia del fútbol argentino está alcanzada por esto, junto con toda la dirigencia del fútbol sudamericano. Hay una urgente necesidad de cambiar esta organización.

Ahora podemos entender por qué el gran énfasis de la actividad comercial de compra venta de jugadores y la presencia de los representantes que en definitiva terminan convirtiendo a los clubes -que nacieron para ser los actores institucionales del deporte más popular de la región y uno de los más populares del mundo- en ámbitos de corrupción.

En cuanto a Belgrano de Córdoba, recuerdo la gran cantidad de pases de jugadores argentinos hechos en la más completa oscuridad, en negociaciones cerradas, que hacen que no se puede decir en cuánto se vendió un jugador. Por lo tanto, propongo un esquema que haga que las transferencias sean transparentes. Es poco claro cuánto le llega a las partes en estos pases. Existen clubes que son fantasmas y es un caldo de cultivo ideal para el lavado de dinero.

El negocio del fútbol se contrapone al propio fútbol; lo está enfermando y lo puede matar. Tenemos que intervenir y tenemos que correr a toda esta dirigencia y cambiar las reglas del juego.

Hace 40 años los pases eran distintos. Hoy hay chicos de 11 años a los que lo vienen a buscar los clubes de Europa. El mercado de los pases de los futbolistas se está pareciendo a un capítulo más del flagelo de la trata de personas. Se aprovechan del entorno social del fútbol y van con espejitos de colores a la familia del chico. Y de repente estamos con débiles por un lado -que son el futbolista joven y su familia- y con gente muy mafiosa por otro lado. De pronto esto se convierte en una práctica casi de trata de personas.

Otro de los problemas que afectan a este deporte es la violencia de los barras. Hace 30 años la tipificación de los barras era "los violentos de los clubes". Hoy en día existen en el análisis de inteligencia cuatro categorías. Están los fanáticos violentos que siempre han vivido de estafar con las entradas; luego están los que pertenecen a las mafias de apriete; el barra narco y el barra puntero político. Hoy existen cuatro cepas. ¿Cómo no vamos a tener este problema en Argentina en el estado que se encuentra el fútbol mundial?

Así como hemos sido cabeza en reformas en el ámbito de los Derechos Humanos, podríamos perfectamente limpiar nuestro fútbol y terminar con el negocio de ese tipo.

Para combatir la problemática de la violencia en el fútbol, el gobernador Daniel Scioli ha presentado un proyecto de ley para penalizar a los barra bravas. Es necesario que se debata pronto esta iniciativa en el Congreso nacional para que los delincuentes que realizan vandalismo en las canchas estén tras las rejas. Hay que trabajar para que este deporte pueda seguir siendo disfrutado en familia.

El autor es economista y presidente del Grupo Provincia y Provincia NET, fue Director Ejecutivo de la Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires (ARBA). Ocupó altos cargos en el Ministerio de Economía de la Nación y la AFIP. Como hincha fanático de Belgrano, es titular de la agrupación Encuentro Pirata de Córdoba.