Sus obras no son propagandísticas ni críticas. Tampoco tienen un tono triunfalista o heroico. La artista británica Linda Kitson fue enviada por el Museo Imperial de Guerra para retratar la guerra de Malvinas, pero lejos de esos lugares comunes, intentó reflejar lo cotidiano y el detrás de escena, y no los enfrentamientos. Qué dibujar fue su decisión más difícil. Y aunque optó por evitar los horrores, todavía se cuestiona esa elección.
El Reino Unido comenzó a enviar artistas a las guerras a partir de la Primera Guerra Mundial. Kitson fue la primera mujer designada para esa tarea. Viajó a las Georgias Del Sur en el Queen Elizabeth II, junto a 3 mil soldados británicos y 650 voluntarios. Y desde allí partió en el SS Camberra rumbo a las Islas Malvinas, a donde desembarcó el 3 de junio de 1982.
Desde su arribo, siguió a las tropas inglesas, aunque llegaba a las zonas de combate dos o tres días después de la acción. Durante 3 meses, registró más de 400 obras. Sus trazos tensos e impresos son una prueba fiel de la urgencia con la que trabajó en medio de unas condiciones climáticas extremas.
Además de las isleñas y una enfermera argentina que tocó tierra a bordo de un avión Hércules, Linda Kitson fue la única mujer que vivió la guerra in situ. Sin embargo, evitó plasmar los horrores que presenció y optó por retratar la vida en los buques y en los campamentos, y el despliegue de las fuerzas británicas. No hay muertos en sus escenas y apenas muestra a los heridos. Todavía se pregunta si hizo lo correcto.
Sus dibujos fueron compilados en el libro The Falklands War: A Visual Diary, donde contó: "En Pradera del Ganso (NdR: primera batalla terrestre), tuve que tomar una decisión sobre qué aspectos de la guerra debía registrar. Mi idea fue retratar los lugares que podrían ser reconocidos como experiencias comunes. Decidí que la visión horripilante de partes de cuerpos humanos, como un casco con una cabeza todavía en él, por más pictóricamente sensacional y relevante que fuera, no formaría parte de mi idea de trabajo; tampoco lo serían las tumbas, que fueron registradas en películas y en fotografías. Todavía me pregunto sobre esa decisión. ¿Habría sido una advertencia más fuerte si hubiera usado tácticas de choque como esas?".
En 2012, el diario The Telegraph publicó su testimonio en una nota que compila declaraciones de varios ex combatientes. Kitson recordó:
Ellos veían el trabajo y buscaban el artista para esa tarea. Yo tenía 37 años y me contrataron porque hago dibujo rápido -me resisto a la palabra 'bosquejar'-. Mis dibujos son una reacción a lo que está allí, sin tiempo para el embellecimiento. Por lo general me llevaban unos 20 minutos, ya que todo se movía, jeeps y helicópteros, y sólo podía dar una impresión de ellos. Había pocas oportunidades de familiarizase con el tema.
Supongo que llamaba un poco la atención, porque me llevé un enorme baúl con mis pinturas, tintas y lápices. Se necesitaban hombres para cargarlo, pero creo que ellos pensaban que ayudarme era menos aburrido que el resto de sus deberes. También tenía un taburete y una sombrilla de 7 pies. Un sargento me hizo un brazalete de camuflaje, en el que llevaba los cinco tipos de lápices con los que pude trabajar. Los dedos congelados eran un problema. Fue amargo. Usaba cinco capas de ropa.
Me las arreglé para realizar alrededor de 100 dibujos, que envié de vuelta en el Queen Elizabeth 2, pero me preocupaban, pues eran mis bebés. Llevar el resto de los dibujos era una pesadilla, por eso los puse en un tubo con una nota que decía: " Si me pasa algo enviar estos dibujos al Museo Imperial de Guerra".