-En la conferencia de prensa de presentación dijiste que este año el festival "recuperaba el pulso de las primeras ediciónes". ¿Podrías explicar eso?
En verdad es una sensación bien subjetiva esa, un recuerdo de mí mismo 17 ediciones atrás como público del festival, decidido a chequear alguno de los títulos canónicos que ¡por fin! podían verse en Buenos Aires, pero más que nada a jugar al ensayo y error con directores de los que jamás había escuchado hablar. Creo que no exagero si digo que una sesión trasnoche de Timeless Bottomless Bad Movie (Sun-Woo Jang) me sirvió para empezar a formar una idea acerca de qué eran los festivales de cine y para qué servían. Este año siento que pasa algo similar: lo que tiene que estar (lo que "se supone" que tiene que estar), está; pero además hay un abanico de opciones muy alejado de cualquier trend en el que, sin embargo, creemos con el equipo de programación, se le toma mejor el pulso a la vitalidad del cine de hoy.

-Es tu tercer año al frente del Bafici, aunque ya venías trabajando en el festival bajo otras administraciones. ¿Cómo definirías la mirada que le aportás desde tu conducción?
Me parece que la política tiene que ser de ojos bien abiertos. Estar pendiente de todo el cine que se hace, en la medida de lo posible, y además tener el rabillo del ojo puesto en el modo en que la circulación de contenidos está mutando. Creo que lo que decía en la pregunta anterior, el hecho de evitar lo obvio (pero no sólo por el siempre saludable hecho de hacerlo, sino porque además los posibles reemplazos para eso son muy desafiantes), la posibilidad de alumbrar zonas a las que pocos le prestan atención, son cosas que sirven para pensar en hacia dónde van los festivales.

-Hay mucha expectativa por la película inaugural, "El cielo del centauro", dirigida por el realizador de la mítica "Invasión", Hugo Santiago. ¿Fue dificíl conseguir este estreno?
No fue nada difícil: Hugo Santiago y Agustina Llambí, productora de la película, sentían que esta verdadera carta de amor a Buenos Aires que es El cielo del Centauro tenía que estar en Bafici, y trabajaron para que así sea con enorme generosidad. Y para nosotros es un orgullo XXL tenerla de apertura. Es la mejor inauguración posible.

-Existe un consenso que luego del período de oro del nuevo cine argentino, y salvo algunos casos excepcionales, el cine independiente empezó a repetir fórmulas, con chicos ricos con tristeza, historias rurales sin mucho vínculo con las existencias relativamente acomodadas de sus realizadores, documentales autorreferenciales... ¿Te preocupan esas críticas cuando estás armando la selección de la competencia argentina?
Completamente en desacuerdo con esto. Obviamente que hay películas que hacen escuela y luego, acaso a su pesar, generan una clonación berretizada de gente que cree que poniendo a un peón rural a caminar ya hay película. No, no la hay. Y el que crea que La libertad (Lisandro Alonso, 2001) es eso, que vuelva en marzo porque tiene un uno. Los tres años que me tocó desempeñarme como director artístico fueron en un punto muy sencillos de programar en materia de cine argentino: siempre sobró material. El año pasado fue superlativo; pensamos que era una suerte y que no se iba a repetir algo así. Y sin embargo, me parece que éste es el mejor de los tres, con películas vivas, emocionantes, agudas y tremendamente diversas.

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"It follows", aclamada como una de las mejores películas de terror de los últimos años, se verá en el Bafici.

-Las entradas aumentaron alrededor de un 15% con respecto al año pasado, por debajo de la inflación anual. ¿Luchaste mucho para mantener los precios a un nivel razonable?
Ves alrededor que la economía está planchada y al mismo tiempo trabajás todo el año para un festival en el que querés gente, querés que el público varíe su menú cinematográfico. Entonces la decisión de la entrada es lógica. En general Bafici tiene un rango de precios que va de las dos y pico a las tres y pico entradas por el valor de una full price de sala de estrenos. Este año se arrimó al "tres y pico" y ojalá se pueda siempre mantener ahí mismo.

-Una de las novedades de este año es que también se suma el Teatro Colón al Bafici. ¿Cómo surgió eso?
Cuando decidimos que La calle de los pianistas fuese nuestra clausura y que además la proyección de la película contase además con un pequeño concierto de Karin Lechner y Natasha Binder, se lo planteamos a García Caffi y le gustó la idea. No es tampoco cuestión de usar el Colón por usarlo, y en este caso tanto esto como la proyección de Amalia, con música de Adrián Iaies, están justificadísimas. Pero es verdad que cuando Darío Lopérfido asumió en el teatro, la comunicación se hizo aún más sencilla: llevamos tres años compartiendo gestión en Festivales de Buenos Aires y de algún modo, aunque su oficina se haya mudado a unas cuadras, seguimos haciéndolo.

-Hablando de mudanzas, desde hace un par de años que el festival tiene como sede central el Village Recoleta, en reemplazo del clásico Abasto. ¿Qué balance hacés de este cambio?
Fenomenal. Sobre todo por tener a pocos metros lo que le faltaba al Bafici, que era una sede. Contar con el Centro Cultural Recoleta como centro de operaciones, centro social, sitio en el que hay muestras, etc., es una maravilla.

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-Hace unos días se supo que el espectáculo que presentaría en el Teatro Coliseo la actriz Isabelle Huppert, invitada especial del festival, se había suspendido. ¿Tenés idea qué pasó?
No depende de Bafici ese espectáculo, pero Huppert debió modificar las fechas originales de su visita y eso cambió un poquito su agenda. Pero hasta donde sé, estaban trabajando desde la Embajada de Francia para hacerlo.

-El Bafici fue uno de los primeros festivales grandes en dar importancia al cine de trasnoche y promover el cine de género, algo que en la última década se vio hasta en Cannes. ¿Este año podemos esperar el mismo desprejuicio?
Sí, desde ya. Cuando hablo de evitar la obviedad y apostar a lo menos transitado, desgraciadamente eso también comprende al cine de género en el mundo de los festivales (o al menos en gran parte). Si hay un mix que me gusta es el de dos festivales como Viena y Sitges, uno "generalista" y otro "de género", pero los dos gozosamente impuros, generosos en su programación, en su visión, en sus ganas de hacer del cine una fiesta.

-En una entrevista al comienzo de tu gestión dijiste que no pensabas quedarte mucho tiempo en el cargo, que solo estarías unos años. ¿Seguís pensando eso?
Sí. Hay elecciones este año, habrá forzosamente un cambio de gestión, y en casos así lo cívico de hacer es poner la renuncia a disposición. Y que el que llegue pueda elegir al nuevo director con total libertad, y sabiendo además que puede contar con nuestra experiencia para lo que necesite. Pero además es enorme el Bafici; lo viví desde posiciones distintas, ya renuncié dos veces antes. Sé que necesita cada año una renovada dósis de empuje, y el que llega siempre tiene un nivel de full energy que hace muy bien.