Un triunfo que sirve para motivar y estirar la paternidad, pero el que vale es el cruce copero

Por supuesto que hay que festejar por otro triunfo clásico, y van... Se jugó mejor y, aún con falencias, se mereció ganar ante un rival de planteo temeroso. La suerte, que viene desde la Copa, los sigue acompañando y no se fueron goleados al descanso de casualidad. Bien por Boca, pero a no olvidarse que "la Copa Libertadores es mi obsesión"

Compartir
Compartir articulo
infobae

Boca tiene recambio. Y lo demostró conformando un equipo que dejó la sensación de que por lo menos faltaban nueve titulares: Sara, Marín, Torsiglieri, Colazo, Pablo Pérez, Gago, Calleri, Juan Manuel Martínez y Pavón, sin contar al lesionado Erbes, no jugaron desde el inicio y dos de ellos (Colazo y Martínez) ni siquiera se concentraron.

Boca tiene un inteligentísimo cuerpo técnico, liderado por Rodolfo Arruabarrena. El "Vasco", otra vez volvió a acertar con el equipo inicial y sobre todo con los cambios, que le permitieron seguir atacando pero con inteligencia y ajustando un mediocampo que en el complemento se estaba volviendo vulnerable. Por supuesto que acá también entra el ítem anterior, donde los tres jugadores que ingresaron no desentonaron y demostraron ser titulares.

Gago se hizo rápidamente el dueño del ataque y permitió que Lodeiro pueda trabajar con mayor libertad, con gran sentido de ubicación y a un toque. Pavón fue electrizante en ataque y siempre complicó la banda de Vangioni, quien lo había padecido en el verano y sólo lo pudo cortar lesionándolo. Y Pablo Pérez le brindó ese equilibrio en el medio tan necesario para poder ir en busca del triunfo. Estos dos últimos marcaron los goles del triunfo a los pocos minutos de haber ingresado. Felicitaciones para ellos y más para el DT.

Boca tiene una paternidad indisimulable, que hace pensar en renegociar el término 'Superclásico'. Y no hace falta entrar en la chicana por el descenso "millonario", que de esta vereda no sabemos qué se siente. Al analizar los números, la realidad habla por sí sola. En la era profesional, llámese enfrentamientos por torneos locales desde 1931 a 2015, Boca ganó 71 partidos (267 goles); River, 63 (252 goles); empataron en 60. Ocho de ventaja. Pero si se toma todos los cruces, sumando la era amateur y profesional, amistosos y oficiales, desde 1908 hasta 2015, Boca ganó 130; River, 113; y empataron 112. Son 17 partidos de diferencia (Fuente: @mavegol). Dejo para otro momento los elocuentes números de Boca en condición de local.

Seguramente, esto habrá pesado en Marcelo Gallardo a la hora realizar su planteo temeroso. Porque no caben dudas que el "Xeneize" mereció llevarse el triunfo, y sólo por la suerte de River (que la traen desde la Copa) no terminó en goleada la primera parte. Si bien sufrimos alguna que otra contra, nunca estuvo en duda cuál equipo era el que proponía y arriesgaba.

Sin embargo, hay una contradicción en todo lo detallado antes: que nada de eso sirve si el único objetivo es la Copa Libertadores. Por eso, bienvenido el triunfo, que por supuesto se festeja y nos cambia el ánimo para lo que viene; bienvenido porque motiva y marca el gran momento del equipo, que sigue invicto en el año; bienvenido porque todo esto no hace más que ratificar la paternidad de Boca sobre River. Pero a no descuidarse. A no equivocarse porque no se ganó nada. A no olvidarse de la gran obsesión, que es poder lograr la 'Séptima'. Y para ello hay que enfocar la mira en los dos juegos coperos.