Aldo Sessa: cincuenta años retratando historias argentinas

Sin dudas, es el fotógrafo que mejor supo retratar al país. A lo largo de estas cinco décadas de carrera, su cámara lo llevó hacia rincones inesperados y lo puso frente a frente con los personajes más entrañables de nuestra tierra

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 Aldo Sessa / Mustique 162
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En una callecita empedrada y de veredas angostas que datan de fines del siglo pasado se encuentra el estudio fotográfico de Aldo Sessa. No podría estar mejor ubicado. El pasaje Bollini solía ser el centro neurálgico de la bohemia porteña y hasta el mismísimo Jorge Luis Borges le ha dedicado unos versos. Sus dos cuadras condensan la historia de los primeros inmigrantes italianos que llegaron a Buenos Aires y aún se conserva intacta. Un verdadero oasis en el medio de Recoleta.

¿Es casualidad que su estudio esté en este pasaje con tanta historia?

No, no es casual, nada es casual. Yo tenía un estudio muy lindo en el pasaje El Lazo pero empezaron a hacer desastres inmobiliarios y arruinaron el lugar. Mi amigo Uriburu, el pintor, me aconsejó mudarme al pasaje Bollini. Pero el único lugar que me gustaba de esa calle para instalar mi estudio era "el corralón" y no estaba en venta.

A los diez días empezó a hacer algunas averiguaciones y consiguió que me lo vendieran. Ya hace más de veinte años que me mudé. Ahora tengo dos casas unidas y tengo otra enfrente para poner el "Museo de Fotografía Argentina del siglo XIX", una colección muy grande de cámaras y fotografías que he formado con mi mujer en los últimos treinta años. Fuimos comprando cosas que sino se hubiesen llevado turistas extranjeros. Las compré a precios que hoy no se podrían comprar.

¿Sintió alguna vez que tenía la "obligación" de mostrar la Argentina al mundo?

Eso lo sentí desde mi primer libro. Y, verdaderamente, la difusión que tuvieron mis publicaciones demuestra cómo los argentinos las usaron para mostrar el país. Yo quise sublimar la Argentina, aún cuando no la conocía porque cuando tenía veinticinco años apenas había viajado a cuatro o cinco lugares. Pero cuando viajé por todas las provincias empecé a idealizar al país y me encontré con algo que nunca había soñado que fuera tan maravilloso como lo es. Me enamoré mucho de sus paisajes y me sentí mucho más argentino. He podido captar su esencia con mi cámara.

 Mustique 162
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¿Y cómo se hace para poder captar la esencia en una foto?

Para hacer una buena foto se crea un circuito entre lo que ves, lo que sentís en tu corazón, la orden que le das al cerebro en el momento justo y una cierta dosis técnica. No importa la cámara. Nadie se ha preocupado sobre qué marca de pinceles usaba Van Gogh o qué marca de telas usaba Magritte, por ejemplo. En el arte lo importante es la constancia, la disciplina y el trabajo. Son horas y horas de dedicación. Ser constante y reflexionar. Entender el mecanismo, la luz y mirar. Cuando alguien me pregunta cómo hice tal foto, yo contesto: "pero eso era lo que estaba adelante mío, no hay ningún arte". Si vos aprendés a mirar y hacés clic, está la foto.

¿Por qué cambió los pinceles por la cámara?

La fotografía para mí representaba una válvula de escape porque la pintura me obligaba a pasarme muchas horas encerrado. A eso lo llamaba mi estado cóncavo, o sea, un estado de introversión enorme porque estaba solo luchando contra una tela. Y la fotografía, por el otro lado, representaba mi estado convexo: me permitía estar en contacto con los sonidos de la calle, la gente, la luz. Eso me energizaba, me sacaba ratones de la cabeza.

Finalmente, después de treinta años de trabajar muy intensamente en pintura y de realizar las dos cosas en forma simultánea, sentí que la dinámica que me equilibraba más era la de estar en movimiento. Me pareció que me hacía más falta utilizar el lenguaje de la fotografía, que es un lenguaje con una dinámica más actual. Y como yo soy un tipo dinámico y trabajador, eso llenó más mi personalidad. Así dejé de pintar y me dediqué de lleno a la fotografía. Tantos años en el arte te convencen de cuáles son tus obsesiones y de cómo las encaras.

¿Cómo definiría su arte y su lenguaje?

El mío es la forma en la que veo las cosas, lo que pienso. Yo siempre me preocupe por hacer las cosas a mi manera y a ser fiel a mi visión, a mi enfoque y a la atmósfera que rodea lo que hago. En este país tan elitista la gente tiende a calificar a los artistas como el mejor, el primero, el segundo y todos esos términos que no significan verdaderamente nada. Yo nunca me sentí una gran cosa, salvo un artista común que hace lo suyo y hace todo lo mejor que puede.

Colaboración: Mariana Meggiolaro